Las Reformas Ilustradas en España
Las reformas ilustradas en España, que tuvieron su mayor auge durante el reinado de Carlos III, fueron las siguientes:
Reformas Políticas
Centralización de la administración y fortalecimiento del poder real frente a la Iglesia y la nobleza. Algunas de estas medidas trajeron como consecuencia la expulsión de los jesuitas, en cuyas manos había estado la educación hasta ese momento.
Reformas Económicas
Encaminadas al desarrollo industrial y al censo de la clase media. Se crearon las Sociedades Económicas de Amigos del País para estudiar medidas dirigidas al progreso de la nación; destacó la Sociedad Vascongada, fundada por el marqués de Peñaflorida para fomentar la agricultura, el comercio y la industria.
Reformas Sociales
Tendentes a cambiar el nivel de vida y a la búsqueda del confort y del bienestar social: se embellecieron las ciudades, se instaló el alumbrado público y se diseñaron plazas y avenidas.
Reformas Culturales
Dirigidas a la gran preocupación de los ilustrados: la educación. Para la reforma de la enseñanza pública se creó una red de academias, se promovieron contactos con intelectuales extranjeros y se fundaron organismos para la difusión de la cultura moderna:
- Real Academia Española, por iniciativa del marqués de Villena; sus primeras publicaciones fueron Diccionario de Autoridades, Ortografía y Gramática.
- Biblioteca Nacional, fundada por Felipe V con libros aportados por la Corona.
- Real Academia de la Historia.
- Real Academia de las Artes de San Fernando.
Tendencias de la Literatura Española en el Siglo XVIII
La literatura se convierte en vehículo de transmisión de las ideas ilustradas. La nueva realidad sociopolítica requería una literatura más racional y de carácter didáctico, en detrimento de la creatividad y de los sentimientos. La literatura se convierte en un instrumento de reforma bajo el lema de enseñar deleitando. Por ello, la literatura española no alcanza en este periodo las cotas creativas de centurias anteriores. La nueva realidad sociopolítica requería una literatura más racional, más educativa y con mayor contenido ideológico.
El escritor está más preocupado por lo práctico y trata de ejercer una labor formativa y de dar al lector formas de conducta, prestando menos atención a la expresión de sus propios sentimientos. Su finalidad es ser útil a la sociedad para mejorarla y modernizarla. La mesura y la razón triunfan frente a la imaginación de épocas anteriores.
Las distintas corrientes estilísticas existentes así lo demuestran:
Posbarroquismo
Predomina una literatura heredada de la tradición barroca, pero agotada en su sentido y forma. Los poetas imitan a Góngora, pero carecen de su genio creador. Aparece entonces el movimiento denominado rococó, un barroco menor, refinado y elitista.
Neoclasicismo
Es el estilo que mejor define la literatura ilustrada y supone una vuelta al mundo clásico griego y latino. Las reglas y la imitación de la naturaleza son sus bases. Leandro Fernández de Moratín y José Cadalso son los autores más destacados.
Prerromanticismo
En las últimas décadas del siglo aparecen manifestaciones literarias que rechazan la normativa neoclásica y ensalzan los sentimientos sobre la razón. Es el inicio de una nueva literatura que se desarrollará en el siglo XIX. Autores como Jovellanos o Cadalso se dejan arrastrar por los nuevos rumbos estéticos.
En cuanto a los géneros literarios, se sigue cultivando la poesía, aunque es el género menos apropiado para expresar el espíritu ilustrado. Se crea la prosa moderna, caracterizada por el lenguaje claro y sencillo, y el ensayo, dedicado a temas diversos, se convierte en el género por excelencia. Junto a este se cultivan también el informe político del científico, el artículo periodístico, la reseña bibliográfica, el género epistolar, la sátira y los libros de viajes. El teatro, debido a su carácter didáctico, se convierte en uno de los géneros más populares, y en este siglo se inicia con éxito la comedia burguesa.
La Poesía Dieciochesca
El ambiente del siglo no favorece una creación poética motivada y original. El afán didáctico y la repetición de esquemas y expresiones determinaron unas formas poéticas sin fuerza expresiva. Entre los géneros poéticos cultivados destacan:
La Anacreóntica y los Idilios
De carácter pastoril, influidos por el Renacimiento. Es una poesía de carácter artificioso que canta con delicadeza y gracia los placeres del amor, del vino, de la fiesta y de la danza.
La Sátira, la Epístola y las Odas
Propias de una poesía de carácter social. Tratan temas cívicos como la amistad, la convivencia y las conquistas humanas, como la invención de la imprenta.
La Fábula
Responde a la preocupación didáctica del siglo. Son cuentos populares en verso que ofrecen una moraleja final y cuyos protagonistas son animales.