Epígrafe 4
Generación del 98: definición y carácterísticas
La Generación del 98 es el nombre con el que se ha reunido tradicionalmente a un grupo de novelistas, ensayistas y poetas españoles que se vieron profundamente afectados por la crisis moral, política y social acarreada en España por la derrota militar en la Guerra hispano-estadounidense y la consiguiente pérdida de Puerto Rico, Cuba y las Filipinas en 1898. La literatura del momento no es sino una muestra de la evolución histórica por la que atraviesa la España de la “crisis de fin de siglo”, que abandona su condición de Imperio colonial para mirar hacia el interior y encontrarse consigo misma. La pérdida de las últimas colonias de Ultramar genera un pesimismo sobre el futuro del país; al mismo tiempo, en el interior, España se mueve bajo el sistema de turno de partidos políticos en un ambiente social controlado por los grandes terratenientes, con constantes enfrentamientos patronos-sindicatos; a esto hay que unir una crisis de la conciencia burguesa, manifestada en el Modernismo.
En este ambiente, surge la Generación del 98, grupo de escritores e intelectuales que rechazan todo el prosaísmo que significaba la burguésía. Este grupo, aún dentro del movimiento ideológico y estético que inunda el mundo occidental desde fines del Siglo XIX, el Modernismo, se diferencia de éste en algunos aspectos. Sobre la nómina de autores del 98 se ha discutido mucho. En un principio, se incluyó hasta a Rubén Darío y otros de su misma corriente literaria porque las divergencias entre Modernismo y 98 no parecían excesivas a los críticos de la época. El matiz que los separa es que en los autores del 98, el espíritu de protesta se extiende a criticar la situación política y social española, y no sólo a atacar el arte burgués o a promover una renovación estética, como hacen los modernistas. Actualmente, se consideran como pertenecientes a esta Generación los siguientes:
• Ángel Ganivet (ensayista) , como precursor.
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Miguel de Unamuno, José Martínez Ruiz “Azorín”, Pío Baroja y Ramiro de Maeztu, como autores básicos. Los tres últimos forman el llamado “Grupo de los Tres” y publican juntos un “Manifiesto” (1901) en el que proponen una necesaria regeneración de los valores e ideales que han entrado en crisis.
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Tradicionalmente, también se incluye a Ramón María del Valle-Inclán y a Antonio Machado, quienes se encuentran, desde el punto de vista estético, más próximos a los modernistas que a los noventayochistas.
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Otros autores menores serían Ciro Bayo (autor parodiado por Valle en Luces de bohemia con el nombre de G.A.Y Peregrino), Manuel Bueno, Eugenio Noel y Manuel Ciges Aparicio.
Los autores noventayochistas cultivaron especialmente la novela y el ensayo, géneros en las que su espíritu crítico podría tener mejor expresión. Los rasgos básicos de la literatura de estos autores son los siguientes:
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Profundo pesimismo ante la situación histórica padecida por España: la contemplación de la dura realidad, la decadencia del Imperio español por la pérdida de Cuba y Filipinas y el recuerdo del pasado heroico, glorioso e invencible, lleva a un desencanto que se extiende desde lo histórico a lo metafísico, desde la pérdida material a la ruina espiritual.
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Tendencia hacia el idealismo (de ahí la identificación con el carácter de Don Quijote), unida a la preocupación real por la situación de su tiempo.
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Los motivos temáticos carácterísticos de esta Generación son: las inquietudes religiosas y el dolor de España. Con respecto a las primeras, se realizan planteamientos desde la perspectiva del existencialismo heredado de Kierkegaard, Schopenhauer y otros filósofos decisivos en estos tiempos, en los que la falta de sentido de la vida, la duda existencial (y su consiguiente angustia) y el escepticismo ante lo dogmático serán los puntos de referencia que cada autor concretará en su obra y su vida. El dolor de España nace de un profundo e interior patriotismo que tiene su centro en las tierras de Castilla (aunque ninguno de ellos era de esta zona) que no les oculta la miseria moral que pretendían regenerar. Su sentido de España es, pues, centralista y casticista: aunque, en un principio pensaban que había que “europeizar” España, luego se convencieron de que había que “españolizar” Europa. Este cambio de postura es una muestra de la evaluación que estos autores experimentan en sus respectivas trayectorias ideológicas, vacilación que se dejó sentir en los temas políticos, oscilando entre el conservadurismo y el liberalismo, derechas e izquierdas, moderación y exaltación…
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El subjetivismo domina siempre a la hora de analizar la realidad. Por esta razón y por el intento continuo de renovación literaria, este grupo de autores está íntimamente ligado a las tendencias creadoras marcadas por Larra y Cervantes.
