Argumento Detallado y Personajes Clave de Niebla de Unamuno

Capítulo Vigésimo Octavo

Al día siguiente, justo cuando comenzaba el vigésimo octavo capítulo, llegó Mauricio a casa de Don Augusto, quien se enteró de su llegada por medio de Liduvina. El supuesto exnovio de Eugenia le dio las gracias a Augusto por el nuevo trabajo que le había conseguido. Además, le hizo saber que en su largo viaje se llevaría también a Rosario. Augusto palideció y estuvo a punto de estrangular a Mauricio. Pensó que Mauricio se enamoraba de Rosario, a quien él (Augusto) había despreciado, y que él mismo (Augusto) se enamoraba de Eugenia, mujer que Mauricio había despreciado anteriormente. Justo después de que Mauricio se fuera, Augusto tuvo que preguntar a sus dos criados si estaba soñando, algo de lo que no estaba muy seguro. Pero luego llamó a Orfeo, quien sí le dio una respuesta clara, lamiéndole la barba al mismo tiempo.

Capítulo Vigésimo Noveno

Faltaban, al comienzo del vigésimo noveno capítulo, solo tres días para la boda entre Augusto y Eugenia. Ambos estaban unidos, pero Eugenia se mostraba reservada, argumentando que debían respetarse. Iniciaron una conversación en la que Eugenia mencionó dónde podría estar Rosario, sabiendo que Augusto creía que se había ido con Mauricio y que, además, era mentira, con la intención de “refregárselo” en los morros. Augusto quedó consternado al creer que Mauricio se había llevado a la mujer que él (Augusto) había despreciado. Al día siguiente, recibió una carta de Eugenia en la que esta le daba las gracias por todo lo que había hecho, mientras ella viajaba con Mauricio al lugar donde iba a trabajar. Charló unos instantes con los tíos de Eugenia sobre lo sucedido y regresó a casa, donde le comunicó a Liduvina todo lo acontecido. Se encerró en su cuarto y, mientras le llegaban imágenes de Eugenia y Mauricio, rompió a llorar, desesperado y deprimido.

Capítulo Trigésimo

El trigésimo capítulo comienza con la conversación entre Víctor y Augusto, este último, muy consternado y deprimido. Víctor, al ver que su amigo había sido rechazado y engañado por la mujer con la que iba a contraer matrimonio dos días después del suceso, le aconseja vivamente que lo que debía hacer era “devorarse”, con el pretexto de que “pienso, luego existo”. Augusto estaba muy indeciso y confundido; no sabía qué hacer y hasta pensaba ya en suicidarse. Víctor se marchó, dejando a un Augusto en un estado lamentable.

Capítulo Trigésimo Primero

El trigésimo primer capítulo comienza con Augusto dirigiéndose a Salamanca para hablar con Miguel de Unamuno, autor de Niebla. Augusto se dirigía allí porque anteriormente había leído un ensayo suyo que trataba sobre el suicidio, algo que estaba dispuesto a hacer. Ambos estuvieron charlando un rato, mientras Unamuno le decía que él era un ente de ficción y que no existía. Augusto, paranoico, le dijo que estaba dispuesto a matarlo a él, a su propio creador, a su dios. Unamuno, muy consternado y enfadado, le dijo que quien iba a morir era Augusto. Este último, muy confuso, le suplicó que no lo matara, que a pesar de todo él no se iba a suicidar. Pero, al ver que no lo convencía, le empezó a decir, justo antes de irse, que, al igual que todos los lectores de este libro y todos los que viven, él moriría. Cabizbajo, salió a la calle sin despedirse de Miguel y se dirigió al tren que lo llevaría de vuelta a casa.

Capítulo Trigésimo Segundo

Al comienzo del trigésimo segundo capítulo, Augusto estaba en el tren de vuelta a casa, pensando en cómo había sido su vida durante los últimos años que había “vivido”. Contaba los minutos que faltaban para llegar a casa, sin dejarse ni uno solo. Estaba muy triste. Llegó a casa y le dijo a Liduvina que no existía, que solo era un ente de ficción, que era pura fantasía… La señora, creyendo que se encontraba mal, llamó a su marido Domingo para que fuera a ver lo que le pasaba a su señorito. Augusto empezó a pedir comida hasta el punto de no poder comer más. Su criado lo invitó a dar un paseo, pero él no lo aceptó porque no tenía fuerzas ni para tenerse en pie. Le escribió una nota para dársela a Unamuno que decía: “Se salió usted con la suya, he muerto.” Se acostó y le pidió a su criado que se quedara en la cama de al lado. Se quedó durmiendo, pensando a la vez sobre su propia existencia. De repente, se levantó gritando el nombre de Eugenia y se desplomó muerto sobre la cama. Llamaron al médico, pero de nada sirvió: ya estaban pensando en preparar el entierro.

