El Diario de Ana Frank: Un Relato Íntimo de Resistencia y Esperanza en el Holocausto

Introducción

Esta historia se centra en la biografía, el diario personal de una niña judía de 13 años, hija de comerciantes alemanes. Cuando comenzaron las primeras persecuciones nazis, su familia creyó hallar en Holanda la salvación definitiva. La invasión de Holanda los obligó, en julio de 1942, a elegir entre dos alternativas: someterse al llamamiento de la Gestapo o esconderse en el anexo de una casa antigua en Holanda, que era la oficina y almacén de la empresa del padre de Ana. Debían adoptar mil precauciones: no dejarse ver, no hacer ruido y ser muy cautelosos. En estas condiciones y en un espacio reducido, ocho personas tuvieron que cohabitar diariamente por poco más de dos años. Ana se consagró a la tarea de leer con voracidad y a escribir en su diario, llamado Kitty, en el cual plasmó las más sensibles observaciones respecto a su existencia y a la de los demás.

Resumen Detallado del Diario de Ana Frank

Los Primeros Días y la Persecución Judía

El diario de Ana fue un regalo para su decimotercer cumpleaños el 12 de junio de 1942. A partir de entonces, Ana nombra a su diario Kitty y le confía todo cuanto le ocurre. El diario inicia cuando Ana aún está en la escuela; allí tiene admiradores y amigas como Joep y Lies.

Durante esa época, los judíos debían utilizar una estrella en la ropa para ser identificados; las compras debían hacerlas en tiendas y negocios judíos; no tenían derecho a utilizar el tranvía ni bicicletas; los niños debían estudiar en escuelas especiales y no tenían derechos como el resto de la población.

Poco tiempo después, Ana recibe la noticia de que deben esconderse, pues la Gestapo ha citado a su hermana Margot y a su padre. La fecha prevista para la desaparición de la familia Frank era el 16 de julio, dejando como camuflaje una nota con una dirección en Maastricht. No obstante, el 5 de julio de 1942 huyeron temprano al escondite, vestidos con varias capas de ropa y una maleta por persona. Fueron ayudados por Miep, una chica que trabajaba en el almacén y conocía a la familia; el Sr. Koophuis, Elli y Vossen.

El Escondite: El Anexo y sus Habitantes

Como antecedentes familiares, Margot nació en 1926 en Fráncfort del Meno y Ana el 12 de junio de 1929. Emigraron a Holanda en 1933, donde su padre fue nombrado director de Travies N.V., firma asociada a Kolen & Cía. de Ámsterdam. El mismo edificio albergaba a las dos sociedades de las que su padre era accionista y, posteriormente, su anexo sirvió de escondite para la familia. Dicho escondite era una especie de departamento pequeño de dos pisos en la parte superior de la casa. Para disimular la puerta que daba al anexo, colocaron un librero giratorio. Las reglas para vivir allí eran muy estrictas: debían mantener silencio cuando los trabajadores estuvieran en la oficina, no podían tirar de la cadena del inodoro ni abrir las llaves del agua hasta que estuvieran solos en el edificio. El procedimiento para bañarse era en una tina que debía usarse por turnos y en áreas que cada quien escogiese.

Junto con la familia Frank, conformada por la Sra. y el Sr. Frank, Margot y Ana, vinieron a vivir los Van Daan: el Sr. y la Sra. Van Daan y su hijo Peter. Ana lleva una mala relación con la Sra. Van Daan, quien pretende educarla, así como con Peter, a quien considera flojo y apático, pues él es muy reservado.

El Sr. Koophuis suministra libros y comida a las familias cada quince días.

La Vida Clandestina: Desafíos y Pequeñas Alegrías (1942-1943)

Los primeros meses son difíciles para Ana, pues tiene una mala relación con su madre, con Margot y con la Sra. Van Daan. Ana se siente triste frecuentemente cuando riñe con su madre, a quien considera dura, sarcástica y desordenada. Exterioriza que ama a su padre más que a nadie en la familia y espera de él su aprobación.

Durante esta primera etapa, el padre de Ana enfermó de eczema con fiebre alta, lo cual representaba un problema serio, pues no podían ir con doctores ni conseguir todas las medicinas necesarias. Afortunadamente, se recuperó después de un par de semanas.

Ana dedica su tiempo a estudiar taquigrafía y francés, y a leer cuantos libros haya.

El 9 de noviembre de 1942, los ingleses anunciaron que Argel, Marruecos, Casablanca y Orán habían caído y ahora esperaban el turno de Túnez. Stalingrado continuaba defendiéndose. Todos en el anexo esperaban que esto fuera el principio del fin.

