Principales obras y autores del romanticismo


Ambientes nocturnos, mujeres enigmáticas de belleza inalcanzable, duelos a espada… pueblan sus páginas.Aunque se habla de un prerromanticismo en la obra de autores ilustrados como Juan Meléndez Valdés o José Cadalso, hay que esperar a la muerte de Fernando VII, en 1833, para que este movimiento triunfe en España. Lo hace de la mano de autores como Martínez de la Rosa (“La conjuración de Venecia”) o el Duque de Rivas (“Don Álvaro o la fuerza del sino”). Quien mejor encarna la figura del Romanticismo exaltado es José Espronceda, que además de llevar una activa vida política, es autor una interesante producción poética tanto lírica (“Canto a Teresa”) como narrativa (“El diablo mundo”, “El estudiante de Salamanca”). Una versión igualmente crítica sería José Larra, quien cultivó el drama (“Macías”) o la novela histórica (“El doncel de don Enrique el valiente”), pero que destacó sobre todo por sus artículos costumbristas (“Vuelva usted mañana”, “El castellano viejo”) donde de manera amena pero mordaz describe una sociedad atrasada y estéril. La última gran figura de este primer Romanticismo es José Zorrilla, autor fértil que cultivo con mucho éxito la poesía narrativa (“Elvira”) pero a quien hoy recordamos sobre todo por su drama “Don Juan Tenorio”, versión romántica del mito del don Juan, cínico implacable que se atreve a retar al propio Dios, pero que a diferencia del don Juan barroco, es redimido del infierno por el amor verdadero.Por último, hay que mencionar a dos grandes autores, Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro, que algunos críticos prefieren encuadrar en el premodernismo, y que son sin duda las más altas cimas de calidad del movimiento. Bécquer, autor de delicadas y solventes leyendas (“El monte de las ánimas”), es reconocido hoy por sus “Rimas”, colección de poemas que describen algo parecido a un episodio amoroso, desde su fase más ilusionante hasta el rechazo y la desesperación. Son de altísima intensidad, sutileza y sinceridad, lo que le han hecho erigirse, aún hoy, como prototipo de la poesía lírica amorosa. Por su parte, Rosalía, autora de dos primeros libros en gallego (“Cantares galegos” y “Follas novas”) y de uno en castellano (“A orillas del Sar”), cultiva también con maestría la poesía intensa, doliente, de rimas suaves y formas originales, donde condensa sentimientos de nostalgia y unión con la naturaleza.En resumen, aunque en versiones heterogéneas y calidad desigual, el Romanticismo en Europa y también en España transformó la forma de entender el arte en lo que entendemos que es hoy: el territorio de la libertad, de lo original, de la inspiración genial.
El MODERNISMO  es un movimiento muy internacional que no se limita a la literatura, sino que abarca diferentes parcelas del arte como la pintura, la arquitectura o las artes decorativas. Se desarrolló, aproximadamente, entre 1885 y 1915, y aunque con diferentes nombres según los países, Art Nouveau en Francia, Jugend Still en Alemania o Modern Style en Inglaterra o América, supone una reacción contra la estética realista que se venía imponiendo en Europa desde mediados de siglo XIX. En esta época, denominada comúnmente como “Fin de siglo”, parecía haber triunfado la filosofía positivista vinculada al capitalismo, al progreso tecnológico y a los avances imparables de la revolución industrial. Influido directamente por el Simbolismo y el Parnasianismo franceses, pero en realidad íntimamente conectado con la esencia del Romanticismo, se observan en él unos rasgos muy característicos. Opuesto al prosaísmo realista, lo primero que llama la atención es el lenguaje lujoso que cultiva. Prosa y verso se pueblan de cisnes, orquídeas, góndolas y princesas orientales. Hay un gusto por las palabras extranjeras, por su sonido exótico y sus connotaciones de leyenda. Otro rasgo que a veces se ha anotado de forma peyorativa es el escapismo. Efectivamente, el afán por alejarse de escenarios mediocres, naturalistas, lleva sus relatos a las refinadas cortes decadentes de Venecia, Samarkanda o el París del siglo XVIII. También muy especialmente, la Grecia clásica. Ello se ve hoy como una forma de crítica al materialismo capitalista en que se había sumergido la sociedad. Son autores cosmopolitas, que han viajado y conocen (sobre todo literariamente) otras culturas que le interesan tanto o más que la Europea. Les empuja un aire de libertad que se traduce en importantes renovaciones en la métrica (aparecen el eneasílabo, el decasílabo, el soneto alejandrino), en las figuras retóricas (cultivo de la sinestesia, la aliteración) y en el léxico (arcaísmos, extranjerismos, cultismos..). Para terminar, hay que señalar cómo espíritu transgresor se deja ver en el gusto por temas paganos y sensuales, que a menudo se adentran en la pornografía o el satanismo.El Modenismo en lengua castellana nace en Hispanoamérica con autores como José Martí o José Asunción Silva y será su mejor exponente, el nicaragüense Ruben Daría quien lo introducirá en España, donde vivió unos años. Obras suyas como “Azul” o “Prosas profanas” causaron enorme impacto y grandes escritores españoles se dejaron seducir por sus novedades. Hay que citar en primer lugar a Manuel Machado, poeta de diferentes voces, cuya obra más reconocida es “Alma”, de 1900. Otro gran autor que, solo en una primera etapa que luego desdeñó, produjo memorables libros modernistas es Juan Ramón Jiménez. Sn ejemplos “Arias tristes” o “La soledad sonora”. Ineludibles son también nombres como Antonio Machado o Valle-Inclán. Los trataremos al hablar de la GENERACION DE 98 
Con este nombre, bastante discutido hoy en día, se conoce a un grupo de autores, nacidos en España entre los años 1860 y 1875, que cultivaron un tipo de literatura con algunos rasgos comunes, distinta si no opuesta al realismo decimonónico. Se ha discutido largamente sobre su filiación u oposición al Modernismo. Hoy la crítica no los considera esencialmente distintos, sino que ve en el 98 la aportación española a ese movimiento amplio y cosmopolita que fue el modernista. Hay, al menos hasta los años 20, algunos elementos afines en sus obras. En primer lugar, un gusto por la prosa fluida, natural, antirretórica, alejada de la afectación. Preferían la palabra precisa, a menudo arcaizante, de gusto local, pero usada siempre con lirismo. Descubrieron en el austero paisaje castellano, a pesar de que casi todos nacieron en la periferia, un motivo de inspiración. También compartieron una visión pesimista de la sociedad española, a la que pretendieron, sin demasiada acción ni compromiso, regenerar. Quizá fuera José Martínez Ruiz, “Azorín”, quien más contribuyera a la creación del concepto de Generación del 98 con novelas como “La voluntad”, de 1902. En ella, un muchacho (Antonio Azorín) habla y reflexiona con su maestro sobre distintos temas. No hay acción ni trama estructurada ni personajes nítidos ni final cerrado al estilo realista. Historia, filosofía, poesía… son las herramientas con las que construye un original relato donde el protagonista es el propio lenguaje y el inconfundible estilo.Otro autor importante fue Miguel de Unamuno. Rector de la universidad de Salamanca, intelectual de inmenso prestigio, fue más conocido como pensador que como autor de ficción, aunque él siempre se consideró sobre todo poeta. En libros como “El Cristo de Velázquez” plasma en versos algo áridos, pero muy valorados hoy, sus inquietudes vitales, siempre en torno a la lucha entre la fe y la razón.

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