Posbarroco Siglo XVIII

Marco social y cultural del Siglo XVIII. Racionalismo y Neoclasicismo:


 Es en Francia donde se originan las transformaciones que dejan paso a lo que se conoce como Edad Moderna: la desaparición radical del orden social medieval, la aparición del Estado como respaldo de los derechos del individuo, el triunfo de la razón sobre la superstición y el desarrollo de la vida social a la luz de métodos utilitaristas, empiristas y racionalistas (en la agricultura, en la filosofía, incluso en la configuración de nuevos espacios urbanos) hacen que Europa tome al país francés como foco de revitalización. La Revolución de 1789 llevará al límite esa ansia de transformaciones de todo tipo: políticas, sociales, económicas y culturales. Con todo, seguirá habiendo tensiones numerosas entre la razón y otras fuerzas de influencia como la Iglesia o la Monarquía absoluta. En cuanto al espíritu del siglo XVIII, llamado “de las luces”, podemos destacar: 1-Surge un espíritu ético y laico que sustituye al influjo religioso anterior. 2-La ciudad es el nuevo espacio de relaciones, controlado por la burguésía. Las transformaciones urbanas imponen un cambio de costumbres: aparecen cafés, periódicos y se crean nuevas instituciones (sociedades, bibliotecas, museos, instituciones científicas…). 3-La norma estética es el Buen Gusto y la búsqueda del equilibrio clásico. Se rechaza la originalidad y las exageraciones emotivas barrocas.  4-Gran confianza en el ser humano. La sistematización del saber (la Enciclopedia), los métodos positivistas y los científicos…, todo ello ayuda a ese clima de optimismo fundado en la razón y en una especie de sentimiento de fraternidad universal: es la filantropía. /// Ilustración española y los géneros literarios:
 Tras un Renacimiento atípico y un Siglo XVII calamitoso (mal gobierno, desastres económicos y el triunfo de la apariencia sobre las verdaderastransformaciones), a España le cuesta asumir los efectos de la Ilustración. Con la llegada de los Borbones, de origen francés, hubo ciertos cambios en la mentalidad. Entramos en un periodo de afrancesamiento de costumbres, más aún a fines del Siglo XVIII con la influencia napoleónica.En todo caso, no puede hablarse, como en Francia, de revoluciones sino de transformaciones (organización administrativa en provincias, establecimiento de la institución de Correos, creación de la moneda nacional, Banco de España, compañías de seguros, catastro…). El efecto de la Ilustración en España es moderado. Hubo un choque de la nueva mentalidad con intereses religiosos y sociales que persistían (la Inquisición, por ejemplo, sigue actuando) y los privilegios de los nobles se mantienen (Carlos III acaba promulgando un decreto por el que los nobles pueden trabajar sin dejar de serlo). Todo ello dificultará la modernización española en todos los órdenes.En la literatura, el Siglo XVIII español sigue las normas provenientes de Francia. Los rasgos generales que se aplican son tres: 1-Se somete a normativas estrictas (no mezclar géneros; regla de las tres unidades). 2-Búsqueda del didactismo y de la moralidad (fábulas, poesía filosófica y moral, proliferación del ensayo). 3-Atmósferas de verosimilitud. No al exceso de ningún tipo.// Tras un periodo posbarroco, con artificiosidades y formalismos exagerados, la literatura de la Ilustración en España engloba tres movimientos sucesivos: -ROCOCÓ: Preciosismo sensual. Intrascendencia. Galantería. -NEOCLASICISMO: Armónía con la naturaleza. Racionalismo sobre emotividad. Combinación de deleite y utilidad. Temas cívicos y morales. -PRERROMANTICISMO: Tonos melancólicos y lúgubres. Predominio de los sentimientos sobre la razón. Cadalso (Noches lúgubres) y Melendez Valdes representan esta tendencia que anuncia el espíritu del Siglo XIX.En cuanto a los géneros literarios, tanto la poesía como el teatro se rigen en España de acuerdo con principios moralizantes y racionalistas del pensamiento ilustrado. // Poesía: Es una poesía didáctica, como se ve en las fábulas de Samaniegoy de Iriarte. “Utilidad y deleite” propondrá el teórico Luzán en su Poética para la lírica del siglo. En la segunda mitad, aparecen indicios de un espíritu prerromántico (en la obra de Melendez Valdes, por ejemplo) 

Teatro

Pretende aplicar lo representado al límite de la verosimilitud, aplicando la Regla de las tres unidades (tiempo, espacio y acción), lo que provoca un teatro racionalista pero sin imaginación ni carácter. Destaca Leandro Fernández de Moratin: El sí de las niñas y La comedia nueva o El café. /// El ensayo en el Siglo XVIII español. José Cadalso:
 En la prosa literaria del Siglo XVIII español proliferan narraciones en forma de cartas, diarios, biografías, memorias… todo en el espíritu racional del siglo. Destaca el leónés P. Isla, que satiriza los usos de la oratoria en Fray Gerundio de Campazas.Pero es el ensayo el discurso más adecuado a la mentalidad del Siglo XVIII, pues este tipo de prosa exige reflexión individual y formación lectora.El primer cultivador importante de prosa crítica en el Siglo XVIII es el Padre Feijoo, que trató de proponer una nueva mentalidad y desterrar la superstición en la vida española. Su obra más importante es Teatro crítico universal, que se inspira en la Enciclopedia francesa. José Cadalso tiene una personalidad llena de ambigüedades y hasta de misterio (militar, desterrado por su talante liberal, enamorado de la famosa actriz Ignacia Ibáñez, a la que trató de desenterrar truculentamente una noche, según la leyenda…). Por todo ello se le ha considerado un adelantado del Romanticismo y de la posterior mentalidad de los escritores del 98 Sus obra ensayística más importante es Cartas marruecas (a semejanza de las Cartas persas de Montesquieu), donde repasa con espíritu crítico vertientes de la sociedad española [consultar apuntes de lectura de cartas marruecas]. Pero el más representativo de nuestros ensayistas del Siglo XVIII es el asturiano Gaspar Melchor de Jovellanos, autor de una obra más cercana al ensayo científico, sobre todo en el campo de las ciencias naturales, y a propuestas de carácter social y político entonces consideradas inconvenientes, lo que le costó la prisión y el destierro.

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