«Nada» Carmen Laforet + Personajes

La generación del 27


Comienza un periodo en el que la deshumanización en el arte deja de estar de moda y se requiere una literatura comprometida social y políticamente con los problemas de la época. La mayoría de los poetas del 27 participan de al menos cierta afinidad hacia la República y las ideas de izquierda. Desde el punto de vista poética esta etapa se caracteriza por la irrupción en el panorama español del Surrealismo francés, pero aunque la influencia surrealista es innegable, existe una diferencia notable entre el movimiento francés y las obras surrealistas del 27: nuestros poetas no renuncian en ningún momento a la conciencia artística. DE LA GUERRA AL EXILIO: supone para el grupo del 27 la dispersión. Después de tres años de relativo silencio literario, el grupo se ha desintegrado: Lorca está muerto y el resto excepto alonso, Aleixandre y Diego parten hacia el exilio. En el las notas dominantes serán el dolor, la denuncia social y la nostalgia. Entre quienes se quedan, destaca también el tono angustiado, en combinación con las preocupaciones de carácter existencialista. Más adelante sólo algunos poetas continúan escribiendo hasta que en 1977 el grupo alcanza su mayor reconocimiento a través del nobel concedido a Aleixandre. Los principales autores del 27 son Pedro Salinas con una  poesía que es para él un modo de conocimiento de realidades profundas unas forma de acceso a la esencia de la realidad. Entre 1923 y 1931 publica sus primeros libros: presagios, seguro azar, fábula y signo. Se escriben en la poesía pura bajo el influjo predominante de J. Ramón Jiménez .  Tras estos comienzos vienen sus dos obras maestras la voz a ti debida y Razón de amor. Ambas confieren a Salinas su talla de gran poeta del amor. Desde una posición claramente antirromántica, el amor es en vez de sufrimiento una prodigiosa fuerza que da plenitud a la vida y sentido al mundo. Es enriquecedor del propio ser y enriquecimiento de la persona amada. Tras el autor nombrado destacamos a Jorge Guillén por ser el máximo representante de la poesía pura,  dando a toda su producción literaria un título único, Aire nuestro, que abarca tres ciclos poéticos cántico clamor y homenaje. Cántico en una expresión de entusiasmo ante el mundo y ante la vida. Clamor en oposición a la anterior es una obra de gritos de protesta. Homenaje de contenido muy distinto, se recogen poemas a diversas figuras de la historia de las artes y de las letras de Homero a los contemporáneos. Federico García Lorca con su talante nos ofrece un doble rostro: su personalidad arrolladora, llena de vitalidad, desbordante de simpatía y por otro lado como tema principal el destino trágico. Su poesía de profundas raíces populares. Lo popular y lo culto van también hermanados en su obra. Entre sus obras destacan poemas de Cante Jondo, Romancero gitano, Poeta en Nueva York. RAFAEL ALBERTI asombra en su poesía por la gran variedad de temas, tonos y estilos su primera obra marinero en tierra aparece en 1925 y cosecha ya el máximo triunfo. La inspiración fundamental es la de nostalgia de su tierra natal. Los ritmos populares y graciosos continúan en El Alba del alhelí. El libro siguiente Cal y Canto supone un notable cambio de rumbo hacia lo culto y lo vanguardista. A partir de entonces se produce una crisis las ideas, creencias y los sentires se tambalean. En esas circunstancias compone su obra maestra y uno de los libros claves de su generación: sobre los Ángeles.