Capítulo Trigésimo Tercero

El capítulo trigésimo tercero comienza con el propio autor de esta obra dándonos a conocer que había recibido el telegrama enviado por el criado de Augusto. Unamuno se había arrepentido de haberlo matado y hasta pensó en resucitarlo. Poco después de acostarse y de haberse dormido, se le apareció la figura de Augusto en sueños, a quien le dijo que posiblemente lo iba a resucitar. Pero Augusto le hizo saber que no podía resucitarlo, al igual que otras figuras de la literatura, como Don Quijote. Unamuno pensó en dar solución soñando sobre él otra vez, pero Augusto le informó de que no se puede soñar dos veces el mismo sueño. Más tarde, se despidió de él y desapareció. Unamuno, que soñaba con morirse, se despertó de pronto con una cierta opresión en el pecho. Y este es el resumen de la historia de don Augusto Pérez.

Análisis de Personajes

Augusto

Protagonista de Niebla. Solitario, despistado y pensador. Su historia comienza cuando se cruza con los ojos de Eugenia, lo que despierta su amor por todas las mujeres y le hace ver a todas las mujeres como guapas e interesantes.

Cuando parece haber conseguido por fin la mano de Eugenia, esta lo abandona por Mauricio unos días antes de su boda, lo que le provoca una grave depresión que lo lleva a cuestionarse su propia existencia y a plantearse el suicidio. Todo esto desembocará en una discusión con Unamuno, quien acabará por quitarle la vida.

Eugenia

Es la joven de la que se enamorará Augusto. Conocida por algunos personajes como la “pianista”, se dedicaba a impartir clases de piano (actividad que aborrecía) para poder pagar la hipoteca de la casa en la que había nacido. Era una mujer muy fuerte, luchadora, autónoma y decidida. Era una persona muy atractiva y hermosa. No obstante, a pesar de estas cualidades, al final del libro, al abandonar a Augusto, demuestra ser una persona bastante deplorable.

Unamuno

Se presenta a sí mismo como “un señor un poco raro que se dedica a decir verdades que no hacen al caso”. Se incluye en la obra para mantener la famosa discusión con Augusto, que acabará con las súplicas de este para que no le arrebate la vida, ya que Unamuno es su creador.

Víctor

Amigo de Augusto. Con él comparte tertulias y partidas de cartas y de ajedrez. Lo aconsejará en sus problemas y dudas respecto al descubrimiento del amor hacia las mujeres.

Orfeo

Es el perro que Augusto encuentra en el parque. Al ser un perro, este personaje podría aparentar carecer de importancia, pero no es así, llegando incluso a ser uno de los personajes con más trascendencia de la obra, como bien podemos comprobar en el epílogo. Gracias a él, han tenido lugar algunos de los monólogos de Augusto más interesantes e importantes.

Rosario

Es la “inocente” muchacha (que resulta no serlo tanto) que enamora a Augusto tras las negativas de Eugenia, aunque al final acabará dejándola cuando consiga la mano de esta. No obstante, logrará que el protagonista sienta celos por ella.

Mauricio

Es el novio de Eugenia. Es un “don Juan” vago, holgazán y descuidado. Conseguirá ponerle las cosas difíciles al protagonista en su anhelo por conseguir la mano de Eugenia.

Domingo y Liduvina

Son los criados de Augusto, marido y mujer. Se encargarán de aconsejar y ayudar a su amo en materia amorosa.

Fermín y Ermelinda

Son los tíos de Eugenia. Intentarán emparejarla por todos los medios con Augusto. Fermín se considera un anarquista teórico y felicita continuamente a su sobrina por sus decisiones liberales y autónomas. Ermelinda, sin embargo, es una figura más áspera.

Significados de «Niebla»

La palabra “niebla” aparece varias veces a lo largo del libro en monólogos y diálogos, refiriéndose a la confusión, la duda y el malestar que el protagonista experimenta a lo largo de la obra.

La “niebla” es la tristeza, la soledad, la burla y la humillación que Unamuno hace soportar a Augusto.

También encontramos esa “niebla” como la definición de esas dudas existenciales que el protagonista experimenta cuando entra en la grave crisis tras el abandono de Eugenia.

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