Evolución de la Narrativa Española: Del Novecentismo de Pérez de Ayala al Realismo Social

Ramón Pérez de Ayala: El Novelista Novecentista

Ramón Pérez de Ayala es un destacado novelista novecentista. En su producción novelística, consideraba fundamental el tratamiento artístico de la novela. En su caso concreto, el distanciamiento entre arte y realidad se realiza en el plano intelectual, porque la novela es para él un instrumento que le permite desarrollar sus inquietudes ideológicas, estéticas, morales y políticas. Por eso, sus personajes son símbolos de ideas abstractas que van tomando forma a lo largo de la obra.

Su producción novelística

  • Novelas de tono autobiográfico: La pata de la raposa y Troteras y danzaderas (1913).
  • Novelas poemáticas: De la vida española. Una trilogía formada por Prometeo, Luz de domingo y La caída de los limones. En ellas propone una visión crítica de España, poniendo de manifiesto todos los aspectos execrables que advierte en la manera de vivir de los españoles.
  • Novelas de temas universales (lenguaje, amor, sexo, honor): Belarmino y Apolonio, donde expone la necesidad de distintas perspectivas para entender la vida humana; Los trabajos de Urbano y Simona, sobre la educación del adolescente y criticando el puritanismo de la época acerca del sexo; y Tigre Juan, entre otras.

Aspectos formales de Tigre Juan

Dada la consideración especialmente artística de su obra, Ayala realiza una delicada elaboración de los elementos formales. Los elementos narrativos están estructurados con un plan previo. Tigre Juan consiste en concebir la novela con la armonía exigible a una obra musical; en ella hay dos partes que el autor denomina adagio y presto, cumpliendo cada una una función específica dentro de la obra.

Por otra parte, dicha concepción artística explica la incorporación de motivos narrativos tomados de novelas antiguas, grecolatinas y españolas, así como las alusiones a autores y obras literarias consagradas de la literatura universal y las citas de filosofía. Todo esto demuestra la gran cultura del autor y da la razón a uno de los rasgos que señalaba Ortega y Gasset al referirse al «nuevo arte»: considerar el arte como un juego, como un ejercicio estético.

La Novela de los Años 40: Existencialismo y Tremendismo

El desconcierto y desquiciamiento de la realidad española producidos por la Guerra Civil van a influir en los pasos de la narrativa. Se presenta una realidad atroz, llena de crímenes, violencia e injusticias para algunos, y de desencanto, rutina o desgarramiento para otros. A través de los protagonistas —seres perdidos y no exentos de fatalismo— se exploran los conflictos propios de la existencia, resaltando la incertidumbre del destino humano.

Algunos críticos incluyen estas obras en la novela existencial; otros, en la novela tremendista, por la predilección por ambientes miserables y sórdidos, y por la descripción detallada, con los tintes más negros, de la realidad cruda y áspera.

La Novela de los Años 50: El Realismo Social

En esta década surge un grupo de novelas cuyo tema central es la crisis de la colectividad, con sus problemas y conflictos. El pueblo está desorientado, desinformado, inculto y atrasado, y los autores sienten que deben despertarlo. Es una novela de información y de denuncia. En una época donde toda información estaba vedada o deformada, los novelistas asumen el doble deber de la responsabilidad social. Esta corriente está más cerca de la historia o el periodismo que de la propia literatura de ficción pura.

La Colmena de Camilo José Cela

Esta obra trata los tres temas que reflejan el espectáculo desgarrado de la vida española de posguerra: el dinero, el hambre y el sexo.

Su principal novedad es que el protagonista no es una persona individual con nombre y apellidos determinados, sino todo Madrid: la ciudad entera (con más de 300 personajes). Nos encontramos ante un protagonista colectivo, dentro de lo que se ha llamado «realismo de grupos». Responde al modelo de novela abierta; no está estructurada a través de un hilo argumental tradicional ni posee un desenlace cerrado, sino que se construye mediante una serie de múltiples cuadros que, como instantáneas fotográficas, muestran el vivir cotidiano.

Se compone de seis capítulos y un final. Cada capítulo está integrado por una serie de secuencias (213 en total) que suelen centrarse en un personaje. La suma de estas secuencias es como un conjunto de celdillas, un ir y venir de personajes. El autor va tomando, dejando y volviendo a tomar rápidos apuntes (estructura caleidoscópica) de vidas que transcurren en paralelo o se cruzan, pero que comparten un vivir colectivo.

Alcance social y existencial de La Colmena

El alcance social de la obra ha sido sometido a discusión. Algunos críticos opinan que no hay en Cela un enfoque dialéctico propio de una novela social en el sentido más restringido, pero no puede negarse que existe un testimonio social: los estratos sociales, el dinero, la comida, el hambre, la penuria económica y la insolidaridad de la posguerra. Aunque deformada, esa sociedad estaba ahí.

El alcance existencial tiene su raíz en la desesperanza del autor y en su desolada concepción del mundo. Los personajes son criaturas «echadas» a la vida, zarandeadas por ella y transitando sin norte por caminos inciertos. Un aire de rutina y fatalidad parece haber invadido la conciencia de todos ellos, quienes creen que las cosas suceden «porque sí» y no tienen remedio.

En conclusión, La Colmena se situaría en el gozne entre lo existencial y lo social, siendo una obra precursora de la novela social de los años 50 e iniciando una nueva etapa en la narrativa española.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *