Los autores de la generación 29

LA NARRATIVA DEL Siglo XX HASTA 1939


A principio del Siglo XX se afirma la crisis del Realismo, que dejará paso a tendencias más innovadoras. Aparecen libros en prosa más descriptivos, líricos o ensayísticos. La narrativa anterior al 39 presenta dos generaciones: la generación del 98 y el novecentismo
.

Novela de la Generación del 98

Surge como consecuencia a la crisis política, económica y moral de España a finales del Siglo XIX. En 1902 publican en España autores significativos como Azorín, Unamuno, Baroja y Valle-Inclán, los cuales inician un camino marcado por los siguientes rasgos:

  1. Denuncia de los males de España: caciquismo, hambre, ignorancia…

  2. Pesimismo ante la situación histórica (desastre colonial de 1889) y ante el desmoronamiento de los valores sociales y espirituales.

  3. Influencia de la filosofía: planteamientos existencialistas de Kierkegaard y Schopenhauer (el escepticismo, la vida como algo absurdo y carente de sentido).

  4. El dolor de España y Castilla como profundo símbolo del patriotismo casticista.

  5. Renovación estética o del estilo mediante:

  • El subjetivismo o antirrealismo: se persigue la expresión de la realidad interior.

  • Concepción totalizadora: la novela es un género multiforme en el que tienen cabida la reflexión filosófica, el lirismo, el ensayo… (Azorín habla de novela permeable).

Estos autores manifiestan su protesta contra las costumbres decadentes de la sociedad española y proponen una reforma total de las conductas sociales y morales de los españoles.

Miguel de Unamuno

Unamuno acuñó el término nivolas para definir sus novelas. Se sirvió de estas obras para dejar testimonio de su intimidad agónica y de su reflexión sobre ideas obsesivas acerca de la religión, la vida, la muerte y la propia conciencia. Para ello, interviene en el relato, dialoga con sus personajes, los convierte en símbolos, interpela al lector… y escapa de los postulados tradicionales del género.

En 1914 publica su mejor novela, “Niebla”: Augusto Pérez, el protagonista, se enfrenta con su creador en un ambiente de confusión entre lo que es verdad y lo que es ficción. Unamuno también se sintió atraído por el tema de la lucha entre hermanos, por la historia bíblica de Caín y Abel; este motivo fratricida le sirve de base a su novela “Abel Sánchez”.

Tras “La tía Tula”, publica “San Manuel Bueno, mártir” donde aparecen todos los motivos que habían ido apareciendo en sus novelas anteriores: la lucha agónica del individuo en este mundo, el creer y el aparentar creer, la soledad, los problemas de fe, la vida como sueño… Cuenta la historia de un cura de pueblo que ha perdido la fe, pero que aparenta tenerla para que sus feligreses mantengan intactas sus creencias religiosas.


Pío Baroja

Su producción narrativa suele organizarse en grupos de tres novelas (trilogías) que siguen un tema común. En estos relatos el autor parte de una observación de la realidad en muy variadas manifestaciones.

  • Primera etapa (1900-1912): muchas de estas novelas se agrupan en trilogías, destacan: “La busca”, “Zalacaín el aventurero”, “El árbol de la ciencia”, “Las inquietudes de Shanti Andía”.

  • Segunda etapa (1913-1936): destaca “Memorias de un hombre de acción”, una serie de novelas sobre un personaje llamado Avinareta.

  • Tercera etapa (1939-…): destacan las memorias “Desde la última vuelta del camino”.

El objetivo de su narrativa era entender al lector. Sus novelas se caracterizan por la marcada presencia del narrador a través de comentarios y reflexiones (Baroja expresa sus ideas filosóficas, literarias y políticas), novelas centradas en un solo personaje (activo y dominador o pasivo y sin voluntad), acción y diálogos abundantes, descripciones impresionistas a base de pinceladas o unos pocos detalles y cierto desaliño expresivo (exagerado por los críticos).

Ramón María del Valle-Inclán

Dos estilos definen la obra de Valle: Modernismo y esperpento
. Los años iniciales están marcados por la tendencia modernistas y representado por las cuatro “Sonatas”, subtituladas “Memorias del marqués del Bradomín”, supuestas memorias del marqués de Bradomín, una especie de don Juan feo católico y sentimental. De esta primera época también es la trilogía “La guerra carlista”.