novela anterior a 1936. G98: El Siglo XIX termina con una grave crisis: el final del Imperio colonial español. Este acontecimiento provocó una ola de indignación protesta que se manifestó la literatura a través de los escritores de la Generación del 98 cuyos principales componentes fueron Miguel de Unamuno Pío de Baroja Antonio Machado y Valle Inclán. Es Azorín quien propone esta denominación y el concepto finalmente se impone. Todos ellos adoptaron una actitud crítica ante la situación política y social del momento.
 Pío Baroja fue un inconformista radical, mantuvo siempre en una postura hostil hacia la sociedad. Sus novelas se caracteriza por tener una marcada presencia del narrador a través de comentarios y reflexiones, abundantes acciones y diálogos, descripciones impresionistas a base de pinceladas o unos pocos detalles físicos y psicológicos, y por último podemos decir que sus novelas están centradas en un personaje activo y denominado pasivo y con voluntad. Podemos distinguir tres etapas en su producción literaria. La primera etapa es la etapa de mayor creatividad y vitalismo con obras como «camino de perfección» o «el árbol de la creencia». En la segunda etapa decrece su capacidad creadora y repite los modelos narrativos anteriores e incluye diversas divagaciones. Principal obra de esta etapa es «memorias de un hombre de acción». En su tercera y última etapa Baroja ya no creo nada nuevo y desaparecen de sus escritos la fuerza crítica y los ataques a la sociedad, destacan sus memorias tituladas «desde la última vuelta del camino».
Unamuno en sus novelas se centra en el conflicto íntimo de los personajes. En 1914 publica su mejor novela «niebla» con la utilización del conocido juego vida-literaria. Otras de sus obras son «Abel Sánchez» con un tema relacionado con la historia bélica, «La tía Tula» con el tema central de las ansias de la maternidad de una mujer virgen, y por último pública «San Manuel Bueno, mártir». Las ideas políticas y religiosas de Azorín evolucionan desde un anarquismo juvenil al conservadurismo de su madurez. En su obra se observa una íntima tristeza, una melancolía que fluye mansamente junto a un anhelo o de fijar en el recuerdo cosas que pasaron. En definitiva Azorín vive para evocar, es un contemplativo. Cultivó el ensayo y la novela y prácticamente borra las fronteras entre ambos géneros. Sus
novelas de esta época son de dos tipos, aquellas en las que predominan los elementos autobiográficos y de impresiones suscitadas por el paisaje. A ella pertenecen «La voluntad», «Antonio Azorín» y «las confesiones de un pequeño filósofo». En otras abandona los elementos autobiográficos, si bien continúa reflejando sus propias inquietudes a través de personajes míticos. A muestra de ello es “Doña Inés” y “Don Juan” asada en la conversión cristiana del mito.


Narrativa posterior a 1936: La Guerra Civil supuso un profundo corte en la evolución literaria española debido a la muerte de algunos autores, el éxito de muchos otros y las nuevas circunstancias políticas, así como la censura. En la década de los 40 muchos autores continúan su obra en el exilio, caracterizada por la nostalgia de la patria. Sin embargo la novela de posguerra se inicia realmente a partir de 1942, con la publicación de Nada, de Carmen Laforet, y la familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela donde retrata la violencia y deshumanización de la sociedad española rural y presenta un estilo inconfundible y un pesimismo existencialista. En esta época Miguel Delibes iniciará su producción con La sombra del ciprés es alargada, mostrándose como un gran defensor de la naturaleza y gran experimentalista. A partir de los años 50 surge «La generación de medio siglo», formada por autores que se sienten algo más libres para la crítica social se la da paso al llamado Realismo social con su novela La Colmena, corriente marcada por tramas intrascendentes, la objetividad basada en técnicas cinematográficas, la concentración espacio-temporal y la gran cantidad de personajes. La otra corriente, el Realismo crítico, ofrece una expresión más cruda de la realidad. De esta época destaca Delibes con el camino o las ratas. En cambio, a partir del 1960 se comienza a manifestar un cierto cansancio por el Realismo social, a la vez que se tienen en cuenta las aportaciones de novelistas extranjeros. Esta nueva etapa se inaugura con Tiempo en el silencio, de Martín Santos, quien, sin renunciar a cierto Realismo crítico, incorpora nuevas técnicas narrativas contemporáneas como el narrador en segunda persona, el perspectivismo o la fragmentación en secuencias. Siguen este modelo Cela con Oficio de tinieblas y Delibes con Cinco horas de Mario. Durante esta década parece el experimentalismo, que deja de lado el tema de España y se centra en el lenguaje cómo hace Torrente Ballester en La Saga Fuga de JB. Se caracteriza por desdibujar a los personajes, el espacio pierde consistencia y el tiempo puede concentrarse en un instante. Sin embargo, el furor experimental llega con Eduardo Mendoza, aunque también hay que destacar a Manuel Vázquez Montalbán y Mario Vargas Llosa. Gracias a la calidad y cantidad de autores y obras, la novela se ha convertido en el objeto de consumo dominante en la literatura de hoy en día, tras pasar del Realismo a la experimento acción y volver a un Realismo más íntimo y menos crítico.

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