La Novela Española de Posguerra: Evolución y Características por Décadas

La Novela Española en la Posguerra: De la Censura a la Experimentación

El final de la Guerra Civil, la censura y las duras condiciones de la posguerra, llevan a los novelistas a desarrollar una literatura esencialmente realista en la que hallan cauces expresivos para sus inquietudes existenciales y sociales. La ruptura con la tradición inmediata, el abandono de los alardes vanguardistas, la ausencia de maestros, el exilio, la censura y el aislamiento provocan el estancamiento del género. Algunos novelistas desarrollan su actividad desde el exilio, donde tratan el tema de España desde una perspectiva crítica, además de mostrar la realidad de los países que los acogen. Entre ellos se encuentran Rosa Chacel (La sinrazón, 1960), Max Aub (El laberinto mágico, seis novelas de ciclo narrativo sobre la Guerra Civil que aparecen de 1940 en adelante), Francisco Ayala (Los usurpadores, 1949) y Ramón J. Sender (Réquiem por un campesino español, 1953). Entre los nuevos narradores destacan Arturo Barea (La forja de un rebelde) y Manuel Andújar.

Se pueden distinguir tres momentos importantes en la narrativa española posterior a 1939: la inmediata posguerra (años 40), los años 50 y a partir de los 60.

Los Años 40: La Inmediata Posguerra

La década de los cuarenta es una etapa de cierta desorientación y de búsqueda de nuevos caminos literarios. El dolor de la Guerra Civil y el impacto de la Segunda Guerra Mundial generan una literatura de grandes preocupaciones existenciales. Algunos novelistas de la generación anterior siguen activos, como Fernández Flórez, y otros cultivan una novela existencial de tono demoledor, como Juan Antonio de Zunzunegui (La vida como es, 1954). La dictadura y su censura estimulan la novela escapista o evasiva, en la que los autores se alejan de los conflictos.

A pesar de todo, los años 40 constituyen un período importante en el proceso de renovación de la narrativa de posguerra. Con este impulso de renovación de la novela resultan decisivas las obras de Carmen Laforet y Cela.

  • Nada (1945) de Carmen Laforet, ganadora del primer Premio Nadal, significó una ruptura con el tremendismo y la violencia, narrando los años de posguerra en Barcelona, reflejando la amargura de la Guerra Civil y mostrando la incertidumbre del ser humano a través de Andrea, su protagonista, que va a Barcelona a vivir con sus familiares.
  • La sombra del ciprés es alargada (1948) de Miguel Delibes, a través de una obra amarga y pesimista, narra la historia de Pedro, un huérfano que, tras la muerte de su mejor amigo, decide que en la vida es mejor renunciar a los afectos para evitar el sufrimiento que nos provoca la muerte.

Los Años 50: El Auge de la Novela Social

En la década de los cincuenta surge la novela social, basada en un realismo más objetivo, ideológico y comprometido. Los narradores dan testimonio de la realidad, la juzgan y tratan de combatirla. Muestran auténticamente la realidad ante la sociedad española y expresan su deseo de cambio, solidarizándose con los humildes y los oprimidos. Disminuyen su presencia en la obra, narrando los hechos con intención testimonial, como si se tratara de una cámara cinematográfica. Introducen el habla popular y coloquial en los diálogos y dotan de importancia al personaje colectivo frente al individual de la novela existencial. Su modo registra la conducta de los personajes sin comentarios ni interpretaciones, dando lugar al objetivismo.

En 1951 se publica en Buenos Aires, a causa de su prohibición en España, La Colmena de Camilo José Cela, obra que inicia la renovación literaria de la novela española de los años 50. En ella se aprecia un fiel retrato de la sociedad española de posguerra y se incorporan novedosas técnicas como el personaje colectivo, el objetivismo y la reducción espacial y temporal.

Otras obras destacables que continúan con la actitud crítica son: El Camino de Miguel Delibes, Pequeño teatro (1954) de Ana María Matute, Entre visillos (1958) de Carmen Martín Gaite y El Jarama de Sánchez Ferlosio. Un realismo más crítico, que tiene como objetivo transformar la sociedad, lo encontramos en Central eléctrica de Jesús López Pacheco. También surge la novela fantástica que reivindica la imaginación y la fantasía, en Merlín y familia (1955) de Álvaro Cunqueiro.

Los Años 60: La Novela Experimental

En la década de los sesenta, muchos autores se alejan del compromiso ético y social y se acercan más al compromiso estético. Son años de renovación y de una literatura de carácter experimental. El cansancio de la novela realista da paso a la búsqueda de otras formas narrativas, introduciendo innovaciones técnicas de la literatura europea y americana. La apertura de España al exterior permite a los novelistas contactar con la narrativa hispanoamericana (Vargas Llosa, García Márquez…) y, con los novelistas consolidados de la novela contemporánea (Proust, Kafka, Joyce…), se inaugura la narrativa experimental interesada en nuevos recursos técnicos y expresivos. Se renueva el lenguaje y la forma, se experimenta con los elementos de la sintaxis narrativa.

Características y Obras Clave de los 60

Estructuralmente, se abandona lo tradicional, dando lugar a los saltos temporales, aparece la narración en segunda persona, los monólogos interiores, el perspectivismo, la fusión de géneros, se incorporan procedimientos de vanguardia, etc. Los autores adoptan una visión dialéctica de la realidad española, es decir, dan testimonio de la realidad confrontando los diferentes planos que la componen (ideológicos, sociales…).

  • El inicio de la renovación de la novela lo marca Tiempo de silencio (1962) de Luis Martín Santos. Es una obra compleja tanto por la temática como por las técnicas narrativas que emplea. La innovación más importante es la experimentación del lenguaje (variedad de registros, realismo…). No presenta capítulos, sino secuencias separadas por espacios en blanco; el narrador es omnisciente (adopta varias perspectivas: monólogo interior, primera o segunda persona, estilo indirecto libre, narración del pensamiento sin marca introductoria). Trata de un joven médico que se ve inmerso en una espiral de violencia tras intentar salvar la vida de una muchacha a la que su padre le ha provocado un aborto.
  • En Cinco horas con Mario (1966) de Miguel Delibes, se emplea la técnica del monólogo interior para reproducir el pensamiento más íntimo de Carmen, la protagonista, que está velando el cuerpo de su difunto marido.
  • En Últimas tardes con Teresa (1966) de Juan Marsé se parodia la novela social. Se muestra la relación emocional y sexual entre un joven marginal y una universitaria burguesa.
  • En La saga/fuga de J.B. (1972) de Torrente Ballester, se crea un mundo mítico y confuso, con estructura compleja y fusión de realidad y fantasía. Se cuenta la historia mítica de una ciudad condenada a desaparecer si la llegada de un hombre que responde a las iniciales J.B. no lo impide.

Los Años 70: Continuidad y Nuevo Periodo

Durante la década de los setenta se crean obras con renovadas técnicas narrativas en las que se continúa con la experimentación temática y, sobre todo, formal de la novela de la década anterior. Sin embargo, en 1975 se abre un nuevo periodo en la novela. Acabada la censura, la libertad de expresión es un factor determinante en la creación artística y la mayoría de los narradores se aleja de la novela experimental, decantándose por la búsqueda de una voz propia.

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