La subversividad en Nada, La colmena, Tiempo de Silencio, Ultimas tardes con Teresa

La guerra, que sume a la población en la miseria, supone para la cultura una gran ruptura, una interrupción de las corrientes anteriores.
Después de la Guerra Civil la vida literaria española tiene grandes dificultades: muchos escritores han muerto (Unamuno, Valle-Inclán) y la mayoría están exiliados o viven un exilio interior (F. Ayala, Ramón J. Sénder…). El contacto con la literatura extranjera se pierde, por lo que la desorientación cultural es muy acusada. Las nuevas circunstancias políticas y la censura impiden que se siga con la novela de corte social que se venía haciendo desde la década de los treinta. Esas mismas circunstancias históricas (miseria, desigualdades, falta de libertades, etc…) hacen que pierda sentido otra de las tendencias novelísticas anteriores a la Guerra: la novela deshumanizada y vanguardista.

LAS NOVELAS INAUGURALES DE LOS AÑOS 40

Si durante los primeros años de la posguerra la poesía alcanza gran desarrollo, la novela está estancada hasta 1945 aproximadamente, en que se instaura el premio Nadal. La novela española necesitaba comenzar de nuevo, buscar un nuevo camino, y ese hecho explica que encontremos múltiples tendencias novelísticas:

Novela psicológica

Se basa en el análisis del carácter y comportamiento de los personajes desde unas técnicas tradicionales realistas.

Novela poética

Sigue la línea de las novelas líricas de Gabriel Miró, donde lo fundamental no era la historia narrada, sino el trabajo técnico y formal sobre la palabra.

Novela simbólica

Encontraremos novelas en las que los personajes funcionan como símbolos de ideas o conflictos: algunas novelas de Unamuno;
José Antonio Zunzunegui.

La novelística de los años 40 va ser, esencialmente, de corte existencial


La carácterística más importante de estas novelas es el reflejo amargo de la vida cotidiana.
Los temas son: la soledad, la inadaptación, la muerte, la frustración, sentimiento de angustia, propio del existencialismo. Abundan los personajes marginados, angustiados, desorientados.

En cuanto a la técnica y el lenguaje, las novedades son escasas, los autores siguen las formas tradicionales:

Narración cronológica lineal


Narrador en tercera persona (si bien veremos algún cambio, como en la novela de Cela). Ausencia de saltos temporales. Estas novelas se caracterizan por su sencillez.

Vemos cómo dos fechas destacan en el nuevo arranque del género: 1942, con La familia de Pascual Duarte de Cela y 1945, con la obra Nada de Carmen Laforet.
Puede añadirse, en 1947, Miguel Delibes, con su primera novela, La sombra del ciprés es alargada :

 –
La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela. Inicia la corriente denominada tremendismo, al profundizar el relato en los aspectos más crudos de la realidad: miseria, violencia… Pascual Duarte es un campesino dominado por sus instintos vengativos y violentos, que escribe su vida antes de ser ejecutado, con la intención de descargar su conciencia.


Nada, de Carmen Laforet. Se narra en primera persona la experiencia de Andrea, una muchacha que, en los años posteriores a la Guerra Civil, llega como estudiante a Barcelona. Ella había imaginado un mundo idílico en esa experiencia, pero pronto chocará con la realidad de los conflictos con unos personajes que viven atormentados por sus frustraciones y en los que afloran las pasiones más primitivas (odio, egoísmo, intolerancia, instinto de supervivencia…). Ese ambiente cada vez más hostil para Andrea termina por convertir su estancia en Barcelona en una “nada” desoladora.


La sombra del ciprés es alargada, de Miguel Delibes.
Con esta obra, su primera novela, se dio a conocer Delibes. Narrada con sencillez y emoción, esta novela anuncia ya los temas fundamentales de la obra de Delibes: la recuperación de la infancia, la temprana presencia de la muerte, el pesimismo como tentación contra la fe y la vida, la indagación en el sentido del dolor, el papel crucial del amor en las relaciones interpersonales. En conjunto no puede hablarse de una novela social. Más que los testimonios sobre la España de la época, lo carácterístico de los años 40 es la transposición del malestar social a la esfera de lo personal. La censura hace imposible cualquier intento de denuncia social. Temáticamente, las novelas de este período girarán en torno a la amargura de las vidas cotidianas, la soledad, la inadaptación, la muerte y a frustración. Las causas de esta amargura vital se encuentran en la sociedad de la España de los años cuarenta, marcada por la pobreza, la incultura, la violencia, la persecución política, la falta de libertades… Pero en ninguna de estas novelas encontraremos una crítica o denuncia directa. Para eso habrá que esperar a los años cincuenta.


amargura de las vidas cotidianas, la soledad, la inadaptación, la muerte y a frustración. Las causas de esta amargura vital se encuentran en la sociedad de la España de los años cuarenta, marcada por la pobreza, la incultura, la violencia, la persecución política, la falta de libertades… Pero en ninguna de estas novelas encontraremos una crítica o denuncia directa. Para eso habrá que esperar a los años cincuenta.

