Garcia lorca y el teatro anterior a 1936 selectividad

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El teatro español del primer tercio de siglo se reparte en dos vertientes: por un lado el teatro que triunfa, continuador del teatro del s XIX, que incluye comedia burguesa con Benavente,  teatro en verso y un teatro cómico, ambos tradicionalistas. La otra vertiente, es el teatro que pretende innovar, aportando nuevas técnicas y nuevos enfoques ideológicos. De esta vertiente destacan cronoligicamente Valle-Inclán, Lorca y Jardiel Poncela. En el teatro que triunfa, comenzamos con la comedia benaventina con Jacinto Benavente (1866-1954). Comenzó con El nido ajeno (1894) sobre la situación opresiva de la mujer casada burguesa, con carga crítica, lo que provocó su fracaso. Por ello, Benavente acepta los límites impuestos. Con obras como La noche del sábado (1903), sigue retratando las clases altas, con una crítica suavizada, por lo que triunfa.Su obra maestra es Los intereses creados (1907). También intentó el drama rural, del que destaca La Malquerida (1913) sobre una pasión incestuosa. Del autor, destacan su habilidad escénica, su ingenio y la fluidez en los diálogos. La línea benaventina la prolongan autores como Luca de Tena o Calvo Sotelo. Por otro lado, el teatro en verso, combinaba rasgos posrománticos con rasgos modernistas. Todo asociado a una ideología tradicionalista exaltando ideales nobiliarios y grandes hechos del pasado. Destacan Francisco Villaespesa (1877-1936), autor de poemarios de un modernismo fácil y superficial (El alcázar de las perlas) y Eduardo Marquina  (1879-1946) que alternó lírica y teatro. Tuvo éxito con dramas históricos como Las hijas del Cid, eran obras compuestas como sucesión de estampas. También cabe destacar a los hermanos Machado dentro de este teatro. Se inspiraron en personajes históricos, como Juan de Mañara sobre el famoso donjuan que se convirtió en asceta. Dentro del teatro cómico se distinguen dos géneros: la comedia costumbrista y el sainete, con autores como los hermanos Quintero o Arniches, que prolongan la línea de Don Ramón de la Cruz. Los hermanos Quintero tratan problemas sentimentales en una Andalucía tópica en la que todo es bueno. Destacan sus sainetes, juguetes cómicos en un acto y sainetes en tres actos, El patio.
Carlos Arniches (1866-1943) presenta su producción en dos partes, por un lado los sainetes de ambiente madrileño, con habla castiza, pero con ambientes y tipos algo convencionales, El santo de la Isidra (1898). Su otra vertiente, a partir de 1916, es la “tragedia grotesca”, donde funde lo cómico con lo conmovedor, La señorita de Trevélez, acerca de una sangrante broma a una joven. En un nivel inferior de calidad se encuentra el astracán, genero creado por Pedro Muñoz Seca, consistente en piezas sin mas objetivo que el de hacer reír al público, La venganza de Don Mendo.

Dentro del teatro que pretende innovar distinguimos a autores de primera y segunda generación de siglo. En la primera generación a Unamuno que trató el teatro como cauce para presentar los conflictos humanos, mediante dramas de ideas sin concesiones escénicas. Fedra (1911). Azorín  hizo experimentos teatrales  sobre lo irreal y lo simbólico, Lo invisible (1928), trilogía integrada por un prólogo y tres piezas: La arañita en el espejo, El segador y Doctor Death de 3 a 5. Jacinto Grau (1877-1958), se dedicó a un teatro “distinto”, que causó interés en las principales capitales europeas pero fracasó en España. Se interesa por grandes temas o temas literarios, El señor de Pigmalión. Valle-Inclán (1866-1936) se caracteriza por el uso de un lenguaje rico y expresivo, unas acotaciones detallistas y contrastes violentos. Es el creador del esperpento, con el que ofrece una visión ridícula y deformada de la realidad, Luces de Bohemia (1924). De la segunda generación destaca Ramón Gómez de la Serna (1888-1963), pionero del Vanguardismo, escribió piezas que en su mayoría quedaron sin representar, ya que como dijo, era teatro escrito para “el que no quiere ir al teatro”, La Utopía. Dentro del teatro de la Generación del 27, destacamos 3 facetas: una depuración del teatro poético, la incorporación de las formas de vanguardia y el propósito de acercar el teatro al pueblo. Los autores más destacados son los siguientes: Alberti, escribe Fermín Gala, sobre un republicano fusilado, dando un giro hacia el teatro político, cuya obra más importante es Noche de guerra en el Museo del Prado. Miguel Hernández  tras su auto sacramental Quien te ha visto y quien te ve, cultiva el teatro social y escribe Teatro de guerra…, piezas breves que se representaban en el frente. Alejandro Casona, dramaturgo puro, escribe Otra vez el diablo, una combinación entre humor y lirismo. De su producción en el exilio, La barca sin pescador. Max Aub fue un importante dramaturgo que escribió “comedia de vanguardia”. Su tema central es la incapacidad del hombre para comprenderse y comprender la realidad, Una botella. Federico García Lorca (1898-1936) recoge en sus dramas la preocupación  y la obsesión por el dolor de vivir. Su estilo es sencillo pero lleno de metáforas y simbolismo, normalmente referido a la muerte (el agua, la sangre…). Destacan tragedias como La casa de Bernarda Alba y Bodas de sangre, que tienen aspectos comunes con el teatro de los siglos de oro (fuerza del amor y honor, elementos populares…). El tema general de estas obras es la lucha de unos personajes contra el orden social para conseguir su libertad.

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