La Libertad de Delacroix: Icono del Romanticismo y la Revolución de 1830

Documentación General

Título: La Libertad guiando al pueblo
Autor: Delacroix, Eugène (1798-1863)
Cronología: 1830
Estilo: Romanticismo
Técnica: Óleo
Soporte: Tela; 2,60 m × 3,25 m
Localización actual: Museo del Louvre, París
Tema: Testimonio, entre alegórico y realista, de la insurrección popular que tuvo lugar en julio de 1830 en París y que desembocó en la huida del último monarca absolutista francés, Carlos X.

Análisis Formal

Elementos Plásticos

Las pinceladas muestran una gran desenvoltura y ondulación. El rojo y el azul de la bandera, de la vestimenta del herido que yace ante la Libertad, y de la polaina del muerto de la izquierda resaltan por encima de la predominancia de los tonos ocres y grises del conjunto. Los tres elementos, así destacados, crean una línea recta imaginaria que conforma un eje central.

Los tres elementos son resaltados, también, por la luz irreal del cuadro, que ilumina la Libertad con la bandera tricolor, parte del cuerpo del niño a su lado, el moribundo de la chaqueta azul, el muerto del margen inferior izquierdo y las manos y media cara del hombre del sombrero.

El tratamiento del color y de la luz se supedita a un objetivo más importante: potenciar el movimiento.

Composición

La composición de esta obra remite a La balsa de la Medusa de Géricault, ya que las figuras se enmarcan dentro de una pirámide ascensional de la cual se ha sustituido el paño del náufrago por la enseña francesa, elevada por la Libertad. Los dos muertos de primer término también mantienen un paralelismo con los cuerpos sin vida que se apreciaban en primer plano en la obra de Géricault; incluso las piernas alzadas del difunto del margen izquierdo parecen inspirarse en las del fallecido del lado opuesto de La balsa de la Medusa.

Si los personajes de la balsa alejan al espectador por medio de movimientos provocados por la visión del barco que les ha de rescatar, en la obra de Delacroix, la acción se dirige hacia el observador, a punto ya de englobarlo, como si nadie pudiera quedarse indiferente con relación a ella.

La escena, llena de tensión e impetuosidad, tiene lugar en las calles de París; las torres de Notre-Dame al fondo así lo corroboran. La figura femenina central es una alegoría de la Libertad y lleva un fusil con la bayoneta calada en una mano, mientras que con la otra enarbola la bandera francesa y guía a los combatientes. Le siguen, a la izquierda, un representante de la burguesía con sombrero de copa y arcabuz (seguramente un autorretrato del mismo Delacroix) y un miembro de la menestralía que blande un sable; y a la derecha, el representante de la juventud, un tamborilero armado con dos pistolas.

Estilo

Delacroix fue la gran figura del romanticismo pictórico francés y seguramente también de Europa. Este artista francés mostró una gran admiración por Miguel Ángel y la terribilitá de sus personajes y la plasmó excepcionalmente en sus cuadros.

En cuanto al color, apreció el tratamiento que hicieron los miembros de la escuela veneciana (Giorgione, Tiziano). Pero, si valoró algún pintor por encima de todos, este fue Rubens por la vitalidad desbordante y por la profusión decorativa.

Por otro lado, no se puede olvidar que Delacroix se inspiró en La balsa de la Medusa de Géricault a la hora de realizar La Libertad guiando al pueblo, y que la obra de Gros, otro romántico francés, también ejerció una gran influencia en la suya. Durante una breve escapada a Sevilla y Cádiz también descubrió a Goya.

La relevancia de Delacroix en la pintura posterior ha sido muy intensa, como el propio Cézanne reconoció: «Sigue siendo la mejor paleta francesa y nadie en este mundo no ha sabido conjugar como él el patetismo y la calma, la vibración del color». Todos pintamos pensando en él.

Considerado exponente máximo del romanticismo, Delacroix fue uno de los pintores principales de la temática exótica, que viste con una gran riqueza cromática. Esto tuvo una gran repercusión posterior e inspiró la obra de un gran número de artistas como Renoir, Seurat y Van Gogh, entre otros.

Interpretación

Contenido y Significación

Dejando de lado a Goya, esta tela es la primera composición moderna. Delacroix resumía su intención a la hora de hacer el cuadro en una carta a su hermano: «He optado por un tema moderno, la barricada (…), y si no he luchado por la patria, al menos pintaré para ella». Con esta tela su autor hacía referencia a las tres jornadas revolucionarias (27, 28 y 29 de julio de 1830) que tuvieron lugar en París y que provocaron la caída del último rey francés de la familia de los Borbón, Carlos X, y la coronación de Luis Felipe I de Orleans, representante de la monarquía liberal, el cual posteriormente fue destronado en 1848. Probablemente, la escena hace referencia a los hechos ocurridos el día 28, que fue cuando se produjeron los combates decisivos.

La figura femenina que hace ondear la bandera tricolor simboliza la Libertad y a Francia, y como una diosa guía a los ciudadanos (burgueses, artesanos, jóvenes, etc.) hacia la victoria y la libertad. Se expone en el Salón de París de 1831. El rey Luis Felipe I la adquirió por 3.000 francos, pero decidió que el tema era demasiado incendiario para mostrarlo al público. Hasta el año 1861 no se pudo contemplar con regularidad.

Función

Probablemente, en un primer momento la intención de Delacroix al pintar este cuadro era propagandística (nadie debía permanecer indiferente ante la revolución), pero con el tiempo fue adquiriendo un sentido más conmemorativo. A pesar de hacer referencia a unos hechos concretos, no se puede decir que sea un lienzo histórico, ya que Delacroix no estaba tan interesado en reflejar la realidad como el espíritu de los que se levantaron, en clara consonancia con los presupuestos artísticos románticos.

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