Entre las obras de la última etapa (esperpento) destaca la que es una de las mejores novelas de la primera mitad del Siglo XX, “Tirano Banderas”. Por último, destacan las tres novelas del “Ruedo ibérico”, que reflejan la historia y vida de nuestro país desde el reinado de Isabel II hasta el desastre del 98.

José Martínez Ruiz, Azorín

Utiliza la técnica impresionista, caracterizada por las frases breves, la precisión léxica y el lirismo. En sus novelas, la narración se fragmenta en instantáneas que congela en el tiempo y captan la impresión del instante.

Ejemplo de novela impresionista son “La voluntad”, “Antonio Azorín” y “Confesiones de un pequeño filósofo” donde se describen minuciosamente el ambiente y la sensibilidad de los personajes.

Novela Novecentista (Generación del 14)


Destacan los escritores que introducen novedades importantes en el tratamiento de las novelas; entre ellos: Pérez de Ayala y Gabriel Miró. Gran influencia tendrá Gómez de la Serna pero más en el terreno de la poesía.

Todos estos autores suponen una superación de los esquemas narrativos anteriores, aunque cada uno por un camino distinto: el lirismo de Gabriel Miró, la ironía o el humor de Gómez de la Serna y Wenceslao Fdez Flóres el intelectualismo de Pérez de Ayala o la deshumanización.


Gabriel Miró (conocido como “poeta en prosa”)

Destacan “Nuestro padre San Daniel” y “El Obispo leproso” que forman un bloque. Trascurren en Oleza, trasunto de Orihuela, y representan un mundo nebuloso, casi desaparecido, que el autor pretende destacar. También son importantes “Las cerezas del cementerio” y “El abuelo del rey”.

Ramón Pérez de Ayala

Sus primeras cuatro novelas “Tinieblas en las cumbres”, “La pata de la raposa” “AMDG” y “Troteras y danzaderas” tienen un marcado carácter autobiográfico.

En los años veinte escribe novelas intelectuales como “Belarmino y Apolonio”, “Tigre Juan” y “El curandero de su honra”. Lo importante de estas novelas son las reflexiones diversas (filosóficas, literarias…) que las acercan al ensayo. Predomina el tono reflexivo, la ironía y el perspectivismo (contraste de varios puntos de vista).

Wenceslao Fernández Flórez

Algunas de sus novelas son realistas, aunque con una visión pesimista y demoledora de la vida. Destaca “El bosque animado”.

Ramón Gómez de la Serna

Es el puente entre el novecentismo y las vanguardias. La base de su producción literaria es la greguería, frase o apunte breve que encierra una pirueta verbal o metáfora insólita: humorismo + metáfora = greguería.

Como novelista, rompe los moldes del género. En sus obras cabe de todo. La más famosa es “El torero Caracho”. También destaca “El novelista”, historia de un autor en busca de motivos para sus novelas y de imaginación, y “El doctor inverosímil”, historia de un médico que cura mediante extraños métodos.

Novela hacia 1927

En los mismos años en los que llega a su auge la generación poética del 27 están escribiendo en líneas distintas el menos otros dos grupos de autores.

El primero está formado por los novelistas republicanos que padecieron el exilio (novela del 27): Benjamín Jarnés, Juan Chavás, Rosa Chacel (“Estación, ida y vuelta”) y Francisco Ayala (“Cazador en el alba”); estos autores, en sus primeras obras, practican una novela en línea con el “arte deshumanizado” que planteaba Ortega y Gasset, es decir, son autores más preocupados por el arte que por los problemas humanos.

Frente a la novela deshumanizada, surge un movimiento que reclama la rehumanización del arte, el nuevo Romanticismo o novela social.

Así, a partir de 1925 comienzan a aparecer una serie de relatos comprometidos socialmente en los que se tiende a una presentación realista de las situaciones y personajes, con una prosa sobria y directa, alejada del estilo metafórico de las vanguardias. Sus temas se centran en la vida cotidiana.

Por tanto, este segundo grupo plantea una novela social muy comprometida con la ideología revolucionaria, en el que destacan: José Díaz Fernández, Ramón J. Sender (“Réquiem por un campesino español”) y César Mª Arconada.


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