Evolución:
Poeta excepcionalmente dotado, no por ello desprecia la técnica aprendida : sabe sintetizar de modo perfecto la inspiración con el arte más riguroso, y, como ocurriera con García Lorca, combina lo popular con la tradición culta. Realiza sobre todo sonetos – , combinación que proporciona a sus creaciones un equilibrio entre emoción y contención y una fuerte densidad expresiva. Igualmente extraordinarios son sus progresos en el campo de la metáfora.
Aunque su trayectoria poética es breve, presenta una evolución desde los primeros poemas hasta los desgarrados de los últimos tiempos.
Una primera etapa de su creación responde a la moda gongorina, tan propia del “grupo del 27”. A ella pertenecen las 42 octavas reales de “Perito en lunas” (1.934), obra en la que objetos corrientes son sometidos a una deslumbrante elaboración metafórica. Se encuentran otros poemas de lenguaje más suelto y cordial, que como “Silbo de afirmación en la aldea”, de carácter popular.
Hacia 1.936 nos encontramos con el poeta en su plenitud. Ese año publica “El rayo que no cesa”, en el que ya aparece su gran tríptico temático : la vida, el amor y la muerte. Pero, sobre todo, el amor, vitalista y que se estrella contra las barreras que se alzan a su paso. Ese “rayo” alude a una pena que se clava en su corazón con presagios de muerte. El temas es, principalmente, el soneto. Al libro pertenece asímismo la “Elegía a Ramón Sijé”, en tercetos encadenados y que constituye una de las más impresionantes de la lírica castellana, por la fuerza de la amistad que emana. En esta misma fase de su producción se aprecia el impacto del Surrealismo en dos nuevas elegías a Vicente Aleixandre y a Pablo Neruda.
Entonces llega la guerra y el poeta inicia una etapa de poesía comprometida y de circunstancias. Aparecen “Viento del pueblo” – en el que se incluye el popularísimo – y “El hombre acecha”. Hernández declara al principio de primero. Cuando la guerra ha terminado y el poeta se encuentra en la cárcel. Allí compone la mayor parte de su “Cancionero y romancero de ausencias”. En él, vuelve a sus temas de siempre y, sobre todo, al amor, en este caso a la esposa y al hijo, un amor triste por la separación. Junto a él, aparece su situación de prisionero y el tema de la guerra y sus consecuencias. Se inspira ahora en la lírica popular. Y esta sencillez unida alcontenido dan por resultado un libro conmovedor.A esta época pertenecen también otros poemas. Es imprescindible reseñar las “Nanas de la cebolla”, estremecedor poema a su hijo, en el que el autor aún saca fuerzas para pedirle que sonría.También realizó el poeta el teatro en verso.
Es parecido a los poetas del 27 en algunas tendencias, pero, a la vez, se aleja definitivamente del arte “deshumanizado” propio de las primeras vanguardias. Y, por su fuerza emotiva y, por otra parte, su contribución a la poesía social, abrió el camino a los poetas de posguerra, entre los que destaca Machado.
TRADICION Y VARNGUARDIA
La obra de M.H evoluciona a lo largo del tiempo: de una sencillez inicial, de un verso simple q respira romanticismo sentimental, pasa a un barroquismo complejo, a una trabajada y conceptuosa recreación de la realidad, con metáforas que poseen elementos personales innegables. Góngora y los clásicos están detrás de esta poesía “encorsetada” en octavas reales y profundamente imaginativa. (“Perito en lunas”). M.H. está dentro de la llamada “poética purista” de los años veinte. Más tarde, su poesía, tras nuevas lecturas y nuevas amistades, se va haciendo más fluida y humana, agilizando las “armaduras”: versos jugosos, ricos en imágenes y en expresividad, sacudidos por una intuición trágica… (“El rayo que no cesa”). Temática amorosa, a modo de cancionero, dentro de la tradición petrarquista. Imágenes y simbolismo al servicio de sus experiencias amorosas. . Entre 1935 y 1936 se relaciona con el surrealismo. En estos años sus poemas empiezan a tener conciencia social: es el poeta de la guerra civil. Con su verso y con su “sangre” relata la experiencia de la guerra. (“Pueblo de mi misma leche”,). Superación de la etapa retórica. Poesía combativa y exaltada, de condenación del burgués. Defensor del pueblo, del oprimido, de los campesinos… (“Viento del pueblo”). Muchos de estos poemas se escribieron pensando en la recitación pública. Poesía social. El contenido se esparce en cuatro direcciones: la elegía, la exaltación heroica, el sarcasmo combativo y lo social. La derrota del ejército republicano supone para M.H. una tremenda decepción y una tristeza que vuelve a quedar reflejada en sus poemas. El odio, la muerte sin sentido, las cárceles… Desencanto y dolor. Empieza a buscar un intimismo (“El hombre acecha”) que culminará en el “Romancero y cancionero de ausencias”, concebido como un auténtico diario íntimo. Al final, su poesía tiende hacia uan fácil comprensión profundamente humana., sus poemas últimos son individualistas y sinceros. En resumen: M.H. empieza escribiendo una poesía de imitación de la poesía culta barroca; y termina su obra poética utilizando las formas más próximas a las que había tenido en su infancia de pueblo sencillo: la poesía tradicional.