Identificación del Yo Poético y el Destinatario
El yo poético es alguien que contempla la belleza de una joven dama y le aconseja que disfrute de la juventud. Esta dama es la destinataria del poema. Es un texto lírico porque en él se plasman las emociones y los sentimientos del emisor.
Resumen, Tema y Tópicos
El tema principal de la composición es una exhortación a disfrutar sin demora de la juventud y la belleza, así como un aviso de la muerte inexorable que reducirá todo lo que hoy triunfa fresco y alegre al olvido, a la nada, es decir, el Carpe diem. Podemos distinguir tres elementos que se entrecruzan: la belleza, el tiempo y el goce vital, que se relacionan para transmitir el tema principal.
Estructura del Texto
Estructura Interna
El poema está dividido en tres partes:
- 1ª parte: versos 1 a 8. Ocupa los dos cuartetos, presentando una descripción canónica de la belleza femenina (cabello, frente, labios, cuello).
- 2ª parte: verso 9. Aparece el consejo del yo poético, el tópico del Carpe diem.
- 3ª parte: versos 10 a 14. Conclusión final en la que se justifica por qué el poeta da ese consejo de que disfrute de la vida: la muerte acabará con todo.
Estructura Externa y Análisis Métrico
Se trata de un soneto, formado por 14 versos endecasílabos, con rima consonante ABBAABBA CDE DCE.
Aspectos Lingüísticos: Recursos Literarios y Cohesión
En la primera parte, la descripción física de la amada sigue las pautas de la belleza canónica en la lírica cortés. El amante cortés enumera en un orden fijo las partes del cuerpo de la amada, puesto que corresponde a la norma y a lo que espera la audiencia. En este caso, se establece una comparación entre estas partes y diversos elementos de la naturaleza. Cada uno de estos términos constituye una hipérbole o exageración, cuya intención es realzar la gracia de la dama. Veamos ahora cómo:
- Versos 1 y 2: El cabello se compara con el oro que relumbra al sol. El canon de belleza de la lírica provenzal exige que la mujer sea rubia.
- Versos 3 y 4: La frente se mide con un lirio, flor blanca tradicional en la poesía. Se trata, además, de un “lilio bello”; la piel blanca es considerada bella y aristocrática, frente a la curtida, que denuncia las envilecedoras labores del campo, apropiadas para una campesina.
- Versos 5 y 6: Los labios se confrontan al clavel. Los labios hermosos son rojos (indicio de buena salud, por otra parte). El clavel es “temprano”, es decir, despliega el encarnado más vehemente. Tan bellos son los labios de la amada que, aun así, se elevan sobre el rojo casi perfecto de la flor.
- Versos 7 y 8: El cuello de la amada y el cristal conforman los dos elementos de la comparación.
Gracias a las comparaciones hiperbólicas que integran esta primera parte, sabemos que la belleza de la mujer a la que se dirige la voz poética es insuperable. Esto no hará sino reforzar el tema principal ya expresado, puesto que tanto más dramático es el marchitarse de una beldad cuanto más gloriosa se exhibió ante nuestros ojos.
El elemento fundamental de la segunda parte, y de todo el poema, es el verbo “goza”. Es, por un lado, el verbo principal del que dependen todos los demás; por otro, representa por sí solo la idea principal del soneto, ya que anima al deleite de todo lo elogiado en la primera parte. La enumeración en este verso noveno de las partes del cuerpo despojadas de adjetivación anuncia el tono crudo de la tercera parte.
Destaca el paralelismo entre este verso y el undécimo, que lista los elementos comparados en los dos cuartetos, y sobre todo con el decimocuarto, que comentaremos más adelante.
Los versos 12 y 13 aparecen desordenados en un brusco hipérbaton, como la imagen de la violeta “troncada” (la flor violeta tronchada). Esta expresión aparentemente caótica y desordenada es frecuente en la poesía barroca. Sigue una confirmación enfática del objeto de esta exhortación (“tú y ello juntamente”), que deja al lector aguardando una resolución esperada, mas no por eso menos sobrecogedora.
El efecto lírico del excepcional verso final es estremecedor, ya que se establece un contraste entre la siniestra enumeración y los versos noveno y undécimo (esto es, con los dos cuartetos). La advertencia se completa y se transmite con gran eficacia el mensaje del soneto: que acabaremos siendo “nada”. La relación aparece graduada, desde un “tierra” hasta el insondable, el pavoroso, el espeluznante “nada” que arroja la pobre esperanza de nuestras almas peregrinas al olvido y la muerte.