Poco después fue el decimoséptimo cumpleaños de Peter y un nuevo inquilino se integró al anexo: Albert Dussel, quien era dentista y cuya esposa estaba resguardada en el extranjero. Cuando Dussel llegó al anexo, le dieron un reglamento de convivencia y lo instalaron en la habitación de Ana. Este les cuenta la vida en el exterior: la constante caza de judíos, el despojo de sus bienes y el maltrato contra ellos.

En el anexo celebran Janucá y la fiesta de San Nicolás. Miep y Elli les llevan regalos.

A veces Ana se siente profundamente afligida, pues extraña su vida en el exterior y a sus amigos. Está cansada de los constantes regaños y críticas, del desprecio con el que la miran porque se considera el chivo expiatorio, y de los ejercicios matutinos de Dussel en la habitación que comparten. No obstante, mantiene buena cara. Ana llama a este periodo «días de tumba»: un periodo que los obliga a vivir escondidos con la esperanza de que no será por mucho tiempo. Asimismo, describe la desgracia de la guerra: niños cristianos holandeses enviados obligatoriamente a Alemania; familias judías separadas; guerra en todo el globo; niños sin ropa adecuada pidiendo un pedazo de pan por las calles. Judíos y cristianos esperan, el mundo entero espera, muchos esperan la muerte.

El 27 de febrero de 1943, Churchill se recuperaba de una pulmonía, Gandhi volvió a entrar en huelga de hambre y el propietario del edificio donde se alojaban las familias clandestinas se acababa de vender sin haberles avisado a Koophuis o Kraler. El nuevo propietario echó un vistazo al edificio en compañía de un arquitecto y Koophuis advirtió que no tenía la llave del anexo. Por lo pronto, estaban a salvo.

En marzo de 1943 se escuchaban bombardeos, ametralladoras y alarmas en la calle. Todos tenían mucho miedo; sin embargo, los males que les esperaban afuera eran peores que ser afectados por una bomba. Ana pensaba que Turquía entraría en guerra aliada con los ingleses, pero esto no fue así. El Führer, en sus transmisiones, demostraba orgullo por la guerra y por los soldados heridos.

En este mismo mes, alguien entró a la casa alrededor de las 8 de la noche. Todos se asustaron mucho al escuchar los golpes en la puerta del anexo. El Sr. Van Daan tosía mucho porque tenía gripe, así que le suministraron codeína para mantener silencio. Pensaban que eran unos ladrones. Después los golpes cesaron y en la madrugada bajaron a ver si todo estaba en orden.

Se anunció que todos los judíos deberían abandonar los países germánicos antes del 18 de julio. Utrecht sería depurada y llevaban a la gente al matadero como un tropel de animales enfermos y sucios.

En el anexo descubrieron ratas donde estaban las conservas, así que dejaron a Mouschi, el gato de Peter, para encargarse del asunto.

En abril de 1943, Koophuis tuvo una fuerte hemorragia interna y se tuvo que ausentar por tres semanas. Elli contrajo gripe y Vossen parecía tener úlcera también. En el anexo hay muchas disputas. La madre de Ana contra ella, Van Daan contra el padre de Ana y la Sra. Van Daan contra la Sra. Frank. La alimentación es mala: pan duro, espinacas y papas desde hace quince días.

En mayo de 1943, Ana describe que la ropa de los inquilinos está muy desgastada, pero que, a comparación de los judíos presos, viven en el paraíso. Ha habido muchos bombardeos, toda Holanda era castigada por sus numerosas huelgas y se encontraba en estado de sitio. Los jóvenes holandeses eran obligados a firmar estar de acuerdo con el nuevo régimen; no obstante, el ochenta por ciento de estos no aceptó hacerlo y ahora serían enviados a trabajar en tierras nazis.

En junio de 1943, Ana festeja su decimocuarto cumpleaños; su padre le ha escrito un poema donde le manifiesta su comprensión ante la carga que ella recibe al ser juzgada por todos por ser la más pequeña. Ana se siente honrada ante los regalos que le hacen, pues implicaron una serie de sacrificios al darle golosinas y un libro de mitología.

Al Sr. Vossen le diagnosticaron cáncer; esto implicaba que uno de sus protectores tendría que ausentarse.

Las autoridades habían pedido que entregaran sus radios, pero Koophuis había comprado uno Baby en el mercado negro y este sería ocultado en el anexo: judíos clandestinos, con radio clandestina, comprado en el mercado negro con dinero clandestino.

Ana está presentando problemas con la vista y piensan en la posibilidad de que vaya al doctor con Miep; no obstante, esta opción es descartada.

