La literatura de posguerra

LA NOVELA DE LOS CUARENTA


En la inmediata posguerra hay una ruptura clara con la literatura social de los años treinta. Aunque Azorín y Baroja siguen publicando, aportan escasas novedades y los mejores novelistas de la generación siguiente están en el exilio, así que la obra de los renovadores permanece ausente. Abundan tres tipos de narraciones tradicionales:

Novela ideológica, novela realista, novela humorística

Podemos hablar de una cierta renovación a través de tres nombres:

Camilo José Cela

 Escribe en 1942 La familia de Pascual Duarte, e inaugura así el Tremendismo en España. Este estilo se caracteriza por deformar la realidad y subrayar lo más desagradable de ella. Los personajes son frecuentemente seres marginados, con taras físicas o psíquicas, criminales, prostitutas, etc. El lenguaje es bronco y desgarrado.Esta visión negativa y desolada del mundo contrastaba con toda la literatura triunfalista que se estaba cultivando en 1942 en nuestro país.Esta obra refleja un radical pesimismo cercano al existencialismo.
Otras obras suyas de esta época: Nuevas andanzas y desventuras de Lazarillo de Tormes o Viaje a la Alcarria.

Carmen Laforet

Escribe Nada, novela con la que gana el premio Nadal. Es quizás la primera novela generacional de posguerra.
Comparte con La familia de Pascual Duarte el tono sombrío y existencial.
La protagonista es una joven estudiante que rechaza la sordidez de la posguerra, en este caso el ambiente familiar y estudiantil de la Barcelona de la época.

Miguel Delibes

Es un autor por encima de las modas y las escuelas. Toda su obra tiene un tono ético de base cristiana que combina con el amor a la naturaleza y el rechazo a la deshumanización. Abundan en sus novelas los niños, los viejos, la vida del campo, la pobreza, el paisaje de Castilla. Estilo sencillo, pero no poco elaborado. Estos rasgos se ven ya en su primera obra, La sombra del ciprés es alargada, premio  Nadal de 1947. Aparecen dos temas aquí recurrentes en sus novelas: la infancia y la muerte. Otras obras: El camino, Las ratas.

LA NOVELA DE LOS AÑOS CINCUENTA

El Realismo social en España se inicia con la publicación de La colmena de Camilo José Cela, en 1951.  Lo más original es el personaje colectivo la condensación temporal y su carácter de novela.
Estas tres carácterísticas se repetirán en las novelas del periodo. El Realismo social se intensificará sobre todo a partir de 1954. En líneas generales se pueden distinguir dos tendencias básicas en las novelas de esta época, no fáciles de delimitar:

El objetivismo

Pretende presentar la realidad desde una perspectiva neutral, pues entiende la novelacomo un testimonio de la época y se caracteriza por la presentación objetiva de hechos y de personajes, a través de un narrador externo que reproduce, como una cámara de cine, lo que ve y oye. No hay introspección psicológica, los personajes se caracterizan por lo que dicen y hacen. Aparece un protagonista colectivo, se concentra el tiempo y el espacio y suele presentar una estructura sencilla, al igual que el estilo.
La novela más representativa es El Jarama(1956), de Sánchez Ferlosio.

Realismo crítico: denuncian de forma más explícita las injusticias sociales

El escritor asume un compromiso con la realidad, pues la literatura comprometida intenta transformarla. Estas novelas suelen presentar personajes-tipo, es decir, representativos de su clase, antes que individualizados.

LA NARRATIVA EN LOS SESENTA

A principios de los 60, con la aparición de Tiempo de silencio (1962), de Luis Martín Santos, se pone fin al Realismo social, criticado por su pobreza de estilo, y se abre una nueva etapa, marcada por la renovación formal. La nueva novela busca nuevas formas narrativas, adoptándose técnicas que ya se estaban experimentando en Europa y América desde los años veinte (James Joyce, Kafka, Faulkner, Dos Passos) y teniendo en cuenta los modelos hispanoamericanos (Cien años de soledad, de García Márquez).
Carácterísticas de la nueva novela: el argumento pierde importancia y la acción es mínima; la estructura es complicada (desaparición de la división en capítulos; flexibilidad del narrador, que adopta técnicas como el perspectivismo, con la aparición de varios narradores; ruptura de la linealidad del tiempo del relato a través de flashbacks, explicación de varias historias a la vez); la disolución de los personajes a través del monólogo interior  y el estilo indirecto libre;

estilo innovador, a través de la invención de palabras, la supresión de los signos de puntuación o el uso arbitrario de la tipografía, además del empleo de los más variados registros y de un lenguaje rebuscado, Barroco y complejo.  La realidad está sometida a una visión metafórica y simbólica, así como a un tratamiento irónico y sarcástico.
También aparece una concepción mítica de esa realidad cotidiana (las personas y las cosas se transforman en remedos de mitos clásicos). Se emplean distintos tonos.
Abundan las digresiones que tienen la función de apoyar un aspecto de la historia. En la novela se pasa revista a todas las clases sociales, no está dividida en capítulos.
A veces aparece un narrador omnisciente;
Otras, éste cede la palabra a los personajes; abundan los monólogos interiores.
El lenguaje y estilo de esta novela son muy complicados, rebuscados y barrocos.
Después de Tiempo de silencio, la tendencia general es hacia el experimentalismo.
Se incorporan a él autores ya conocidos (Delibes, Cinco horas con Mario;
Cela, San Camilo 1936;
Torrente Ballester (La saga/fuga de J.B.;
Juan Goytisolo, Señas de identidad)
Y otros nuevos (Juan Marsé, Últimas tardes con Teresa;
Juan Benet, Volverás a Regíón)
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