La Visión Regeneracionista de Azorín: Decadencia y Esencia de España en «Castilla»

Azorín y la Visión Regeneracionista de España en «Castilla»

Las ideas de Azorín sobre España, como miembro de la Generación del 98, son las mismas que las de los demás autores de su generación; es decir, son regeneracionistas. Azorín ataca la tradición, pero después hace un esfuerzo por comprender y valorar el pasado nacional a través del pueblo, las viejas ciudades, el paisaje y la vida cotidiana. Él cree que el pasado y el presente están unidos, que existe una continuidad.

Las Causas de la Decadencia Española según Azorín

Al igual que sus compañeros de generación, Azorín comienza a plantearse el problema de España preguntándose por las causas de su decadencia. Entre ellas, destacan:

  • Las guerras.
  • La conquista de América, que tuvo como consecuencia el abandono de la agricultura y la industria.
  • La expulsión de los moriscos.
  • La teoría intelectualista, que sostiene que el origen de la decadencia española reside en no haberse incorporado al movimiento intelectual europeo. Esta idea la toma de Larra y la hace suya: «El problema de España es un problema de coherencias».

Postura cambiante: De la crítica a la defensa nacional

Azorín parece cambiar de opinión respecto a esta idea, como se observa en un artículo del ABC, titulado «Colección de farsante», del 12 de septiembre de 1909. Aquí parece actuar como defensor de España y enemigo del resto de Europa, lo que pudo haber sido provocado por los ataques extranjeros a la política española de la época.

Esta postura en contra de Europa también podría ser debida a una reacción por las protestas internacionales en torno a la Semana Trágica de 1909 y a la ejecución del anarquista Ferrer. Su postura se manifiesta como una defensa de los valores espirituales de la cultura española, al igual que defiende Unamuno, líder espiritual del movimiento noventayochista.

La Tradición como Lazo de Unión

Según José Martínez Ruiz (Azorín), España no puede dejar de ser lo que es:

«Es decir, que España, como los demás países, tiene una tradición, un arte, un paisaje, una «raza» suyos, y que a vigorizar, a hacer fuertes, a continuar todos estos rasgos suyos, peculiares, es a lo que debe tender todo el esfuerzo del artista y del gobernante».

Pero esa actitud no se mantiene, ya que Azorín siempre defenderá la tradición como:

«Un lazo sutil que nos una a Europa».

Azorín afirma que no es hacia Europa donde hay que mirar, sino que se debe examinar la realidad española: «El progreso estriba en la continuidad nacional, no en su rompimiento brusco y absurdo. La continuidad nacional se logra creando una conciencia de nuestro ser».

La Crítica Social y la Realidad de Castilla

La realidad dura y trágica de la vida del labriego español, del artesano y del pequeño propietario de los pueblos, marca el retraso español frente a Europa. Según Azorín, ni el gobernante ni la prensa saben cómo viven los españoles. Habla de los grandes espacios sin cultivar, de los latifundios en manos de unos pocos, del hambre de las familias campesinas y de sus vidas miserables. Azorín atribuye todos estos males de España al poder de la oligarquía y a la inconsciencia e ineficacia de la administración del gobierno y de las Cortes.

En los ensayos o artículos que componen «Castilla», Azorín intenta dar su punto de vista sobre los problemas de España para hacer despertar a los españoles, criticando la despreocupación y la indiferencia en la que vive el país:

“…ondas destartaladas, hidalgos que no hacen nada, clérigos, abogados —muchos abogados— que todo lo sutilizan, enredan y confunden.” (Artículo “El Mar”)

Azorín insiste en el problema de la decadencia de Castilla (imagen y esencia de toda España), cuyo deterioro se debe a las guerras, a la falta de fomento de la agricultura, al abandono de la industria y el comercio, así como a la mala administración de los políticos.

Propuestas de Reconstrucción Nacional

En artículos como “El mar”, “Los ferrocarriles” y “Una ciudad y un balcón”, Azorín analiza la sociedad española desde la perspectiva histórica, estudia las ideas sobre la decadencia de España (a la que compara con Europa o con lugares más desarrollados) y señala la necesidad de una reforma agraria. Llega a la conclusión de que la reconstrucción de España debe acabar con la política explotadora y parasitaria. Junto a la reconstrucción económica, debe existir también una regeneración de la cultura ética y espiritual.

Azorín culpa al gobierno por la situación crítica en que están inmersos los labradores, artesanos o pequeños propietarios de los pueblos de España. Sus viajes le dan un conocimiento detallado de esta lamentable situación que critica en varias obras como “La voluntad”, “Antonio Azorín” y “La Andalucía”. Especialmente trágica para él es la decadencia de Castilla, núcleo del origen de la nación española, como se ha mencionado:

“(…) Ahora, para nosotros, hombres del siglo XX, se presenta el problema de restaurar la vida de esa parte de España, la más gloriosa, aquella a la que debemos nuestro espíritu.”

La Falta de Curiosidad Intelectual: Un Mal Endémico

Azorín afirma que otra de las causas de la decadencia castellana y española en general sería la falta de curiosidad intelectual. En el Epílogo de «Castilla», reflexiona:

«… Causa de la decadencia de España han sido las guerras, la aversión al trabajo, el abandono de la tierra, la falta de curiosidad intelectual; (…) La falta de curiosidad intelectual es la nota dominante en la España presente. ¿Cómo haremos para que interese un libro, un cuadro, un paisaje, una doctrina estética, una manifestación nueva del pensamiento? Reposa el cerebro español como este campo seco y este pueblo grisáceo. No saldrá España de su marasmo secular mientras no haya millares y millares de hombres ávidos de conocer y comprender.”

Propone una solución para la regeneración de España que sería la búsqueda de nuestro espíritu a través de los clásicos. En “Castilla”, pero también en “Los pueblos” o “La ruta de don Quijote”, es donde Azorín trata de buscar, a través de la historia, la esencia de España, sus problemas y sus males.

El Detalle Cotidiano y el Fin de una Etapa

Azorín coincide de nuevo con Unamuno en su interés por los aspectos cotidianos, escondidos y profundos del pasado:

«Los grandes hechos —dijo— son una cosa y los menudos hechos son otra cosa. Se historian los primeros. Se desdeñan los segundos. Y los segundos forman la sutil trama de la vida cotidiana.”

Azorín, desilusionado por la falta de estructura y la falta de competencia de los políticos españoles, se irá apartando del periodismo político (lo que marcará el final de una de sus etapas como escritor) para entrar en una época de reflexiones literarias.

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