Margot y Ana ayudan mucho a Miep con el trabajo de oficina y han estado aprendiendo taquigrafía. Dussel y Ana disputan por la mesita de estudio, pues él no quiere cederla y Ana, con mucho temple, termina ganando su mesita en determinados horarios.

En julio de 1943, el norte de Ámsterdam fue destruido; los hospitales estaban llenos y hubo un saldo de más de doscientos muertos y muchos heridos. Los niños buscaban a sus padres entre las cenizas de los escombros. Los bombardeos se intensificaron en Holanda, pero salir a raíz de las alarmas era peor o igual que los bombardeos. Solo había una luz de esperanza: Mussolini entregó su renuncia al rey de Italia.

En la casa hubo, nuevamente, otro asalto. Se llevaron cuarenta florines y el suministro de azúcar. Koophuis cree que fueron los mismos ladrones de hace seis semanas.

Cada quien pensaba en lo que haría si fueran libres: Margot y el Sr. Van Daan se meterían a un baño con agua caliente por más de treinta minutos. La Sra. Van Daan comería golosinas; Dussel solo pensaba en Lotte, su mujer; la madre de Ana tomaría una taza de café; el Sr. Frank desearía visitar al Sr. Vossen al hospital; Peter querría ir al cine y Ana estaría tan feliz que no sabría por dónde empezar, solo quiere regresar a su casa y a la escuela.

Rutina Diaria en el Anexo

Ana describe las actividades del anexo:

  • Siempre que hay bombardeos, Ana corre a la habitación de sus padres.
  • Todo cuanto ocurre en el anexo se escucha: cuando Dussel no puede dormir, cuando los Van Daan están riñendo, cuando alguien va al inodoro.
  • A las 12:30 los oficinistas de la casa se van a comer.
  • A las 12:45 Koophuis, Kraler, Van Santen, Elli y Miep suben al anexo para pasar un rato con sus protegidos.
  • A la 1:00 se agrupan alrededor de la radio para escuchar la BBC.
  • A la 1:15 se sientan a comer.
  • A la 1:45 el almuerzo ha terminado y todos regresan a sus labores.
  • Ana estudia hasta las 4:00, aprovechando el silencio de la siesta de todos.
  • A las 5:30 los oficinistas se retiran del almacén y a partir de entonces pueden utilizar el inodoro, hacer ruidos, etc.
  • A las 8:30 de la mañana en punto es importante guardar silencio, no usar el inodoro para no ser descubiertos.
  • A las 9:00 toman el desayuno y durante el resto del día, estudian o leen.

Madurez y Reflexión: El Desarrollo Personal de Ana (1944)

En septiembre de 1943, escucharon por la radio que Italia había capitulado. Por otro lado, Koophuis fue internado para una operación intestinal por cuatro semanas. Miep contrajo gripe y Elli estuvo al borde de un ataque de nervios porque tenía que cubrir el trabajo de Koophuis y Miep, así como hacer los encargos del anexo. Las cosas en el anexo iban de mal en peor; el estado de ánimo estaba abatido porque todos tenían aprensión ante el obstáculo insuperable del invierno. Los Van Daan se estaban quedando sin fondos. La Sra. Van Daan tendría que vender su abrigo de pieles para sobrevivir. Margot padecía de dolores de cabeza; Dussel de insomnio y Ana sentía que se estaba quedando idiota; no comía, tenía mala cara y se sentía sofocada y deprimida. Tenía deseos de divertirse, salir y ser feliz. Sentía que era un ave que había perdido sus alas.

Un tal V. M. sospechaba del anexo. Kraler subió a hurtadillas para no ser descubierto por V. M. y notificó dicha sospecha para que las precauciones fueran extremas.

Ana tuvo una visión de haber visto a su amiga Lies demacrada y harapienta pidiéndole ayuda. Ana sentía culpa por no poderla ayudar y le pedía a Dios que la protegiera. Consideraba que Lies era el símbolo de la desgracia por la que estaban pasando miles de judíos, por el simple hecho de ser judíos. Las noticias por la radio eran de atmósfera de sopor.

Durante diciembre, el día de San Nicolás, trataron de animarse en el anexo. Elli, Miep y Koophuis les hicieron obsequios: una tarta de Navidad con la inscripción «Paz 1944».

Entre tanto, los Frank y los Van Daan ya no se aguantaban; resultaba difícil cohabitar. Los Frank habían cedido de su comida a los Van Daan, pero ellos eran mezquinos y egoístas. La monotonía comenzaba a trastornarlos. Habían atrapado a los proveedores de tarjetas falsas de racionamiento y la comida que tenían que comer era muy mala, a base de coles y papas.

