Realismo CRITICO OBRAS

LA NOVELA DESDE LA GUERRA CIVIL


La Guerra Civil española tuvo como consecuencia en la producción literaria posterior la
ruptura con el pasado inmediato y la desvinculación de la evolución de la novela extranjera. En el
panorama de la narrativa de posguerra, fueron surgiendo textos de aspectos de la realidad de la
época hasta llegar al realismo social. A partir de los 60 se establecieron nuevos caminos estéticos.
Una de las consecuencias de la GC fue el exilio de numerosos escritores, que desarrollan su
creación en un ambiente distinto al español. En sus obras aparecen temas que giran alrededor de
España y, en general, estos autores cultivaron un realismo renovado. Destacan Ramón J. Sender con
la obra
Réquiem por un campesino español, Max Aub y Francisco Ayala con Muertes de perro.
La literatura de los años cuarenta está determinada por las consecuencias de la guerra y las
circunstancias sociopolíticas y culturales, incribiéndose en el realismo tradicional. Dentro de esta
tendencia realista destaca
Gonzalo Torrente Ballester, con la obra Javier Mariño.
La obra de Camilo José Cela tiene una gran importancia en el resurgimiento de la narrativa de
posguerra. La familia de Pascual Duarte, que entronca con la novela picaresca, presenta la
autobiografía de un condenado a muerte. El ambiente rural de la España de preguerra y la
circunstancia familiar en la que crece Pascual se caracterizan por la pobreza, crueldad y brutalidad.


En La colmena sobresale su carácter testimonial y la renovación narrativa. En lo que respecta a su
estructura y estilo, la novela se incluye dentro del objetivismo, aunque el narrador en 3ª interviene,
opina y enjuicia con ironía y sarcasmo. La obra destaca por su protagonista colectivo, su estructura
en secuencia de acciones en las que predomina el diálogo, que reproduce el habla coloquial
madrileña, y por el tiempo reducido de la historia.
Las secuencias se distribuyen en seis capítulos y
un final, no siguen un orden cronológico. Los temas más importantes son la pobreza y el sexo, que
permite evadirse del aburrimiento de la realidad de Madrid.
Carmen Laforet ganó el premio Nadal con su obra Nada. De tendencia realista y estilo
sencillo, cuenta la historia de una joven que va a estudiar a Barcelona y se aloja con unos familiares,
cuya pobreza y degradación moral son de carácter testimonial de la España de posguerra.
En la narrativa de los años cincuenta destaca el realismo crítico, que se caracteriza por su
intención de reflejar la realidad de la época, de hacerse un testimonio de la situación social del país.
Entre las innovaciones de las técnicas narrativas destacan la técnica objetivista, que elimina la
participación del narrador en la historia y oculta el mundo interior de los personajes; la reducción de
la historia, narrada a un espacio limitado y un tiempo breve; el protagonista colectivo, representante
de sectores sociales y la estructura fragmentaria. Aparecen los temas de las vicisitudes de la vida
diaria, las injusticias y las condiciones laborales de los trabajadores, la emigración y la marjinación,
la soledad y el aislamiento…


Dentro del realismo aparecen dos tendencias. La novela social y el neorrealismo, en el que
aparece una crítica más difusa, una preocupación por los valores éticos y la intención testimonial.
Dentro del neorrealismo destaca la obra de El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio, en la que se
relata la excursión al río de unos jóvenes y sus actividades instranscendentes durante el tiempo que
pasan allí. El tema de la obra sería la trivialidad, la pobreza mental. Un tema recurrente es el
tiempo, la acción dura 16 horas y se hacen continuas referencias al paso de ellas. El espacio es
reducido y la obra presenta un narrados objetivo que no interviene en la historia. La mayor parte del
relato está constituído por diálogos banales, reproduciendo el lenguaje coloquial, y el protagonista
es múltiple. Aparecen pasajes descriptivos, en los cuales hay subjetividad, que le otorgan un
carácter lírico.

La narrativa de los años sesenta fue inaugurada con la novela Tiempo de silencio de Luis
Martín Santos, que abrió una etapa de renovación de la narrativa española en sus aspectos formales.
La influencia de la narrativa extranjera se percibe en los rasgos más importantes de la
innovación de la novela de los sesenta. Los cambios afectan, sobretodo, a la estructura y técnicas
narrativas, que adquieren una mayor importancia frente al argumento de la obra. Aparecen aspectos
formales como la ruptura del orden cronológico, produciéndose retrocesos o saltos temporales; el
perspectivismo, empleando la 1ª y 3ª persona mezcladas, que sirve para el análisis y recuperación
del pasado; el empleo del monólogo interior para la expresión de las vivencias y sentimientos del
protagonista; cobran importancia el diálogo y el estilo indirecto libre; el empleo expresivo de la
tipografía y la riqueza expresiva.


Tiempo de silencio cuenta una historia sencilla y algo melodramática. Con un lenguaje culto y
unas técnicas novedosas el autor realiza una descripción de la realidad de la España de la época y
una reflexión sobre su historia y cultura. Lo novedoso de la novela reside en los rasgos formales, la
mezcla de perspectivas con un narrador omnisciente y subjetivo, el empleo de monólogo interior, el
uso de la segunda persona, los estilos directo, indirecto e indirecto libre, el uso continuo de la
ironía, la hipérbole, la parodia y otros recursos retóricos. En el lenguaje aparece el discurso
científico, muchos neologismos, creaciones léxicas y cultismos, incorporando también expresiones
populares y vulgarismos. Entre los autores de la primera posguerra que se suman a la renovación narrativa destaca
Gonzalo Torrente Ballester con La saga/fuga de J.B..
También cabe destacar en esta renovación técnica a Miguel Delibes con la obra Cinco horas
con Mario, que consiste en el monólogo de la protagonista durante la noche en la que vela el
cadáver de su marido. En la mujer aparece un retrato de una clase media conservadora y mediocre.
En la narrativa posterior a 1975 sobresalen la ausencia de propuestas colectivas y la
diversidad estética de las creaciones.
Dos de las principales tendencias estéticas son la novela de acción, en la que destacan
Eduardo Mendoza con La verdad sobre el caso Savolta o Manuel Vázquez Montalbán con El
balneario, y la novela histórica, en la que cabe destacar a Pérez Reverte.
Un autor destacado es Javier Marías, cuyas primeras novelas son Los dominios del lobo y
Travesía del horizonte. Sus novelas presentan una prosa reflexiva con tendencia a las descripciones
minuciosas y a la digresión, e incluyen enunciados en los que es frecuente la intertextualidad.
Temas frecuentes son la muerte, el paso del tiempo, las consecuencias del callar y del hablar, el
azar…
Antonio Muñoz Molina participa con sus obras, entre las que destaca Plenilunio, en la novela
policíaca, o novela negra.

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