EL Realismo SOCIAL

 En la década de los cincuenta la censura se relaja y esto permite la aparición de novelas en las que la denuncia de la pobreza, la persecución y la injusticia son los temas predominantes. A esta tendencia se ha llamado novela social y no es exclusivamente española.

Aparecen nuevos escritores, inquietos, que se encaminan hacia el llamado «Realismo social». El francés Jean Paúl Sartre define esta “Literatura social”: “La literatura no debe reflejar solo la realidad, sino explicarla e, incluso, transformarla”. El escritor tiene una función social, y será cómplice de la opresión si no se alía con los oprimidos”. Inspirándose en Sartre, consideran que la misión que debe tener el escritor es hacerse eco de las luchas sociales y tomar partido ante ellas;

No sólo debe reflejar la realidad, sino explicarla y desear transformarla

El arte que propónía Sastre era, pues, un arte popular, una acción útil dirigida a la inmensa mayoría.

 Hay que tener en cuenta estos aspectos:

– La novela social dominará entre 1951, fecha de La colmena, y 1962, fecha de la aparición de Tiempo de silencio de Luis Martín Santos.

– Debemos distinguir dos momentos en el Realismo Social:

Precursores de la novela social:
Miguel Delibes, El camino (1950);
Luis Romero, La noria (1951); y La colmena, de Cela con su despiadada visión.

Verdadera novela social:  Se inicia a partir de 1954 con autores como Ignacio Aldecoa, José Manuel Caballero Bonald, Carmen Martín Gaite, Ana Mª Matute y Rafael Sánchez Ferlosio, Juan Goytisolo.


– Todos presentan rasgos comunes:

Solidaridad con los humildes y oprimidos.

Inconformismo social y deseo de cambios sociales.

Compromiso ante la injusticia social, por lo que debe denunciar los hechos.

– Dentro del Realismo social hay dos vertientes:

El objetivismo:
Testimonio escueto, sin aparente intervención del autor, que consiste en limitarse a registrar la pura conducta externa de individuos o grupos y a recoger sus palabras, sin comentarios ni interpretaciones.

El Realismo crítico:
Denuncia las desigualdades e injusticias desde posturas dialécticas; es decir, comentando e interpretando.

TEMAS

Se produce un desplazamiento de lo individual a lo colectivo.
Los temas principales son:

  • La dura vida del campo


    Los bravos (1954), de Fernández Santos, El fulgor y la sangre, (1954) de Aldecoa.

  • El mundo del trabajo

    La mina (1960) de López Salinas…

  • Las clases trabajadoras

    Sánchez Ferlosio (El Jarama)
  • Entre las novelas de tema urbano, algunas abordan un largo panorama (como La colmena).
  • En el extremo opuesto se encuentran las novelas de la burguésía. Preferentemente es la juventud desocupada, abúlica, la que interesa a novelistas como a Juan Goytisolo (Juegos de manos, 1954) y Tormenta de verano, 1962) y a Martín Gaite (Entre visillos, 1958).
  • Tema muy frecuente es la Guerra Civil:
    Las novelas presentan los lamentables efectos de la contienda sobre niños y adolescentes: Primera memoria, de Ana María Matute.

TÉCNICAS Y ESTILO


Las preocupaciones por la estética son mínimas. Sólo se pide a las formas que sean transparentes, que lo escrito se entienda,


sin que los recursos estéticos enturbien el contenido. El lenguaje, por tanto, tendrá que ser desnudo, directo y sencillo.

– El contenido es más importante que la forma. La estructura del relato suele ser aparentemente sencilla, se prefiere la narración lineal.

– Se prefiere el personaje colectivo y el personaje representativo o síntesis de una clase social o grupo. Se rechaza la novela psicológica.

– Ese rechazo nos conduce a las técnicas derivadas del objetivismo:
La mirada del novelista se asemeja a una cámara de cine, y los diálogos parecen recogidos en una grabadora. A esto se le llama «desaparición del autor»,ya que este no quiere interponerse entre el personaje y el lector. De ahí también que la narración se divida en escenas aisladas, cuya intención es mostrar la simultaneidad de secuencias que señalán que lo que va ocurriendo a los diferentes personajes ocurre a la vez.

– Los diálogos son abundantes y gracias a ellos conocemos a los personajes y también su manera de hablar, ya que recogen el habla viva de campesinos, obreros, burgueses. El lenguaje, por tanto, refleja la realidad de cada personaje.


