Análisis de la Obra Teatral de Juan Mayorga

Siete hombres buenos (1990)

Accésit del Premio Marqués de Bradomín 1989; publicada en 1990. La primera obra de Juan Mayorga nunca ha sido representada. Se trata de una sátira de la ambición por el poder y constituye una crítica feroz contra el individualismo en la política. En ella, siete hombres se reúnen en un humilde sótano para celebrar un Consejo de Ministros. En realidad son los miembros de un gobierno en el exilio que tuvieron que abandonar su país treinta años antes y que aún tratan de mantener viva la resistencia frente al tirano que los derrocó. Según avanza la reunión, les llega la noticia de que el general Doménech, en principio afín a ellos, se ha decidido a dar un golpe de estado contra el tirano.

Tras confirmarlo a través de diversas fuentes, comienzan a discutir sobre el plan que llevar a cabo a partir de ese momento, y es entonces cuando empiezan a aflorar las rencillas entre ellos. Disienten sobre si volver de inmediato a su país o esperar, sobre quién es el idóneo para gobernar de nuevo la república e incluso sobre hechos del pasado que todavía no se han esclarecido. Cuando el desencuentro llega a su cénit, reciben una llamada que les informa del fracaso del golpe de estado de Doménech y el Consejo de Ministros en el exilio se disuelve para siempre, pues es tarde para cerrar las heridas que la perspectiva del poder ha abierto entre ellos.

Más ceniza (1992)

Premio Calderón de la Barca 1992; publicada en 1993 y estrenada en 1994. Pone el foco sobre la facilidad de manipular políticamente a las personas. Se trata de una obra de corte experimental en cuanto a su desarrollo dramático: tres parejas comparten la escena, pero se comportan como si las otras no estuvieran allí. Así, en un mismo espacio se contemplan tres historias que en realidad suceden al mismo tiempo en lugares alejados.

A priori, las conversaciones de estas parejas parecen no guardar relación entre sí: José, un piloto de aviones en horas bajas y María, su esposa; Sara, mujer con problemas psicológicos, y su marido Abel, presidente del gobierno a punto de dar un mitin crucial; y Darío, actor de Cabaret, junto a su pareja Regine, quien permanece en silencio durante toda la obra. Sin embargo, a medida que avanza la acción dramática a través de sus diálogos, el espectador va descubriendo que se trata de tres historias entrelazadas que se aproximan a un desenlace común. María intenta, sin éxito, que su marido atente contra Abel en su mitin y Darío hace lo propio tratando de convencer a Regine. El final de la obra queda abierto con el ruido de una avioneta que se estrella y la atención volviéndose hacia el público como si fuese el lugar de la catástrofe, que no se explica.

Cartas de amor a Stalin (1999)

Obtuvo los premios Caja España, Borne y Celestina, y fue publicada y estrenada en 1999. Pone en escena la difícil relación entre la literatura y el poder político cuando los autores no renuncian a su libertad creativa y se niegan a plegarse a los intereses del gobierno de turno. Se trata de una ficción inspirada en los hechos reales que vivió el escritor ruso Mijaíl Bulgákov, cuyas obras fueron censuradas y eliminadas por el régimen soviético de Stalin. Al igual que sucedió en la realidad, Bulgákov, frustrado ante la prohibición de sus obras, decide escribir una carta al propio Stalin, lector habitual de ellas, para solicitarle que le devuelva su libertad como escritor o le permita abandonar la URSS. Al recibir la misiva, Stalin telefonea personalmente a Bulgákov para pedirle explicaciones, pero en mitad de la conversación la comunicación se corta.

Hasta aquí llega el paralelismo con los hechos históricos. En la ficción, Bulgákov espera que Stalin lo vuelva a llamar y enloquece al no volver a recibir noticias suyas. Con ayuda de su mujer, emprende una frenética escritura de cartas que nunca llega a enviar al mandatario ruso, pues no le parecen convincentes. Sumido en la obsesión, comienza a tener alucinaciones con Stalin, con el que conversa a diario en su propia casa sin llegar a una solución. Finalmente, la mujer de Bulgákov, desesperada por la locura de su marido, lo abandona al ver que Stalin ocupa por completo su mente.

Himmelweg (Camino del cielo) (2004)

Premio Enrique Llovet, fue estrenada en 2003 y publicada en 2004. A primera vista, es una obra de teatro de carácter histórico ambientada en la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, apunta también a la actualidad al simbolizar una crítica universal de las personas incapaces de ver las cosas por sí mismas. Y, al mismo tiempo, admite una interpretación metaliteraria, pues en ella se produce una suerte de representación teatral sobre cuya verosimilitud reflexionan los propios personajes.

Un delegado de la Cruz Roja es enviado a inspeccionar un «campo de internamiento civil» en el que está confinado todo un pueblo judío. Una vez allí, el comandante alemán que lo dirige y el alcalde de la localidad le hacen una visita guiada en la que el voluntario no es capaz de entrever que todo es una farsa dispuesta por los alemanes: los niños jugando en el parque, las parejas en los bancos, los ancianos, etc., son judíos adiestrados para representar su papel ante el observador externo. El voluntario de la Cruz Roja llega incluso hasta una rampa, junto a la estación del tren, que recibe el nombre de «himmelweg» («camino del cielo»). Allí le explican que es el camino hacia la enfermería, cuando en realidad es el lugar donde se extermina a cientos de judíos que todas las madrugadas llegan en el tren al pueblo.

Es interesante observar que la obra mezcla la narrativa y el teatro: la primera y la tercera partes constituyen un relato de los hechos en contrapunto, desde la perspectiva del delegado de la Cruz Roja y el comandante alemán, respectivamente. La segunda y la cuarta muestran, mediante el diálogo teatral, los ensayos de los judíos y los preparativos de la puesta en escena.

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