García Lorca y el teatro español anterior a 1936

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TEATRO ANTERIOR A 1936

INTRODUCCIÓN. Los historiadores y algunos críticos coinciden en señalar que nuestro teatro anterior al 36 es de inferior calidad al europeo. La razón tal vez sea de tipo social: el público de clase media alta, de gustos mediocres asistía a los teatros en busca de diversión, exigiendo obras cómicas o melodramáticas. Salvo contadas excepciones –Benavente, Unamuno, Valle-Inclán, García Lorca- apenas existieron dramaturgos capaces de conector con este público y al mismo tiempo renovar la escena española

TIPOS DE TEATRO


Teatro comercial


Jacinto Benavente fue uno de los más afamados dramaturgos. Se atrevíó a analizar a su público en retratos no siempre halagadores, aunque su crítica era suave.Su obra El nido ajeno planteaba un tema de interés por aquel tiempo: las dificultades de una mujer casada en nuestro país. El tema suscitó tal polémica que a los tres días se retiró la obra del local donde se representaba.

Gente conocida, sobre la alta sociedad, presentaba una crítica suave. A partir de aquí siguieron éxitos como:
Los intereses creados, deliciosa farsa que utiliza el ambiente y los personajes de la viaja comedia dell´arte, pero que encierra una cínica visión de los ideales burgueses, La malquerida,…

Además de Benavente, en este tipo de teatro triunfaron Manuel Linares y Gregorio Martínez Sierra.

Teatro del humor


Su propósito era provocar la  hilaridad del espectador y divertirlo con una acción basada en el equívoco y en situaciones regocijantes. Destacan Carlos Arniches, autor de sainetes populares y costumbristas, historias ambientadas en Madrid, con personajes castizos que se expresan con un habla achulada y tradicional. Su aportación fue la “tragedia grotesca” en la que aúna elementos dramáticos y cómicos:
La señorita de TréVélez, Es mi hombre,…En este género también sobresalen los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, cultivadores del sainete andaluz con El patio, La malvaloca.
Pedro Muñoz Seca es el creador de las “astracanadas”, comedias de acción disparatada y de alguna obra más interesante como La venganza de don Mendo.

Teatro poético


De verso modernista, evasivo y casi siempre histórico, que situaba la escena en tiempos remotos como la Edad Media o en lugares exóticos y lejanos. Cultivan esta modalidad Francisco Villaespesa; Eduardo Marquina, autor de Las hijas del Cid y En Flandes se ha puesto el sol.
También los hermanos Manuel y Antonio Machado y José María Pemán, autor de El divino impaciente.

Teatro de ensayo o experimental


Algunos dramaturgos interesantes fracasaron al intentar ofrecer al espectador obras más novedosas y exigentes, pues no consiguieron conectar con el público. Es el caso de Jacinto Grau que escribíó El señor Pigmalión y El burlador que no se burla.
M. De Unamuno abordó temas filosóficos, es autor de Fedra;
Azorín planteó temas trascendentes en Lo invisible donde trata la angustia ante la muerte.

El más innovador de estos autores fue Ramón María del Valle-Inclán, en su obra se observa una singular evolución desde un Modernismo elegante y nostálgico a una literatura crítica, basada en una feroz distorsión de la realidad. Su gran aportación fue el esperpento, término con el que designa la mezcla entre lo trágico y lo cómico, en el que intervienen personajes degradados convertidos en fantoches deshumanizados, inmersos en situaciones sórdidas que usa el autor para expresar su visión sarcástica de aquella España lamentable.
Luces de bohemia o Martes de carnaval son algunos de los títulos que le inmortalizaron.

Dramaturgos de la generación del 27


En los años treinta tomaron el relevo dramaturgos de la Generación del 27 como Alberti, autor de Quien te ha visto y quien te veSombra de lo que eras y Los hijos de la ira (drama social).

De la misma época fueron Jardiel Poncela, Alejandro Casona y Max Aub.

El más importante dramaturgo fue Federico García Lorca, que perseguía la regeneración cultural de su país por medio de la representación y que se mueve entre la vanguardia renovadora y la tradición.

En sus obras se produce frecuentemente el enfrentamiento entre un individuo, una mujer en busca de sí misma y de su autenticidad y las fuerzas externas que intentan ahogarlo e impedir su realización, con el consiguiente desenlace frustrante. Es este un enfrentamiento entre el principio de autoridad –el orden, la tradición, la colectividad- y el principio de libertad –el deseo, el instinto, la individualidad-. Así, por ejemplo, en La casa de Bernarda Alba, una muchacha se rebela contra su madre, encarnación del poder social, para reivindicar el derecho a la afectividad. En Bodas de sangre, otra mujer rompe las normas sociales para buscar al compañero prohibido, del que espera la felicidad.

Los orígenes teatrales de Lorca están en el Modernismo: introduce muchos elementos poéticos, tales como el verso, los temas históricos (como en Mariana Pineda)
, incorpora canciones populares para hacer más denso el clima dramático. Su teatro es poético porque cada obra se concibe como un largo poema dramático.

El público y Así que pasen cinco años pertenecen al periodo neoyorkino y contienen elementos surrealistas.

La madurez del dramaturgo se alcanza con Bodas de sangre y Yerma.
Ambas desarrolladas en Andalucía y tienen como protagonistas gentes campesinas, las mismas que aparecerán en La casa de Bernarda Alba.
Drama en el que se enfrentan una madre y sus hijas; la primera, representa la autoridad e impone un luto inhumano durante ocho años por la muerte del padre de una de sus hijas. Adela, una de las hijas persigue la libertad y paga con su vida la rebelión contra el poder.

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