Reducción espacial y temporal de las obras, que duran 1 ó 2 días. El tiempo tan corto en el que transcurren las historias obliga al autor a una laboriosa preparación. La novela ya no se concibe como un relato acerca de la vida de un personaje protagonista, precisamente porque ha desaparecido el protagonista: lo que interesa es lo que le ocurre a una comunidad en un momento de su vida.

TÍTULOS EMBLEMÁTICOS

La colmena, de Cela, abre el camino de la novela social, se centra sobre un momento puntual de la vida del personaje; la desaparición de la fabula; la desmitificación del héroe, ya que la angustia existencial del hombre que se siente devorado por las grandes ciudades domina en la vida de los personajes, que pasan a ser un personaje más dentro del gran protagonista colectivo; la estructura abierta que provoca la alteración del orden lineal del relato;


y una voluntad de objetividad que, dadas las carácterísticas del estilo de Cela, siempre tendente al apunte omnisciente, no se consigue plenamente. La novela, un fresco de la vida cotidiana del Madrid de la posguerra, un Madrid triste y hambriento, con muchas sombras y pocas luces. Las pequeñas derrotas de hombres, especialmente, y mujeres que viven con poca esperanza; son tipos vulgares de la vida madrileña, escogidos de las zonas mas bajas de su sociedad, vidas dominadas por el hambre y el sexo.

El narrador pretende una absoluta objetividad en Io descrito, lo que no consigue plenamente porque deja su sello con intervenciones propias. Pero, aparte de ellas, su postura en el relato tiende a una falsa objetividad en la que se encuentra una de las claves del sentido de la obra. Se basa en una transcripción de abundantes y discontinuos diálogos; el autor interviene únicamente para describir el escenario o presentar a los personajes, pero su participación es mínima: una nota ambiental, un parentesco, amistad o relación que justifica su presencia en la novela, un rasgo típico, un tic…

LA RENOVACIÓN DE LA NOVELA EN LOS AÑOS 60

A partir de 1960 los autores españoles buscan nuevas fórmulas narrativas, y algunas de las causas de ese cambio son el “cansancio” del Realismo Social, y especialmente la publicación de Tiempo de silencio de Luis Martín Santos en 1962. Ello hizo que los novelistas españoles abrieran los ojos a los autores y tendencias que habían estado haciendo un tipo de novela que se apartase de la tradición realista del Siglo XIX: Franz Kafka,  Joyce,  Faulkner.

La gran diferencia entre los autores de esta corriente, experimentalistas, y los de la década previa, pertenecientes al Realismo social, es la concepción ideológica de la literatura. La literatura ya no se concibe como una herramienta de concienciación social en que la palabra esta al servicio de la idea; el ejercicio literario se justifica en sí mismo, es, pues, ante todo, una corriente retórica cuyo fin prioritario es una voluntad de modernizar la prosa española. La corriente experimental se interesa por la narración en sí misma, 


la narración en sí misma, por lo que el relato se convierte en objeto y fin de si mismo. Esta construcción da lugar a estructuras complejas muy elaboradas.

CARATERISTICAS DE LA NOVELA EXPERIMENTAL

La trama narrativa pierde importancia, la acción es mínima.

Personajes: se reduce el numero de pers. Secundarios y el prot. Es el centro de la novela

El espacio tiene a reducirse y comprimirse.

El tiempo novelesco: se evita el relato lineal. Este orden puede conventir el texo en un rompecabezas que el lector debe esforzarse en entender.

La estructura: novelas de estructura abierta en las que un final carece de sentido o la posible conclusión del argumento se deja a la imaginación del lector.

El punto de vista puede ser múltiple y cambiante, de este modo obtenemos distintas vistas del lector.

El lenguaje es rebuscado, con oraciones largas y complejas, uso de frase breve y lenguaje coloquial y aun vulgar.

Otros recursos técnicos: supresión de los signos de puntuación, sustitución de la división tradicional de la novela por fragmentos de texto separados por espacios el blanco.

Luis MARTÍN-SANTOS Y TIEMPO DE SILENCIO

Pionera de todo el experimentalismo narrativo. Rompe con la novela social-realista tanto como en la estructura novelesca, el punto de vista narrativo, introducción de digresiones ajenas a la trama, empleo de monólogos interiores y el uso del lenguaje utilizando la parodia; sarcasmo, ironía… el rebuscamiento léxico, expresivo y retorico da lugar a un lenguaje Barroco y complejo.

Esta obra es una acida critica de la miserable sociedad española que incorpora también un vertiente existencial, al mostrar unos personajes faltos de ilusiones, frustrados, egoístas,…


Juan MARSÉ

Desde su primera novela, Encerrados con un solo juguete (1960), Marsé ya deja claro que su literatura se va a caracterizar por un enfoque intimista, repleto de alusiones autobiográficas.

