La producción narrativa de Benito Pérez Galdós
Benito Pérez Galdós es el novelista más importante del XIX español. Se suelen repartir sus novelas en tres grupos:
Novelas de la primera época
Todas las novelas publicadas hasta La desheredada (1881). Se trata de una serie de novelas de tesis que responden a la necesidad de mostrar dos mundos ideológicamente opuestos. En ellas, el protagonista, caracterizado por su bondad y por su espíritu abierto, se opone a una serie de personajes de mentalidad tradicional. El choque tiene como propósito el ataque a la intransigencia y el fanatismo. Es un Realismo tendencioso, que deja en evidencia lo que para el autor eran los males de España: el fanatismo y la intransigencia religiosa (Gloria y La familia de León Roch) y la organización caciquil que domina la vida provinciana del momento (Doña Perfecta).
Se observan en estas novelas una serie de carácterísticas que no abandonará a lo largo de su extenso quehacer literario:
-Oposición a la concepción absolutista del Estado -Defensa de la libertad de pensamiento -Conciliación de la fe (con una fuerte carga emotiva) y la razón -Preferencia por una ética laica, sostenida por la virtud de la honestidad y opuesta a la hipocresía religiosa -Confianza en el poder de la educación para cambiar las costumbres sociales
Novelas españolas contemporáneas
Las décadas de los 80 y los 90 fueron las más fructíferas en la trayectoria de Galdós. Se considera que las “novelas españolas contemporáneas” son veinticuatro novelas en las que se refleja la sociedad y el ambiente del Madrid de su tiempo. La mirada de Galdós busca ser más objetiva, se aleja de los presupuestos de la novela de tesis para interesarse por las “dolencias sociales”, lo que las acerca a la escuela naturalista en tanto muestran la preocupación por los condicionamientos ambientales, familiares y fisiológicos. Sus análisis son ahora más profundos y abiertos, y adquieren un fondo de enorme comprensión. Esta tendencia se consolida hacia 1884, con la publicación de Tormento y La de Bringas.
La novela fundamental de este período (y de todo el movimiento) es
Fortunata y Jacinta (1887). Se publicó inicialmente por entregas, puesto que su argumento se plegaba perfectamente a las necesidades del folletín: una chica pobre que se enamora de un donjuán adinerado que la convierte en su amante. Comparte con las grandes novelas europeas del período (Ana Karenina y Madame Bovary) el interés por la psicología femenina y la presencia de un triángulo amoroso. En este último aspecto, muestra Galdós su originalidad: su triángulo es el de un adulterio inverso. Muestra un hombre entre dos mujeres de tipologías físicas y psicológicas diferentes, que conformarán otros triángulos cambiantes con el devenir narrativo.
Los protagonistas soportan valores simbólicos: -Fortunata, personaje que goza de la simpatía del autor, es la amante morena. Simboliza la pasión, la naturalidad, el poder de los instintos que domina al pueblo. -Jacinta es la esposa rubia que representa, por su esterilidad, a la burguésía. Es la discreción de la sociedad conservadora, refinada y elitista. -Juanito Santa Cruz es el representante de la burguésía ociosa e improductiva, es un donjuán desvirtuado, un antihéroe muy alejado de la grandeza que recubría al prototipo ROMántico. Los hechos novelados se desarrollan en Madrid, ciudad de la que el autor poseía un inigualable conocimiento. Por sus páginas pasan personajes de todos los estamentos sociales, perfectamente descritos y caracterizados lingüísticamente gracias a la habilidad galdosiana de recrear los distintos registros lingüísticos, hablas gremiales y jergas. El tiempo narrativo transcurre entre principios de la década de los 60 y el año 76 (año de la muerte de Fortunata). Se trata de años políticamente muy turbulentos, cuyos acontecimientos fundamentales se aparejan simbólicamente a los sucesos vividos por sus criaturas. Hacia finales de la década de los 80 asistimos a la publicación de una serie de novelas que reflejan el “pesimismo social” de Galdós.
Miau, Torquemada en la hoguera, La incógnita o Realidad son ejemplos de la irracionalidad y el absurdo de las leyes sociales. El contrapeso a este pesimismo lo encontramos en las “novelas idealistas” de la década siguiente, donde podemos observar la influencia del espiritualismo cristiano de Tolstoi y Dostoyevski. Estas novelas se centran en el análisis del carácter y las reacciones de los personajes, que se explican por factores de índole espiritual. Pertenecen a esta serie obras como Halma, Nazarín y Misericordia, obra esta última que supone una nueva revisión de la novela picaresca y, sin duda, es el texto más descarnado que se ha escrito sobre la miseria madrileña. En torno a 1895 se percibe el interés de Galdós por el drama, que se trasluce en el intento de importar técnicas teatrales a la novela. Nacen las conocidas como “novelas teatrales” (El abuelo, Casandra…) donde los personajes se explican a sí mismos desde sus diálogos, sin apenas intervenciones del narrador.