Teatro Valle-Inclán

En la España del primer tercio del Siglo XX se conocían los movimientos de renovación teatral europeos pero era imposible adoptarlos por la reticencia de los actores míticos declamatorios, de empresarios, de críticos y de público burgués; ninguno de ellos apostaba por las novedades. Así pues había mucho teatro y de éxito pero de escasa calidad y nada original.

El teatro tradicional se difunde a través de tres corrientes: el drama Romántico, la comedia burguesa y el teatro cómico.

El drama Romántico es una continuación del teatro decimonónico de Echegaray, muy declamatorio y ripioso, que no alcanza la altura poética de la poesía modernista y más bien se queda en un Romanticismo decadente mezclado con los efectos coloristas y sonoridad del Modernismo. Aborda temas históricos o fantásticos intentando rememorar el pasado glorioso español. Destacan: Eduardo Marquina, los hermanos Machado y Francisco Villaespesa.

La comedia burguesa o benaventina, llamada así por Jacinto Benavente, su máximo cultivador. Se caracteriza por sus ambientes de alta burguesía o campesinado acomodado. En un teatro que no ahonda en las preocupaciones o prejuicios burgueses, los cuales trata con cierta ironía. Benavente tuvo mucha aceptación hasta la G.C. Porque optó por el teatro de éxito.

El teatro cómico con música, canto y baile o sin nada de esto representado por Carlos Arniches, quien cultiva sainete de costumbres populares madrileñas con jergas características y temática estereotipada sobre los celos, el honor y la tragedia grotesca en que se aúna la ignorancia, el inmovilismo, la crueldad, etc. Pedro Muñoz Seca, que es el creador de astracán, género basado en el disparate cómico, con gusto por el chiste verbal, el chiste fácil.

El teatro renovador, en cambio, es minoritario. Adrián Gual crea el Teatre Íntim en 1898 donde representa obras de producción propia y extranjeras  y más tarde, La Escolá d´art dramatic en que enseñaba oficio a los actores y directores técnicos según las doctrinas de Stanislavski y Brecht. Otros autores del 98 también innovan: Unamuno crea teatro desnudo de toda retórica, esquemático en la forma, de pocos personajes, pero con densos diálogos para desvelar los mismos conflictos de sus novelas. Azorín luchó por un teatro antirrealista que incluyera lo subconsciente, lo onírico y lo fantástico. Destacó la importancia del diálogo natural y la iluminación para tratar los temas de la felicidad, el tiempo y la muerte. Jacinto Grau recupera temas literarios y mitos clásicos y los adapta a la tragedia. La renovación realmente significativa estará representada por Valle-Inclán y Lorca.

Valle-Inclán arranca su producción teatral en dramas decadentes próximos el Modernismo para continuar con el llamado por Ruiz Ramón su teatro de libertad, concebido más para ser leído que representado, por las audaces puestas en escena imposibles para la época y las acotaciones tan literarias. Empieza con los dramas del ciclo mítico y sigue con las farsas. Las míticas son obras de ambiente gallego atemporal regido por fuerzas primarias. El ambiente es sórdido y cruel. En las farsas Valle-Inclán rompe con la realidad incluyendo personajes disfrazados, de la farándula. Introduce técnicas cinematográficas y hace parodias y sátiras. El siguiente paso es el esperpento, que es una deformación sistemática de la realidad a través de caricaturas cómicas y macabras producto de una visión ácida y disconforme de la sociedad.

Federico García Lorca impulsa el teatro total en el cual importa tanto la poetización del lenguaje como los recursos escénicos visuales, acústicos y escenográficos. Es muy vanguardista. Lorca pretende popularizar el espectáculo teatral; de hecho creó una compañía de teatro universitario con la que viajó por España. Su teatro está presidido por la constante lucha entre el principio de autoridad y principio de libertad, de la que resulta un sentimiento de frustración. Su obra se clasifica en 3 bloques: el de las farsas, el surrealista y las tragedias. En las farsas hay dos obras para el teatro guiñol y otras dos más complejas para actores. El segundo bloque pertenece al teatro surrealista: “El público”, irrepresentable en su época y que anticipa la ruptura de la lógica espacio-temporal. El bloque de tragedias de ambiente rural: En “Bodas de sangre” la pasión frustra una boda y trae la muerte de los dos amantes en liza; en “Yerma” la mujer es estéril.

Durante la G.C. Continúan las líneas dramáticas que el crítico César Oliva concreta en las siguientes orientaciones: sainetes, comedia burguesa, comedia poética, drama testimonial de la época y teatro de circunstancias. Lo que es incuestionable es que tras la  guerra, autores innovadores han muerto, muchos huyen al exilio y otros que se quedan sufren una censura y el llamado exilio interior, con lo que las expectativas de cambio quedan en suspenso hasta mediada la posguerra, en que se inicia una corriente existencial y social.           

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *