Árbol de la vida ciencia

III: “El árbol de la ciencia y el árbol de la vida

Para su tío Iturrioz, se ha idolatrado la ciencia, la vida necesita del capricho y hasta de la mentira.
El instinto de supervivencia nos hace ver la realidad que nos interesa, confirma Andrés. Es como dice el Génesis, en el paraíso estaba el árbol de la ciencia: “Si coméis de este árbol, moriréis”. El árbol de la vida nos hubiera llevado a vivir como animales, es el estado de conciencia el que corrompe la vida, afirma Iturrioz.

Las religiones semíticas suponen una gran impostura para Andrés, es la ciencia la que está devolviendo al mundo la cordura [176], y fue Kant quien dejó definitivamente abierto el camino de la ciencia. Shopenhauer situó junto a la ciencia la libertad, la responsabilidad y el derecho. Y todo ello movido por la voluntad que, a veces, produce el reflejo de la inteligencia. Hoy no fracasa la ciencia, sino la mentira.

Iturrioz, en cambio, opina que las religiones seguirán prosperando. Si caemos en el relativismo por aceptar que no podemos conocer más allá de los principios científicos, caeríamos en una inacción paralizante. Por ello hemos de decantarnos por el principio de utilidad, porque hay que seguir viviendo. Sin embargo, Andrés ve peligroso este principio de utilidad porque nos lleva a aceptar como válidas ilusiones falsas, como el fanatismo religioso.


III: “El árbol de la ciencia y el árbol de la vida”

Para su tío Iturrioz, se ha idolatrado la ciencia, la vida necesita del capricho y hasta de la mentira. El instinto de supervivencia nos hace ver la realidad que nos interesa, confirma Andrés. Es como dice el Génesis, en el paraíso estaba el árbol de la ciencia: “Si coméis de este árbol, moriréis”. El árbol de la vida nos hubiera llevado a vivir como animales, es el estado de conciencia el que corrompe la vida, afirma Iturrioz.

Las religiones semíticas suponen una gran impostura para Andrés, es la ciencia la que está devolviendo al mundo la cordura [176], y fue Kant quien dejó definitivamente abierto el camino de la ciencia. Shopenhauer situó junto a la ciencia la libertad, la responsabilidad y el derecho. Y todo ello movido por la voluntad que, a veces, produce el reflejo de la inteligencia. Hoy no fracasa la ciencia, sino la mentira.

Iturrioz, en cambio, opina que las religiones seguirán prosperando. Si caemos en el relativismo por aceptar que no podemos conocer más allá de los principios científicos, caeríamos en una inacción paralizante. Por ello hemos de decantarnos por el principio de utilidad, porque hay que seguir viviendo. Sin embargo, Andrés ve peligroso este principio de utilidad porque nos lleva a aceptar como válidas ilusiones falsas, como el fanatismo religioso.


Alcolea era un pueblo troglodita sin instinto colectivo. El pueblo vivíó su época de prosperidad cuando el tratado de vino con Francia, pero aquello pasó, nadie habló de cambiar los cultivos y aceptaron la ruina con resignación. Los hombres iban al casino, las mujeres solo salían de casa para ir a misa los domingos. La perfección en el orden social se lograba poniendo al más inepto en el poder, apenas había delitos. El caciquismo estaba asentado y vivían una guerra declarada entre los ratones, liberales, y los mochuelos, conservadores. Entonces dominaban los mochuelos, el pueblo se había acostumbrado a eso y entre unos y otros se repartían el botín, pura expresión de egoísmo, envidia, crueldad y orgullo. Andrés, a veces, pensaba que todo esto era necesario, ¿por qué angustiarse entonces? Lo comentaba de vez en cuando con Dorotea, su patrona, “¡Qué hermosa sería la revolución!”. Ella reía esas ideas absurdas, no quería saber nada de política, ¿para qué?, solo conseguirían otra casta de ratones o mochuelos. Lo mejor, marcharse.

Por la mañana se bañaba, las siestas se le hacían interminables. Después se sentaba a leer bajo el emparrado, las mujeres cosían junto al pozo. Al anochecer volvía el patrón, era un petulante que trataba mal a su mujer y a su hija: las trataba de estúpidas, borricas… Gustaba de contar historias sangrientas de matanzas… Como era de El Tomelloso siempre lo estaba ensalzando contra Alcolea.


IV: “Disociación”

El intelectualismo, la filosofía, nos lleva a la destrucción sistemática según Iturrioz, pero para Andrés no se trata de destrucción sino de análisis; ¿por qué no aplicar a la filosofía procedimientos que tan buenos resultados han dado en la ciencia? Sin embargo, la disociación moral nos llevaría a una nueva sociedad que no tendría por qué ser mejor porque la maldad social proviene del egoísmo del hombre y forma parte de su misma naturaleza.

Iturrioz no cree en el cambio gradual, lo que mueve a la masa son las promesas de felicidad y paraíso como bien sabían los semitas y también los anarquistas, unos neocristianos que

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