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Desde el punto de vista estilístico, se va a la búsqueda de la sobriedad para la correcta expresión de lo que se quiere comunicar. El deseo de sencillez contrasta con el Modernismo, que tiene en la expresión recargada uno de sus pilares básicos. En cuanto al léxico, los autores del 98 gustan de utilizar arcaísmos y ciertos términos populares que Lázaro Carreter considera “tradicionales”.
Epígrafe 2
La poesía de Miguel de Unamuno y Antonio Machado
Incluiríamos dentro de la lírica del 98 al Antonio Machado de la segunda etapa y la obra poética de Miguel de Unamuno. Antonio Machado (1875-1939), poeta sevillano que murió en Francia tras terminar la Guerra Civil. Allí se había trasladado para huir del nuevo gobierno franquista puesto que colaboró con la República. Su obra poética presenta dos etapas. La primera etapa es modernista, en cuanto a la métrica, el léxico, las imágenes y el predominio de elementos musicales; ahora bien, el poeta huye de la frialdad de Rubén Darío. A este período pertenece la obra Soledades (1903), a la que se agregan en 1907 nuevos textos(a esta edición la denominó Soledades, galerías y otros poemas). Se percibe en esta obra la influencia del intimismo de Bécquer y la predilección por ciertos ambientes: jardines sombríos, el otoño melancólico y las puestas de sol, en la línea del francés Paúl Verlaine. Carácterísticas básicas de esta obra son:
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Temas: el paso del tiempo, los sueños, la pérdida de la juventud y el problema de la muerte (vinculado al tópico del tempus irreparabile fugit).
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Se recogen símbolos como la tarde (declive, decaimiento), el agua y la fuente (expresan a la vez alegría/dolor), el huerto (que simbolizan el recuerdo infantil, el paraíso perdido), el jardín (vinculado a la tarde, la fuente, el lugar sombrío, lo triste), los caminos (sendas reales por las que transita el poeta, caminos que llevan al ocaso) y la noria (que en su girar representa la monotonía).
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Destaca el uso del diálogo: con las estaciones, el amanecer, la noche, elementos que aparecen personificados y a los que el “yo” poético formula preguntas para las cuales a menudo no existen respuestas (interrogaciones retóricas).
La segunda etapa es la denominada noventayochista y representa al Machado más carácterístico. Se inicia con Campos de Castilla (publicada en 1912 y ampliada en 1917). El poeta entra en contacto con la tierra castellana. La conmoción que le produce este encuentro le lleva a un modo de expresión distinto. Su poesía se hace realista y objetiva, más austera y sobria. Junto al paisaje soriano, el autor incorpora como temas la preocupación por España y sus gentes (en la línea de la Generación del 98). Añade poemas sobre la muerte de su esposa Leonor, poemillas de carácter sentencioso y el romance “La tierra de Alvargonzález” que aborda el tema del cainismo, la envidia y la codicia por la propiedad de la tierra. Los símbolos a los que más recurre en este libro son el río (la vida, en la línea del Jorge Manrique en la Coplas a la muerte de su padre) y el mar (lo absoluto e ilimitado).Añadiremos aquí sus últimas obras, ya lejos de Castilla: Nuevas canciones, Canciones a Guiomar, de carácter amoroso, y De un cancionero apócrifo, atribuido a sus dos “dobles” Juan de Mairena y Abel Martí, y las poesías de guerra, entre las que destaca “El crimen fue en Granada”.
La poesía de Unamuno, de menor calidad que su vertiente prosística, parte de la vivencia y de la experiencia y aborda tres grandes temas: la familia, la patria y la religión, además del paisaje. Su obra más celebrada es de índole religiosa: El Cristo de Velázquez; otras obras en verso serían: Romancero del destierro y el Cancionero (publicado póstumamente).
Epígrafe 3
La prosa (narrativa y ensayística): Pío Baroja, Azorín, Valle-Inclán y Miguel de Unamuno
La novela
En este capítulo, sobresalen Pío Baroja, Miguel de Unamuno, y Ramón María del Valle-Inclán. Pío Baroja tiene una concepción de la novela en la que cabe todo: desde la reflexión filosófica o psicológica a la aventura, la crítica, el humor… aunque su interés por la acción determina la preferencia por temas de aventuras. Sus personajes, por lo general, son seres inadaptados (bohemios, vagabundos, aventureros) que suelen fracasar en su lucha vital y que se caracterizan por lo que hacen y dicen: pesimistas y desesperanzados; intentan a través de la acción lograr vencer al mundo, pero ese intento suele ser vano.
