Dona rosa la colmena

LA COLMENA
Consagra las carácterísticas de la novela social de 1950 en adelante:
– La concentración del tiempo.
– La reducción del espacio: la geografía urbana de Madrid.
– El protagonista colectivo
– Final abierto.
Personajes:
Aparecen 296 personajes, además de 50 personas reales.
· Martín Marco: Eje vertebrador de la historia, entrelaza varios espacios y personajes.
“No es uno de tantos, no es un hombre vulgar”, va dando tumbos por la vida:
desvalimiento, miedos, preocupaciones, mezquindades.
· Doña Rosa: la intemperante y despreciable dueña del café.
· La hermana de Martín Marco, Filo: ejemplo de mujer sacrificada por las estrecheces
económicas.
· Don Roberto: su marido, el pobre pluriempleado.
· La familia de los Moisés: con doña
Visi, beata y ciega para lo que le rodea; su marido
el rijoso don
Roque y sus hijas, especialmente Julita, que se reúne con su novio en la
casa de citas.
· La señorita Elvira: buscona, condenada a la soledad.
· Victorita, la muchacha que se vende para llevarle medicamentos y comida a su novio
tuberculoso.
· Petrita, criada de pobres, extraña mezcla de abnegación y de animalidad…
En torno, pululan el sablista, el poeta joven y ridículo, el guardia, el prestamista, el médico
oscuro, el señor vividor, el pedantón, el impresor adinerado, los músicos miserables, el
gitanillo… Y las mujeres de todas clases: las beatas, las prostitutas del más variado nivel, las
dueñas de las casas de citas, la alcahueta, la niña vendida a un viejo verde, las criaditas, la
castañera… Será tarea de la lectura prolongar esta lista y, sobre todo, detenerse en todos cuantos
personajes merezcan análisis.
-Técnica de caracterización retratos, prosopografía y etopeya, casi caricaturesco. Desorden
cronológico.
Narrador:
Narrador de tercera persona, objetivo, a veces. Observación de los personajes, sucesos, forma
de hablar.
Narrador omnisciente: conoce el mundo interno de los personajes: su pasado personal, los
rumores que circulan a su costa, su estado de ánimo, reacciones, sus pensamientos, sus deseos
no realizados, sus sueños.
Autor implícito: actitud propia de un autor omnipresente: interviene en el relato: “Digo
esto…”Reflexiona sobre los personajes y la vida en general. Introduce digresiones, suposiciones.
Expresa emociones: sarcasmo, aspereza, ternura…
TEMA: La incertidumbre de los destinos humanos. El estancamiento y la monotonía de unas
vidas humanas sin esperanza. La alienación expresada por medio: de la incomunicación entre
los personajes, de la incertidumbre, de la posguerra: racionamiento, estraperlo, del hambre, del
tedio de vivir, de la miseria y la enfermedad, de la obsesión por el dinero, del sexo, del recuerdo
de la Guerra Civil: sentimientos de cobardía y sometimiento, triunfalismo social, de la represión
política, y también la solidaridad.
Comentario:

La colmena

Capítulo primero. Secuencia primera
No perdamos la perspectiva, yo ya estoy harta de decirlo, es lo único importante.
Doña Rosa va y viene por entre las mesas del café, tropezando a los clientes con su
tremendo trasero. Doña Rosa dice con frecuencia leñe y nos ha merengao. Para doña
Rosa el mundo es su café, y alrededor de su café, todo lo demás. Hay quien dice que
a doña Rosa le brillan los ojillos cuando viene la primavera y las muchachas empiezan
a andar de manga corta. Yo creo que todo eso son habladurías: doña Rosa no hubiera
soltado jamás un buen amadeo de plata por nada de este mundo. Ni con primavera ni
sin ella. A doña Rosa lo que le gusta es arrastrar sus arrobas, sin más ni más, por entre
las mesas. Fuma tabaco de noventa cuando está a solas, y bebe ojén, buenas copas de
ojén, desde que se levanta hasta que se acuesta. Después tose y sonríe. Cuando está de
buenas, se sienta en la cocina, en una banqueta baja, y lee novelas y folletines, cuanto
más sangrientos, mejor: todo alimenta. Entonces le gasta bromas a la gente y les cuenta
el crimen de la calle de Bordadores o el del expreso de Andalucía.
Comentario: La familia de Pascual Duarte.
Pasó algún tiempo que otro de cierto sosiego, jugando con una botella, que era lo que más le
llamaba la atención, o echadito al sol, para que reviviese, en el corral o en la puerta de la calle, y
así fue tirando el inocente, unas veces mejor y otras peor, pero ya más tranquilo, hasta que un
día -teniendo la criatura cuatro años- la suerte se volvíó tan de su contra que, sin haberlo
buscado ni deseado, sin a nadie haber molestado y sin haber tentado a Dios, un guarro (con
perdón) le comíó las dos orejas. Don Raimundo, el boticario, le puso unos polvos amarillitos, de
seroformo, y tanta dolor daba el verlo amarillado y sin orejas que todas las vecinas, por llevarle
consuelo, le llevaban, las más, un tejeringo los domingos; otras, unas almendras; otras, unas
aceitunas en aceite o un poco de chorizo… ¡Pobre Mario, y cómo agradecía, con sus ojos
negrillos; los consuelos! Si mal había estado hasta entonces, mucho más mal le aguardaba
después de lo del guarro (con perdón); pasábase los días y las noches llorando y aullando como
un abandonado, y como la poca paciencia de la madre la agotó cuando más falta le hacía, se
pasaba los meses tirado por los suelos, comiendo lo que le echaban, y tan sucio que aun a mí
que, ¿para qué mentir?, nunca me lavé demasiado, llegaba a darme repugnancia

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *