Evasión modernista

Movimientos renovadores en la poesía
de principios del Siglo XX:
Modernismo y
vanguardias. La poesía de Rubén Darío
Se denomina Modernismo a una corriente literaria que se inició a finales
del Siglo XIX y se mantuvo vigente a lo largo de los primeros años del Siglo XX,
hasta la primera Guerra Mundial (1914) aproximadamente. La palabra modernista fue
utilizada en un principio para referirse con tono despectivo a los jóvenes que intentaban
romper con la estética del Realismo. Las primeras manifestaciones literarias del
Modernismo tuvieron lugar en Hispanoamérica a partir de 1880, y son fruto del deseo
general de renovación de la literatura.
Su figura principal fue el poeta nicaragüense
Rubén Darío. En los orígenes del Modernismo se da una rebelión contra el espíritu
utilitario de la época y el materialismo de la civilización burguesa e industrial. Esta
actitud inconformista y de rebeldía la manifestaron los escritores modernistas llevando
una vida bohemia y despreocupada (tertulias en los cafés, vestimentas informales,
poses llamativas, etc.). En lo estético, no ocultan su desprecio hacia la literatura
inmediatamente anterior, la literatura realista a la que reprochan su falta de sensibilidad
artística por ceñirse únicamente a reflejar la realidad exterior cotidiana y por hacerlo
además con un lenguaje descuidado y carente de interés.
Fue decisiva en el Modernismo la influencia de dos movimientos literarios
franceses de la segunda mitad del XIX, el parnasianismo y el simbolismo. El
parnasianismo busca la perfección formal, cultiva la belleza externa y aspira a una
poesía serena y equilibrada. Sus temas preferidos son los mitos griegos y ambientes
refinados y exóticos -bíblicos, orientales, medievales… El simbolismo se propone
descubrir los significados profundos que se esconden más allá de la realidad sensible y
captar las esencias que se encuentran bajo la superficie cambiante de las cosas. Para ello
se vale de los símbolos, imágenes o realidades físicas que sugieren ideas, sentimientos
o estados de ánimo: así el ocaso puede ser símbolo de la muerte o la decadencia. Otras
influencias perceptibles en el Modernismo son el Romanticismo intimista de Bécquer,
la poesía cargada de misterio del americano Édgar Allan Poe, el arte refinado del inglés
Óscar Wilde y la elegancia decadentista del italiano D´Annunzio. Es el Modernismo
un movimiento cosmopolita, cuyo centro fue indiscutiblemente París.
Los temas tratados por los modernistas son:
Una desazón «ROMántica»: Son muchas las afinidades entre ROMánticos y
modernistas: análogo malestar, melancolía, angustia, insatisfacción…), semejante
rechazo de una sociedad vulgar, parecida sensación de desarraigo y de soledad. Se
exaltan las pasiones y lo irracional por encima de la razón. Lo más importante son
las manifestaciones de hastío y de profunda tristeza.
El escapismo: El modernista, siguiendo a los parnasianos, huye del mundo por los
caminos del ensueño. Evasión en el espacio, exotismo, importancia de lo oriental.
Evasión en el tiempo, hacia el pasado medieval, renacentista, mitología clásica y
pagana, etc. (mundos de belleza en los que refugiarse).
El cosmopolitismo: Va ligado al escapismo. La necesidad de evasión busca lo
distinto y aristocrático. Gran devoción por París (sus cafés, sus bohemios…), meta
e inspiración de los modernistas.
El amor y el erotismo: Por una parte se da una idealización del amor y de la mujer,
se trata otra vez del tema del amor imposible. Frente a esto habrá muestras de un
erotismo desenfrenado: descripciones sensuales unidas a evocaciones paganas y
exóticas.
Los temas americanos: El cultivo de temas indígenas como contrapunto del
cosmopolitismo.
Lo hispánico: La búsqueda de raíces explica la entrada de los temas hispanos. Nace
un sentimiento de solidaridad de los pueblos hispánicos frente a los Estados Unidos.
El modernista busca la estética, la belleza, el arte por el arte. Es una literatura de
los sentidos. Así, se suelen citar como carácterísticas del Modernismo la renovación
del lenguaje (se intenta sugerir a través de la palabra sensaciones, colores, efectos
sonoros…, de ahí la abundancia de adjetivos ornamentales, imágenes sugerentes,
símbolos variados y atrevidas sinestesias); uso de un léxico brillante y sugerente
(vocablos exóticos, cultismos, neologismos, términos extravagantes, palabras
esdrújulas…); ambientes carácterísticos por su valor evocador y simbólico (jardines
lejanos y otoñales, fuentes, animales elegantes o fabulosos: cisnes, pavos reales,
elefantes… personajes reales o mitológicos cargados de erotismo: princesas, caballeros,
ninfas…); introducción de formas métricas poco usadas (como el eneasílabo, el
alejandrino y el dodecasílabo) y renovación temática (se aleja de lo real, buscando
mundos exóticos, cosmopolitas y paraísos artificiales).
El Modernismo abríó un camino de renovación en las artes, especialmente en la
poesía, que continuó a partir de la segunda década del siglo con los MOVIMIENTOS
DE VANGUARDIA. Con el término vanguardias o vanguardismos se designan una
serie de movimientos artísticos que se producen en Europa durante el primer tercio del
Siglo XX. El propósito común que anima a todos los movimientos vanguardistas es
el de renovar radicalmente el arte y la literatura anterior, abriendo nuevos caminos y
creando nuevas formas estéticas.
Las carácterísticas generales de las vanguardias son: carácter de ruptura o
revolución artística contra el arte del pasado, en especial contra el Realismo; pretensión
de originalidad y novedad absolutas; rechazo de normas, convenciones sociales y
tradiciones; exaltación de la imaginación creadora, aún en contra de la lógica y la
racionalidad; búsqueda y experimentación constante de nuevas técnicas expresivas, a
menudo por la vía de la excentricidad o la provocación; alejamiento del gran público y
conciencia de grupo, expresada a través de los respectivos “Manifiestos” con los que se
dan a conocer.
La mayor parte de los vanguardismos alcanzaron su auge en el periodo
comprendido entre las dos guerras mundiales, fundamentalmente a partir de 1914 y en
las décadas de los años veinte y treinta, hasta 1939. Algunos de ellos son movimientos
que apenas duran, pero otros, como el Surrealismo, dejaron una gran huella en la
poesía.
Los vanguardismos o «ismos» (por el sufijo comúnmente adoptado por todos
ellos) más importantes fueron estos:
• El Expresionismo: surge en Alemania en 1905. Busca la deformación de la
realidad para denunciar el lado más patético de la vida. Abundan los personajes
extraños, las caricaturas, los rasgos distorsionados, las situaciones absurdas.
• El Futurismo: surge en Italia en 1909 de la mano de Filippo Tommaso
Marinetti. Proclama el rechazo frontal al pasado, a la tradición y la defensa de
un nuevo orden moderno, dominado por la máquina (se buscan como nuevos
motivos el automóvil, el avión, las locomotoras, las fábricas…), la velocidad y
la apología de la violencia. Pretende conseguir una nueva expresividad mediante
la destrucción de la sintaxis, la omisión de signos de puntuación y la eliminación
de las imágenes convencionales.
• El Cubismo pretende deshacer la realidad para recomponerla libremente. Los
escritores cuidan los aspectos visuales: tipo de letra, disposición tipográfica
de los versos. El principal escritor cubita es el francés Guillaume Apollinaire,
famoso por sus caligramas.
• El Dadaísmo surge en Zúrich de la mano de Tristán Tzara. Sus carácterísticas
son su predisposición al absurdo, la exaltación de lo ilógico, su regreso a la
pureza infantil, la espontaneidad e improvisación, el lenguaje incoherente y la
provocación.
• El Surrealismo: es el más importante movimiento vanguardista. El primer
manifiesto surrealista aparecíó en París en 1924, firmado por André Bretón.
Además de renovar el arte, el Surrealismo pretende también cambiar la vida.
Es necesario acceder a una realidad más alta (Surrealismo = superrealismo =
suprarrealismo). La realidad se encuentra sobre todo en lo más hondo de las
personas, en el subconsciente. Como método para acceder al subconsciente,
proponen la escritura automática que consiste en escribir sin ninguna intención
premeditada, dejándose llevar por lo primero que viene a la mente. Se recurre
también a la «imagen visionaria» o metáfora surrealista basada en la asociación
libre e inesperada de ideas y palabras como «el encuentro de un paraguas y una
máquina de escribir encima de una mesa de quirófano”. Otros temas surrealistas
son el mundo de los sueños y el humor negro.
En España, además de las vanguardias anteriores se desarrollan otras:
Creacionismo: iniciado por el poeta chileno Vicente Huidobro. El poeta creacionista
debe crear nuevas imágenes y relaciones entre las palabras, relaciones arbitrarias
entre dos imágenes que el poeta crea; Ultraísmo: del Futurismo toma los temas (las
máquinas, inventos…), del creacionismo, la búsqueda de imágenes y metáforas, del
Cubismo, interés por la disposición tipográfica y visual del poema; Un vanguardista
español: Ramón Gómez de la Serna: el máximo impulsor de los vanguardismos en
España fue Ramón Gómez de la Serna. Su obra está basada en la greguería. Él mismo
la definíó como humorismo + metáfora, y consiste esencialmente en una ingeniosa
asociación de ideas o una metáfora insólita, resumida en una breve frase. Ejemplos de
greguerías: El arco iris es la bufanda del cielo. El hielo se derrite porque llora de frío.
El agua se suelta el pelo en las cascadas.
RUBÉN DARÍO
Es el autor más importante del Modernismo. Nacíó en Nicaragua en 1867
aunque su vida transcurríó en diferentes países como El Salvador, España, Francia o
Chile. Fue en este país donde publicó su primer libro, titulado Abrojos, aunque sería el
siguiente título, del año 1888, con el nombre de Azul el que le daría mayor fama y con
el que nace el Modernismo.
Azul incluye cuentos breves (“El rey burgués”, “La ninfa”…) y unos pocos
poemas. El poeta crea un mundo de hadas, princesas, centauros, cisnes y fuentes.
Son novedosos los sonetos con versos alejandrinos y dodecasílabos, los adjetivos
inesperados, el léxico colorista, sensual y exótico, la exquisitez aristocrática… Es una
obra plagada de imágenes sorprendentes y símbolos.
Prosas profanas (1896) fue el libro que supuso la consagración definitiva del
Modernismo literario en español. Es un libro de madurez que presta atención a los
aspectos musicales y rítmicos de los versos, ensalza los valores del cosmopolitismo y
reivindica la tradición poética hispanoamericana. El tema por excelencia es el del placer
erótico.
En 1898, año crucial para la literatura española, Rubén Darío viaja a España. Su
llegada fue recibida con entusiasmo por parte de escritores por entonces jóvenes como
Juan Ramón Jiménez, Valle-Inclán o Unamuno. En 1905 publica otro de sus grandes
libros: Cantos de vida y esperanza, editado por Juan Ramón Jiménez. En esta obra,
aparecen temas subjetivos e intimistas en los que reflexiona sobre la existencia, la
religión, la muerte, o basados en motivos hispánicos para mostrarse orgulloso de su raza
y de su historia, y temas políticos.
A partir de ese momento, la vida y la obra de Rubén Darío entra en declive. Por
una parte, sus problemas sentimentales y su adicción al alcoholismo. Por otra, tantos
años después de la renovación producida por Azul, los ecos del Modernismo empiezan a
apagarse y van llegando las vanguardias con sus nuevos lenguajes.
Muere en Nicaragua en 1916.
Otras obras: El canto errante (1907) y Poema de otoño y otros poemas

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