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VIDA, AMOR Y MUERTE EN LA POESÍA DE MIGUEL HERNÁNDEZ


Hay en Miguel Hernández, uno de los poetas más humanos de la poesía española, una estrecha relación entre vida y obra. Autodidacta, pero con una buena preparación técnica, funde como ningún otro poeta trayectoria vital y creación artística. En el poema  “Llegó con tres heridas”, de su libro Cancionero y romancero de ausencias, menciona las tres heridas que lo atraviesan a él y a todos los seres humanos, y que están presentes en toda su obra.Llegó con tres heridas,la de la vida, la del amor  y la de la muerte.
En la vida y obra de M. Hernández el amor lo traspasa todo. En ella encontramos el amor a la naturaleza,  su mujer, sus hijos,  sus amigos poetas y  su pueblo. Su poesía surge del corazón y la vida impregna sus poemas. Su vitalismo trágico reside en lo cotidiano, y en un presentimiento que tiene el poeta, desde el principio, de la muerte.
La muerte le acompaña durante toda su vida y exalta su ansia de libertad. Ni siquiera la cárcel la doblega. Primero fue la de Ramón Sijé a quien dedica su  «Elegía» (“Yo quiero ser llorando el hortelano/de la tierra que ocupas y estercolas”). Otra muerte sentida, la de Lorca, dio fruto a su “Elegía Primera” en “Viento del pueblo”.  Y la de su primer hijo, Manuel Ramón, que aparece en poemas como “No quiso ser” de “Cancionero y Romancero de Ausencias”.Los temas de la vida, el amor y la muerte  son el eje de la existencia para el autor. A pesar de estar presentes en la mayoría de sus libros, el tratamiento es diferente en cada etapa,  pasando del vitalismo despreocupado hasta el desengaño y la tristeza de “Cancionero y romancero de ausencias”. En los comienzos de M.Hernández encontramos Perito en lunas”(1933),  donde representa un  paisaje huertano iluminado por la vida, y un vitalismo deslumbrado por los elementos del paisaje, con alguna referencia a la muerte. La muerte en este libro no es muy relevante, aun así vemos cómo ya relaciona la vida con la muerte. En “El silbo vulnerado”, “la pena hace silbar, lo he comprobado”, se produce el tránsito del amor divino al amor humano. Es a partir de El rayo que no cesa(1936), cuando M.Hernández desata sus pasiones y nos muestra más profundamente sus “heridas”, aunque el tema principal de este poemario es el sentimiento trágico del amor. El amor es un apasionado anhelo insatisfecho, un ansía de posesión que no culmina y que destroza al amante. Aparecen varios elementos simbolizados, que causan la “herida” del amante y su dolor: cuchillos, puñales, arado o hachas, y el principal, el rayo. Este representa la fuerza aniquiladora de la pasión amorosa, y junto a otros fenómenos atmosféricos como “vendaval” y “huracán”, nos transmite una sensación de energía, de pasión desatada. También encontramos una comparación simbólica importante, la del toro. Recordemos que M.Hernández colaboró con Cossío en su enciclopedia sobre los toros. El animal representa la virilidad, la fuerza, la libertad más o menos ilimitada. El poeta se siente identificado con el toro en su presentimiento de un destino trágico. El vientre es símbolo de fecundidad, de amor humano, de vida y la sangre significa impulso y dolor, fuerza y tragedia. En esta obra M. Hernández deja claro que para él, vivir es amar, penar y morir.
Su pensamiento radica en la crisis que acaeció con su novia. A la castidad pueblerina de Josefina Manresa se contraponía el ansia de consumación de la relación de Miguel Hernández y se desarrolló en él un amor pasional pero insatisfecho.Con el estallido de la Guerra Civil, Hernández enfoca sus sentimientos sobre la muerte, el amor y la vida hacia la lucha del pueblo, lo que refleja en Viento del pueblo (1937

)

. La muerte aparece como parte de la lucha y de la vida. “Aquí estoy paravivir mientras el alma me suene, y aquí estoy paramorir, cuando la hora me llegue,…La muerte es el destino de los españoles, por una parte morirán perdiéndolo todo, pero también pueden morir luchando para no permitirlo. M.Hernández anima a que la muerte sea un sacrificio para ofrecer una vida a los que vienen detrás. Tiene una finalidad combativa que refleja en poemas como “Canción del esposo soldado”, donde el tema de la muerte se mezcla con el del amor (“Te doy vida en la muerte”… “te quiero cercado por las balas”).
El amor deja de ser sufrimiento personal, para transformarse en un amor en el contexto del combate, capaz de sobreponerse a las dificultades. Pero, principalmente, destaca un amor hacia el pueblo, que radica en el sentimiento de solidaridad, en la unión y el trabajo conjunto para derrocar al mal común.Conforme avanza la contienda, se aleja la esperanza de victoria y la nación se tiñe de sangre. Esta situación lleva a M. Hernández a modular su voz hacia el pesimismo ante el género humano en El Hombre acecha (1939)
. Encontramos una dura crítica hacia los ricos y poderosos, que se mantienen al margen de la guerra, mientras que los más desfavorecidos luchan y padecen sus consecuencias  Hernández ve utópicamente la solución en el pueblo ruso, que ha salido de la miseria a través de la cooperación y  el trabajo, y es lo que propone para España:Rusia y España, unidas como fuerzas hermanas,fuerza será que cierre las fauces de la guerra. Su visión de la muerte cambia. Ya no mueren con honor y con la seguridad de proteger a sus seres queridos, sino que la guerra produce dolor y desgracia entre hermanos de una misma patria. La muerte que antes acompañaba a los héroes a la guerra, ahora es causante del llanto por las víctimas. Incluso el amor está salpicado por la muerte, como escribe en “Canción primera”:  “Hoy el amor es muerte /  y el hombre acecha al hombre”..Cuando pasa la guerra y llega la cárcel,  la poesía de M.Hernández alcanza su mayor profundidad, en un tono trágico que nos muestra en Cancionero y Romancero de Ausencias (1939-1941)
. Retoma con fuerza la figura de las tres “heridas”, debido a que en su situación recapacita de forma intimista sobre los temas de la muerte, la vida y el amor. La muerte aparece constantemente. A las muertes inútiles consecuencia de la guerra, ha de sumarle la de su hijo, y su condena a la pena capital. A éste le escribe con tristeza  en poemas como “Muerto mío, Muerto mío”, o “A mi hijo”. Estos sucesos lo llevan a ver una muerte amarga, agravada por la ausencia de su familia y la soledad de la cárcel. Aun así encuentra sitio para la vitalidad y la esperanza en el amor. El amor por su mujer lo empuja a seguir adelante, el poeta lo ve como fuerza redentora. También fruto de ese amor nace su segundo hijo, que representa la continuidad de la vida, y las ganas de vivir, aunque al mismo tiempo sufra su ausencia en  “Nanas de la cebolla”.Vida, amor y muerte son las tres heridas de Miguel Hernández, quien cierra el círculo entre las tres, en su cancionero, dejándolas grabadas en los labios de su esposa:“Boca que desenterraste el amanecer más claro con tu lengua. Tres palabras, tres fuegos has heredado:

Vida, muerte,amor

Ahí quedan escritos sobre tus labios”.

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