Las opiniones de Ana se hacían cada vez más maduras, con mayor visión, entendimiento y sabiduría. Analizaba su vida hasta el año 1944, la veía a través de una lupa despiadada. Primero, su casa bañada de sol; luego, en el anexo desde 1942, el brusco cambio, las disputas, las reprimendas, etcétera. Ella fue tomada desprevenida, como si hubiese recibido un mazazo, y para darse ánimo, se volvió insolente. La primera parte de 1943: crisis de lágrimas, soledad infinita, lenta comprensión de sus defectos. Se hallaba sola ante la difícil tarea de cambiarse a sí misma; a fin de no seguir provocando reproches, se deprimía. La segunda parte del año fue un poco mejor: se transformó en jovencita, y los mayores comenzaron a considerarla más bien como uno de ellos. Empezó a reflexionar, a escribir cuentos. Después del Año Nuevo, era su deseo tener a un muchacho por amigo y no a una muchacha. Existía también el descubrimiento de su dicha, bajo su caparazón hecho de superficialidad y alegría. Ya no pensaba en la miseria, sino en la belleza que sobreviviría.

Gustos e Intereses de Ana

  • Escribir.
  • Árboles genealógicos sobre la genealogía de las dinastías en Francia, Alemania, España, Inglaterra, Rusia, países nórdicos y Holanda.
  • Historia.
  • Mitología griega y romana.
  • Fotos de familia y de artistas de cine.
  • Libros de literatura e historia del arte.
  • Interés por ser periodista porque le gusta escribir.
  • Antipatía por las matemáticas y el álgebra.

Ana comenzó a buscar la compañía de Peter y ahora su perspectiva sobre él había cambiado. Descubrió que Peter la observaba mucho y que procuraba ser servicial con ella. Sentía que Peter tenía una enorme necesidad de ternura. La relación entre ellos se estrechaba cada día más y no pasaba un solo día sin que Ana le escribiera a Kitty que estaba enamorada de Peter. Ahora su dicha se basaba en esta nueva amistad. Juntos hablaban de sus familias, de la situación que enfrentaban, de la soledad. Ana creía que él también la quería y sentía culpa por Margot, quien al parecer sentía algo por él; no obstante, ella le escribió una carta donde le aclaraba sentir mucho gusto por la nueva amistad que había entablado con Peter. Entre tanto, los adultos chismorreaban acerca de la relación entre Ana y Peter.

La Amenaza Constante y la Esperanza Frágil

Ana expresaba su pesar ante la guerra y consideraba lejano su final. Había pobreza, la gente no tenía para calzado, andaba mal vestida. No había suficiente comida, había muchos asaltos. Los niños estaban mal nutridos y existían sabotajes contra las autoridades. La gente no tenía carbón y hacía bastante frío. Existían una serie de epidemias, pero la esperanza estaba en el avance de los rusos, quienes se acercaban a Rumania. Los alemanes habían ocupado Hungría y allí todavía habitaban un millón de judíos que la pasarían muy mal.

El martes 11 de abril de 1944, el anexo enfrentó una nueva aventura. Volvieron a intentar asaltar el almacén al hacer un agujero en la puerta de abajo. Peter, Dussel, Van Daan y el Sr. Frank bajaron a ver lo que ocurría y, en ese momento, una pareja que paseaba los alumbró. Por un momento, alguien se acercó a la puerta-armario e intentó abrirla. Todos suponían que era la policía y que la Gestapo los descubriría. Ana ya estaba lista para morir y por un largo rato no se movieron y permanecieron en silencio. El inodoro apestaba porque todos lo ocupaban a raíz de los nervios. Finalmente, tomaron la resolución de llamarle a Koophuis para avisarle del robo y para que enviara a alguien. Por dos o tres ocasiones intentaron abrir la puerta-armario y alguien se postró frente a la puerta por unas cuantas horas. Todos mantuvieron silencio y calma. Cuando todo terminó y Koophuis llegó, les llamó la atención por haberse expuesto al salir a averiguar qué ocurría, pues ahora ya habían sido vistos por la pareja que paseaba.

Ana se sentía emocionada porque ya había besado a Peter. Su padre le había pedido que mantuviera distancia porque se podían enamorar. No obstante, Ana continuaba visitando a Peter y le escribió una carta a su padre para explicarle su sentir desde que estaban encerrados: la falta de comprensión y de cariño por parte de sus padres, noches enteras de sollozos y cómo había encontrado en Peter a un amigo que la comprendía y con quien podía compartir sus inquietudes. El padre de Ana sintió mucho pesar al leer dicha carta por su extrema dureza. Ana se percató de su error al realizar semejantes reproches.