Además, el autor incluye en la acción central gran cantidad de personajes que luego desaparecen sin dejar rastro. Otros rasgos sobresalientes de las novelas barojianas son: el uso del diálogo (sencillo y verosímil) como base esencial de algunas obras y la maestría en las descripciones. Baroja organizó su obra en trilogías, de agrupación a veces arbitraria. La crítica suele reconocer dos etapas en su producción:
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Primera etapa (hasta 1912): caracterizada por la variedad temática e incluye las mejores creaciones barojianas: Camino de perfección, El árbol de la ciencia(que refleja la desesperanza moral y la desorientación de la España de la época a través del personaje de Andrés Hurtado), La Busca (obra que refleja la sociedad madrileña de principios de siglo y narra la lucha de “los de abajo” por subir y de “los de afuera” por entrar en la ciudad); además, incluye dos narraciones con protagonistas aventureros como son Las inquietudes de Shanti Andía y Zalacaín el aventurero.
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Segunda etapa: en este período, se observa el predominio del relato con trasfondo histórico y la perspectiva irónica. Destacan Los amores tardíos y Memorias de un hombre de acción (serie narrativa histórica formada por veintidós novelas cuya unidad se logra por medio de la biografía de Eugenio Avinareta, conspirador del Siglo XIX y antepasado del propio Baroja). Miguel de Unamuno desarrolla en sus novelas los temas que le obsesionaban: la afirmación de la personalidad, la lucha contra el instinto, el afán de dominio sobre los demás y la muerte. Se centra en el conflicto íntimo de los personajes generado por una estricta trabazón familiar (relaciones amorosas, paterno-filiares…). Cuatro son las obras que destacan en su producción narrativa: Niebla (metanovela o nivola- denominación que inventó el propio autor- que presenta la lucha contra el determinismo a través del enfrentamiento del protagonista, Augusto Pérez, con su creador, el novelista. Abandonado el día de su boda, Augusto piensa en el suicidio, va a Salamanca y consulta al escritor Unamuno, quien le recuerda que es solo un personaje de ficción y no puede tomar tal decisión- del mismo modo que Dios y el hombre-), Abel Sánchez (aborda el tema del cainismo hispánico), La tía Tula (cuya protagonista es una mujer fuerte frente a un hombre débil) y San Manuel Bueno, mártir (sobre un cura rural que pierde la fe y que se impone la voluntad de creer para no desesperanzar a sus feligreses).
Ramón María del Valle Inclán se inclina básicamente por la estética modernista y a medida que su producción avanza adopta la técnica del esperpento (como en su obra dramática). Entre las novelas, destacan: Las sonatas, cuyo protagonista, el marqués de Bradomín, es un donjuán “feo, católico y sentimental” que funciona como hilo conductor para abordar los temas del amor, la muerte y la religión; la trilogía de la guerra carlista( Los cruzados de la causa, El resplandor de la hoguera y Gerifaltes de antaño), que se apoya en la idea de que el liberalismo es la fuente de todos los males de España y propone como alternativa el modelo de sociedad carlista, patriarcal y arcaica; Tirano Banderas, novela histórica que narra la caída de un dictador hispanoamericano utilizando la técnica del esperpento (degradación de personajes y acciones)y la serie El ruedo ibérico (también esperpéntica) en la que se pretendía reflejar la situación de España desde el reinado de Isabel II hasta la guerra de Cuba.
El ensayo
Es este un género que encaja perfectamente con la reflexión y los temas filosóficos, tan carácterísticos en este movimiento literario. Destacan en este capítulo Azorín y el anteriormente citado Miguel de Unamuno. José Martínez Ruiz “Azorín” compone ensayos muy representativos de esta Generación. Sus obras son recopilaciones de artículos sobre el paisaje de España, la crítica literaria y la reflexión política. En Los pueblos, La ruta de Don Quijote, Castilla, intenta captar el alma castellana en el paisaje y en los pequeños detalles de la vida.. Miguel de Unamuno es, sin duda, el mejor ensayista de la generación, abordando dos temas fundamentales: el tema de España y la angustia existencial. Del primero trata En torno al casticismo, donde propone la uníón de tradición (que no se halla en los falsos casticismos sino en la intrahistoria, es decir, en la vida silenciosa y anónima de los pueblos de España) y europeización como remedio a los males del país; y Vida de Don Quijote y Sancho, donde se señala que la España real y la raíz de lo español están en Cervantes, quien supo captar la más profunda esencia de España y transmitir a través de Don Quijote el ideal de regeneración de la sociedad española. Del conflicto existencial y religioso se ocupan dos obras: Del sentimiento trágico de la vida, que plantea la lucha entre razón y fe; y La agonía del cristianismo, donde mantiene que la verdadera religión ha de nutrirse del conflicto, del desasosiego y debatirse en la duda.