La novela española anterior a la Guerra Civil

Novela española anterior a la Guerra Civil

En los primeros años del siglo perviven tendencias narrativas de finales del S. XIX; la estética realista-naturalista continúa en obras de Blasco Ibáñez -Entre Naranjos (1900), Cañas y barro (1902), Sangre y arena (1908),…
El despegue del Realismo viene de la mano de la Generación del 98:
Grupo de autores vinculados a los supuestos estéticos del Modernismo y que coinciden en la preocupación por los problemas de España y la actitud crítica ante estos. En 1902 se publican cuatro obras que representan la ruptura con la narrativa realista –La Voluntad de Antonio Azorín, Amor y pedagogía de Unamuno, Camino de Perfección de Baroja y Sonata de Otoño de Valle-Inclán. Con ellas se inicia un proceso renovador que culminará en los años siguientes:

Irrupción del subjetivismo:

ya no satisface la reproducción exacta de la realidad, sino los efectos que esta provoca en el individuo y en su conciencia. Interesa una visión personal de la realidad.

Clara preocupación artística:

se manifiesta en la renovación de las estructuras narrativas (pérdida de importancia del argumento, trama argumental muy tenue; cobra importancia el diálogo y el monólogo como medio de plasmar el interior de los personajes), y en la renovación del estilo (rechazo de la expresión grandilocuente, retorno a la claridad, a la sencillez y a la sobriedad).

Concepción totalizadora:

se concibe la novela como un género multiforme, en el que tienen cabida también la reflexión filosófica, el ensayo, el lirismo…

Temas principales:

el tema de España – visión pesimista y crítica ante los males del país, pero también un profundo amor hacia sus gentes, sus paisajes, su historia,…- y los temas existenciales: el sentido de la vida, el paso del tiempo,…

Miguel de Unamuno:


sus novelas son la expresión de sus conflictos íntimos; de ahí los temas de sus obras: la necesidad de encontrar sentido a la existencia, el conflicto entre la fe y la razón, la existencia de Dios… Predominan los personajes agónicos, angustiados que se debaten en el conflicto existencial: Niebla y San Manuel Bueno, mártir.

Pío Baroja:


es el novelista más importante de la Generación del 98 y el que ejercíó más influencia en la novela posterior. Escribíó más de setenta novelas, que agrupó en trilogías: Entre las más destacadas están: Zalacaín, el aventurero, La busca, El árbol de la ciencia,…
Para él el mundo no tiene sentido y la vida resulta absurda. El tema de sus novelas es el hombre español en su lucha individualista contra lo establecido; sus héroes son vagabundos y aventureros dispersos por todas las latitudes o personajes paralizados por su falta de fe en el mundo, desorientados e incapaces de actuar.

Azorín:


rompe con la novela tradicional: la acción apenas existe, la narración se fragmenta en instantáneas que configuran cuadros o fotografías materializados en breves capítulos, pierde importancia el argumento frente a unos personajes apáticos y la descripción de ambientes. Pocos como Azorín lograron plasmar de forma tan sugestiva el paisaje castellano, ante él siente la presencia del tiempo y su fugacidad: La voluntad, Antonio Azorín,…

Valle- Inclán:


comenzó su trayectoria con una producción inmersa en el Modernismo, caracterizada por la huida de la prosaica realidad y la búsqueda de un mundo maravilloso: Las sonatas. Fue introduciendo innovaciones en su técnica novelística hasta culminar en su creación máxima: el esperpento: Tirano Banderas (sátira contra un dictador y contra el mundo que lo rodea) y la trilogía El ruedo ibérico .

En torno a 1914 surge un nuevo grupo de escritores, los novecentistas, entre los que destacan como novelistas Gabriel Miró y Ramón Pérez de Ayala. Suponen una renovación de la novela:

Rechazan la visión subjetiva de los noventayochistas:

postura más equilibrada e intelectual. Huyen del sentimentalismo y abandonan el tono vehemente y apasionado.

Ideal de un arte puro, mero placer estético, se busca el goce estético.

Preocupación por el lenguaje:

se huye de lo fácil y desmañado. Obsesión por la obra bien hecha.

R. Pérez de Ayala:


su novela es intelectual, reflexiva, a veces poética, y de especial preocupación por el lenguaje. Su trayectoria se divide en tres etapas: etapa autobiográfica (Troteras y danzaderas), Novelas poemáticas de la vida española: desaparece la novela autobiográfica y ganan terreno las ideas (Luz de domingo) y la novela intelectual acorde con las tendencias novecentistas: Belarmino y Apolonio, Tigre Juan,…

Gabriel Miró:


la acción deja de ser elemento fundamental y pasa a ser base para sus espléndidas descripciones y sus hallazgos con el lenguaje. Su prosa es una de las más ricas de la literatura española. En su obra se pueden distinguir dos etapas: 1ª etapa: abundan los elementos modernistas (Las cerezas del cementerio). Progresivamente evoluciona hacia una escritura más crítica. Sus dos obras más importantes son: Nuestro padre San Daniel y El obispo leproso.
Por afinidad con los poetas de la época, a los escritores en prosa posteriores a la generación del 14 se les ha agrupado bajo el nombre de prosistas del 27, aunque de forma más general se suele hablar de prosa de vanguardia.
Algunos títulos siguen la línea de la novela deshumanizada propuesta por Ortega y muestran la influencia de las vanguardias europeas; es una novela en la que predomina la experimentación: buen ejemplo de ello son las obras de R. Gómez de la Serna y las de Benjamín Jarnés (autor que se encuentra entre el Novecentismo y la Vanguardia) y las primeras novelas de Francisco Ayala (Cazador en el alba) o de Rosa Chacel (Estación, ida y vuelta). Otras combinan técnicas vanguardistas con un contenido social.
Hacia 1930 se produce una rehumanización en la novela paralela a la que se produce en poesía. Se rechaza el ideal de arte puro y se desarrolla una novela social y política: Sénder, Francisco Ayala, Max Aub, Rosa Chacel… La temática girará en torno a las luchas obreras, la corrupción de las clases dominantes,… De todos estos novelistas el que desarrolló una carrera literaria más larga y ambiciosa fue Ramón J. Sénder: Imán (su primera novela), Míster Witt en Cantón,… en la Guerra Civil y después, ya en el exilio, continuará publicando incesantemente.

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