Todos esperaban el desembarco de los ingleses en Holanda. Ana creía que esto sucedería cuando los ingleses y los norteamericanos lo creyeran conveniente, no cuando un grupo de países afectados lo decidieran, pues finalmente arriesgaban a su gente.

Existía una nueva ola de antisemitismo, incluso en aquellos que eran buenos. Ana sentía tristeza, pues ella amaba Holanda y, pese a que no tenía patria, deseaba hacer de Holanda un país hermoso con gente noble, su propia patria. No obstante, se decía que los judíos alemanes refugiados en otros países tendrían que regresar a Alemania. No podía comprender por qué los holandeses, un pueblo bueno, juzgaban al pueblo más oprimido, más desgraciado y, quizá, al más digno de compasión del mundo entero. Solo restaba confiar que esta ola de antisemitismo holandés fuera pasajera y que, al terminar la guerra, los recibieran como antes lo hicieron.

Entre tanto, habían arrestado a su proveedor de legumbres porque albergaba a dos judíos. Ahora pasarían hambre en el anexo, más restricciones alimenticias.

En mayo de 1944, Ana expresaba que estaba de mal humor, deprimida y sin esperanza. La agobiaban varios problemas: por un lado, el proveedor de legumbres; el problema de los judíos; el desembarco que hacía esperar; la mala alimentación; la tensión nerviosa; la atmósfera deprimente; la necesidad de libertad; la carga y el peligro que implicaban para sus protectores; y el miedo a ser descubiertos. Ni siquiera todo esto los hacía desistir; amaban la vida y no habían olvidado la voz de la naturaleza; seguían esperando, pero Ana desearía que aconteciera algo pronto para eliminar la inquietud, así sabrían si debían vencer o perecer.

En junio de 1944 fue el cumpleaños de Ana e inició el desembarco: bombardeo a gran escala en Calais, Bolonia, El Havre y Cherburgo. Las tropas inglesas aterrizaron en paracaídas detrás de las líneas. Gerbrandy, el primer ministro de Bélgica; el rey Haakon de Noruega; De Gaulle; el rey de Inglaterra y Churchill hicieron discursos que representaban una nueva luz de esperanza que daba fuerzas en el anexo para resistir las privaciones un tiempo más.

Ana ya no sentía el mismo interés que antes por Peter, después de haberse percatado de que no podía ser el amigo copartícipe de sus pensamientos. No había cesado de aspirar a elevarlo por sobre su horizonte limitado y a magnificarlo en su juventud. Peter admiraba la fuerza y el buen humor de Ana y por ello se aferraba a ella.

Ana sentía que existían más razones para confiar en que la guerra terminaría, puesto que en julio de 1944 hubo una tentativa de asesinato contra Hitler, no por judíos, comunistas o por capitalistas ingleses, sino por un general de la nobleza germánica, un conde, que al ser descubierto fue fusilado por el Führer.

El Legado Final: La Última Entrada y el Descubrimiento

El martes 1 de agosto de 1944 es la última carta de Ana a Kitty. En esta, hace una recapitulación de su forma de ser; considera que «Ana la Tierna» nunca ha hecho una aparición en compañía, ni una sola vez, pero en la soledad, su voz domina casi siempre. «Ana la Pura» le señala el camino; exteriormente es solo una cabrita desprendida de su cuerda, alocada y petulante. Ve y siente las cosas de manera totalmente distinta a como las expresa hablando; por eso la denominan, alternativamente, volandera, coqueta, pedante y romántica. «Ana la Alegre» se ríe de eso, responde con insolencia, se encoge indiferentemente de hombros, pretende que no le importa nada, pero «Ana la Dulce» reacciona de la manera contraria.

Aquí termina el diario de Ana Frank. El 4 de agosto de 1944, la Feldpolizei hizo irrupción en el Anexo. Todos sus habitantes, así como Kraler y Koophuis, fueron arrestados y enviados a campos de concentración.

La Gestapo arrasó el Anexo, dejando por el suelo revueltos viejos libros, revistas y periódicos, etcétera, entre los cuales Miep y Elli hallaron el Diario de Ana.

De todos los habitantes del Anexo, solo el padre de Ana volvió. Kraler y Koophuis, que resistieron a las privaciones de los campos holandeses, regresaron a sus hogares.

En marzo de 1945, Ana murió en el campo de concentración de Bergen-Belsen, dos meses antes de la liberación de Holanda.

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