Su obra más reconocida, Últimas tardes con Teresa (1966) muestra una visión crítica de la burguésía catalana: cuenta las relaciones entre un joven delincuente y una estudiante de familia burguesa, pero superando la tendencia de la novela social y empleando técnicas narrativas experimentales.

Juan GOYTISOLO

Tras iniciar su carrera en los años 50 dentro del Realismo social y el compromiso político, pasa a defender la renovación narrativa con la publicación de Señas de identidad (1966). El tema de esta novela es la búsqueda de un sentido a la vida. El protagonista, un exiliado que vuelve a España, va recordando su pasado y el de la vida española a través de cartas, fotos y otros documentos, con la intención de recuperar sus propias raíces en un país con el que ya no se siente identificado.

Presenta innovaciones como las rupturas en el espacio y en el tiempo, la narración en segunda persona combinada con la primera y la tercera, la presencia de párrafos en otros idiomas, el monólogo interior…

UN NOVELISTA ATRAVIESA EL SIGLO: Miguel Delibes

Delibes ha evolucionado estilísticamente, los temas de sus novelas has estado supeditados a su ideología, se muestra fiel a sus principios: el valor de la palabra sencilla y precisa, el hombre como principio y fin de su novela. Entre sus carácterísticas narrativas sobresalen el dominio de los diferentes registros idiomáticos, la sencillez expresiva y un uso del vocablo preciso para designar con exactitud el concepto. A Delibes no le interesa la novela abstracta, su interés pasa por lo concreto, lo cotidiano, lo vivencial. No le interesa que sus páginas sean reflexivas. A Delibes le interesa especialmente el hombre, el hombre como individuo y el hombre como ser social.


Por eso el hombre se instala en el centro de su narrativa, y de ahí viene el profundo interés por describir al hombre y sus circunstancias en el entorno que habita. Apuesta por la vida campesina en sus obras. La concepción pesimista del mundo que de vez en cuando asoma en sus páginas también puede ser entendida como una evolución, en sus primeras novelas es fruto de una actitud desesperanzada, en sus últimas novelas cabe asociarlo a un sentimiento de queja, de protesta, a una rebeldía moral contra la sociedad. Delibes cree en el hombre y el hombre es el centro de su universo narrativo.

El espacio rural y otros espacios

Una de las carácterísticas de Delibes es un apego al mundo rural. La presencia del campo de los medios rurales es una constante en su obra.  Delibes no se olvida de los aspectos conflictivos del campo español.

Delibes se preocupa sobre todo por su Castilla natal, en la que se siente enraizado como un árbol.  Le duele el abandono de su tierra, la pobreza de sus gentes y lo denuncia en sus escritos para intentar modificar esa realidad. Se le atribuye a Delibes el logro de haber incorporado a la literatura una imagen auténtica de la vida cotidiana en los pueblos y aldeas de Castilla.

En la obra de Delibes, el paisaje y el hombre se funde, de manera que la pasión no se puede desvincular del espacio. En las novelas de Delibes solo son infelices los personajes que no son capaces de entender la naturaleza.

En las Ratas: El mundo rural es inhóspito, pero el hombre no entiende más allá de su espacio en el que se sigue comiendo ratas de agua porque siempre se ha hecho así, y en el que a pesar de que el granizo ha destrozado la cosecha, volverá a sembrar el cereal.

En El disputados voto del señor Cayo, el señor Cayo ha aprendido a aceptar cual es su entorno


Los santos inocentes.  La vida es difícil en el cortijo del señor Iván



Su predicción por el mundo rural no le impide acercarse al ámbito de la ciudad, que es su otra gran fuente de inspiración.  Se halla limitado a la tranquila capital de provincia en que se sitúan muchas de sus obras. Aquí la naturaleza ha sido doblegada.  En su novela Parábola del náufrago el triunfo de la sociedad mecanizada aliena al hombre y destruye su libertad individual.

El estilo

Delibes parte de la idea de que el lenguaje ha de ser por encima de todo un instrumento de comunicación


En la mayor parte de sus obras mantiene un estilo diáfano, al alcance de cualquier lector, eso no significa que su prosa sea descuidada, sino todo lo contrario es fruto de una depurada elaboración, incluso cuando parece sencilla.

Delibes deja hablar a sus personajes y, en sus palabras, encontramos magníficas nuestras de lenguaje rural muchas veces poco familiares para el lector urbano.  Delibes hace gala de un léxico rico, preciso y variado.

Como es natural, el lenguaje participa en primer término de la evolución de Delibes.  La mayor novedad que se percibe a partir de Cinco horas con Mario es la intensidad y sistematización de los elementos lingüísticos.

Temas y personajes


 El hombre es fundamental en la narrativa de Delibes.  El hombre insertado en el paisaje es la base del relato, de manera que los temas surgen de esta relación entre hombre y entorno

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