Azorín
Nació el 8 de junio de 1873 en Monóvar (Alicante).
Hijo de un abogado militante del partido conservador que llegó a ser alcalde y diputado, y poseedor de una importante hacienda.
A los ocho años, entra como interno en el colegio de los Padres Escolapios en Yecla. A los dieciséis, cursa estudios de enseñanza secundaria. En 1888, se traslada a Valencia para cursar la carrera de Derecho.
Colabora en distintos periódicos utilizando diversos seudónimos: Fray José en «La Educación Católica« de Petrel, Juan de Lis en «El Defensor de Yecla«, etc. Escribe también en «El Eco de Monóvar«, «El Mercantil Valenciano» y en «El Pueblo«. Colabora en ABC y en La Vanguardia como crítico literario.
Participó activamente en la vida política. Antonio Maura y el ministro Juan de la Cierva fueron sus máximos valedores. Entre 1907 y 1919, fue cinco veces diputado y subsecretario de Instrucción Pública. Al inicio de la Guerra Civil, se refugió en Francia junto a su esposa, Julia Guinda Urzanqui.
Azorín fue uno de los escritores que, a comienzos del siglo XX, luchó por el renacimiento de la literatura española. Él mismo bautizó a este grupo con el nombre de Generación del 98. En sus escritos, trata de la eternidad y la continuidad, simbolizadas en las costumbres ancestrales de los campesinos. Autor de ensayos como:
- El alma castellana (1900)
- Los pueblos (1904)
- Castilla (1912)
Se le reconoce sobre todo por sus novelas autobiográficas:
- La Voluntad (1902)
- Antonio Azorín (1903)
- Las confesiones de un pequeño filósofo (1904)
Autor también de crítica literaria en textos como:
- Los valores literarios (1913)
- Al margen de los clásicos (1915)
Se convirtió en el máximo representante de la Generación del 98, movimiento literario que él definió. En 1924, fue elegido miembro de la Real Academia Española. En 1946, se le otorgó la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio.
Azorín falleció el 2 de marzo de 1967 en Madrid.
Obras
- Notas sociales
- Anarquistas literarios
- Bohemia (cuentos)
- Soledades
- Pécuchet, demágogo (fábula)
- La evolución de la crítica
Ramón del Valle-Inclán
(Villanueva de Arosa, 1869 – Santiago de Compostela, 1935) Narrador y dramaturgo español, cuyo verdadero nombre era Ramón Valle Peña. La muerte de su padre le permitió interrumpir sus estudios de derecho, por los que no sentía ningún interés, y marcharse a México, donde pasó casi un año ejerciendo como periodista y firmando por primera vez sus escritos como Ramón del Valle-Inclán.
De vuelta a España, se instaló en Pontevedra; publicó diversos cuentos y editó su primer libro, Femeninas (1895), que pasó inadvertido para la crítica y el público. Viajó a Madrid, donde entabló amistad con jóvenes escritores como Azorín, Pío Baroja y Jacinto Benavente, y se aficionó a las tertulias de café, que no abandonó a lo largo de su vida. Decidió dedicarse exclusivamente a la literatura y se negó a escribir para la prensa porque quería salvaguardar su independencia y su estilo, a pesar de que esta decisión lo obligó a una vida bohemia y de penurias.
Tuvo que costearse la edición de su segundo libro, Epitalamio (1897), y por esa época se inició su interés por el teatro. Una folletinesca pelea con el escritor Manuel Bueno le ocasionó la amputación de su brazo izquierdo. Con el propósito de recaudar dinero para costearle un brazo ortopédico que el escritor nunca utilizó, sus amigos representaron su primera obra teatral, Cenizas, que fue su primer fracaso de público, una constante en su futura carrera dramática.
Su producción literaria es muy amplia y compleja, porque si bien tocó casi todos los géneros, nunca se ciñó a sus normas, y rechazó la novela y el teatro tradicionales. Estéticamente, siguió dos líneas: una, poética y estilizada, influida por el simbolismo y el decadentismo, que lo inscribió entre los modernistas; la otra es la del esperpento (que predominó en la segunda mitad de su obra), con una visión amarga y distorsionada de la realidad, que lo convierte, en palabras de Pedro Salinas, en «hijo pródigo del 98».
Entre 1902 y 1905, publicó las Sonatas, su primera gran obra de narrativa y la mayor aportación española al modernismo. La unidad de estas cuatro novelas recae en el personaje del Marqués de Bradomín, una irónica recreación de la figura de don Juan, convertido en «feo, católico y sentimental». En Flor de santidad (1904), que sigue en la misma línea estética, aparece por primera vez un tema en el que abundó a lo largo de su carrera: la recreación mítica de una Galicia rural, arcaica y legendaria.
La obra dramática de Valle-Inclán es probablemente la más original y revolucionaria de todo el teatro español del siglo XX, al romper las convenciones del género. En palabras de su autor: «Yo escribo en forma escénica, dialogada, casi siempre. Pero no me preocupa que las obras puedan ser o no representadas más adelante. Escribo de esta manera porque me gusta mucho, porque me parece que es la forma literaria mejor, más serena y más impasible de conducir la acción». Se inició con Cenizas (1899) y El marqués de Bradomín (1906), adaptaciones de dos de sus relatos. Todavía inscritas en el estilo decimonónico teatral, manifestaron sin embargo rasgos muy personales, como el gusto por el tema de la muerte, el pecado y la mujer, y la importancia de lo plástico en las acotaciones escénicas.
Obras
- La lámpara maravillosa
- Cenizas
- El marqués de Bradomín
- Romance de lobos
Argumento del marqués de Bradomín
Se trata de una adaptación parcial de su novela Sonata de otoño, publicada cinco años antes, y recrea las peripecias del Marqués de Bradomín, un aristócrata de profundas convicciones carlistas y muy aficionado a las mujeres, personaje inspirado en el general carlista Carlos Calderón.
Argumento de Cenizas
Se recrea el amor desgarrado y prohibido entre Pedro Pondal y Octavia Santino, mujer casada que se debate entre su pasión terrenal y la salvación de su alma, con la presencia del sacerdote Rojas de trasfondo en el conflicto.