Trayectoria poética de Miguel Hernández la evolución de su poesía

Alfonso Sastre pretende investigar la condición del hombre de nuestro tiempo y sus relaciones con la sociedad. En 1950 firma el Manifiesto del T.A.S. (Teatro de Agitación Social). Se inicia una serie de polémicas en periódicos, libros y coloquios. Tres años después concluye sus estudios de Filosofía y Letras

Su plan a la hora de construir la obra prescinde de la posibilidad o no de su representación. Sus obras son, pues, eminentemente críticas y fueron prohibidas por la censura. En su manifiesto Arte como construcción (1958) identifica arte con representación de la realidad pues “lo social es una carácterística superior a lo artístico”. Asimismo, considera que el objetivo artístico ha de ser la transformación del mundo injusto de modo urgente. Para ello presenta un planteamiento utilitarista de tal modo que el mensaje llegue a la inmensa mayoría de público, de forma que sea un arte popular. A pesar de que Sastre propugnó un arte de calidad, puesto que “toda obra artística mal hecha es inútil”, la estética realista se caracteriza por la despreocupación formal.

Las obras primeras plantean, con formas vanguardistas, asuntos existenciales: Cargamento de sueños (1948) historia de un mendigo a quien la desgracia arrebató la fe. La Mordaza (1954): Isaías Krappo asesina a quien fue su víctima de la Guerra Civil. Su familia lo sabe, pero sólo su nuera rompe la mordaza del silencio, Isaías muere en prisión y sus hijos quedan aliviados. Guillermo Tell tiene los ojos tristes (1955)  el protagonista se siente fracasado por el sacrificio de su propio hijo. Anuncia una evolución por el tono grotesco y satírico de algunas escenas; se perciben la situación de España en los 50. En una tercera fase utiliza nuevas técnicas, acepta la desesperación humana sin ahogarse en ella, e incluso realiza una investigación lingüística como en La taberna fantástica (1966).

 

El teatro realista


Influidos por Sastre y Buero, y por las representaciones de autores extranjeros mencionados -de modo especial destacaremos La muerte de un viajante, de Arthur Miller, en la década de los 60-, algunos autores escriben teatro realista que aborda temas como: la injusticia social y el proletariado. El lenguaje que utilizan es violento y de un registro vulgar o coloquial. Los personajes no suelen estar individualizados.

Algunos autores importantes son:
Lauro Olmo, que en La camisa (1961) presenta la vida mísera de las chabolas con elementos del sainete de Arniches.
Carlos Muñiz en El tintero (1961) aborda con mirada crítica la alienación.
José María Rodríguez Méndez utiliza técnicas próximas al esperpento en Bodas que fueron famosas del Pingajo y la Fandanga (1966).
José Martín Recuerda en Las salvajes en Puente San Gil (1963), muestra la brutalidad de unos aldeanos, instigados por las fuerzas retrógradas del pueblo, y en Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipciaca (1970) reaparece el asunto de Mariana Pineda y ecos de Lorca.

Miguel Hernández


Suelen distinguirse cuatro etapas en su producción poética:

1ª etapa: Poesía gongorista, después de sus primeros poemas y su visita a Madrid. En Perito en lunas (1934) plantea diversas adivinanzas llamadas “lunas” sobre los objetos más cotidianos; el lenguaje es muy culto y las composiciones poéticas son octavas reales.

2ª etapa: de madurez

Destaca su obra El rayo que no cesa (1936), la cual desarrolla tres temas: la vida, el amor y la muerte. El amor supone un deseo vital que se encuentra con ese “rayo” que trae presagios de muerte. Predominan los sonetos de corte petrarquista. De entre las composiciones más importantes destaca la “Elegía a Ramón Sijé”, en tercetos encadenados. En El silbo vulnerado (1934) la influencia es del Cantar de los cantares y del Cántico Espiritual.

3ª etapa: poesía comprometida

Se aleja de posiciones católicas y se aproxima a una ideología revolucionaria y socialista, con influencia directa de poetas como Aleixandre o Neruda. En Viento del pueblo (1937) opta por la poesía de combate. Utiliza las formas clásicas y el romance y destacan composiciones de preocupación social como “Aceituneros”  o “El niño yuntero”. El hombre acecha (1939) refleja su dolor por la guerra y el sentimiento de derrota con un lenguaje más claro y directo.

4ª etapa: poesía en la cárcel

Allí compone la mayor parte del Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941). Los versos se tornan ahora muy sombríos y están dedicados a su esposa y a su hijo, como en “Las nanas de la cebolla”. Su situación de prisionero y las consecuencias de la guerra son los temas más importantes. Inspirado en la lírica popular escribíó Últimos poemas, obra póstuma con problemas textuales.

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