Claves de la Literatura Medieval Española: Jarchas, Cantar de Mio Cid y Orígenes de la Prosa

Las jarchas

La creación más antigua de la literatura medieval corresponde a la poesía lírica: las jarchas. Estas son breves cancioncillas populares, escritas en dialecto mozárabe, que algunos poetas árabes o hebreos recogieron a modo de estribillo al final de sus moaxajas (composiciones cultas en lengua árabe o hebrea). Son de tema amoroso y están puestas en boca de una mujer que se queja de la ausencia del amado ante una confidente, ya sea su madre, sus hermanas o sus amigas.

Son obras colectivas o de autor desconocido y de transmisión oral. No conocemos la fecha exacta de su creación, aunque se les supone un origen remoto.

Estilo de la lírica tradicional castellana

Los rasgos estilísticos comunes a la mayoría de estos poemas son los siguientes:

  • Brevedad y sencillez.
  • Expresión directa y clara.
  • Irregularidad métrica y preferencia por la rima asonante.
  • Condensación del sentimiento expresado.
  • Empleo de figuras de repetición como la anáfora y el paralelismo.
  • Utilización de cierta simbología. Por ejemplo:
    • Los frutos suelen hacer referencia a la sexualidad femenina.
    • El ciervo representa al amado y las aves a los enamorados.
    • La rosa o la amapola simbolizan la virginidad.
    • El agua, y en concreto la fuente, simboliza la fertilidad y se asocia con el encuentro amoroso.

Contenido del Cantar de Mio Cid

El Cantar de Mio Cid ensalza la figura del caballero castellano Rodrigo Díaz de Vivar (h. 1040-1099), el Cid Campeador, casado con Jimena Díaz, prima de Alfonso VI. El rey lo desterró por razones poco claras. El Cid abandona Castilla e inicia una serie de acciones contra moros y cristianos que culminan con la conquista de Valencia. Más tarde, recupera el favor real y casa a sus hijas, doña Elvira y doña Sol, con los infantes de Navarra y con Berenguer III de Cataluña.

A pesar de que contiene datos históricos, personajes y lugares reales, el Cantar no es una obra histórica, sino artística, con numerosos sucesos novelescos. Pretende narrar el proceso de engrandecimiento social del héroe que, desde una posición de deshonra (el destierro) y un estatus social no muy elevado (es un caballero), consigue llegar al máximo encumbramiento social gracias a su valentía y arrojo, llegando a emparentar con la realeza. Nos presenta al héroe ideal, en el que destacan, junto a sus cualidades guerreras, sus valores humanos de amistad y amor familiar.

A diferencia de los cantares de gesta franceses o germanos, el Poema de Mio Cid destaca por su realismo. Evita caer en las fantasías habituales de esos otros cantares y busca la verosimilitud, ya que su finalidad era ejemplarizante: intentaba que las hazañas contadas fueran imitables y reflejaran la esencia del espíritu nacional castellano en su lucha en una empresa común, la Reconquista.

Métrica y estilo en el Cantar de Mio Cid

El Cantar de Mio Cid carece de regularidad métrica. Sus versos están agrupados en tiradas monorrimas de distinta medida (desde 10 hasta 20 sílabas), divididos en dos hemistiquios por una cesura. La rima es asonante, con frecuentes irregularidades.

Respecto al estilo, sobrio y vigoroso, hay que destacar la maestría con la que un narrador omnisciente forja los caracteres de los personajes, emplea un humor discreto y sutil, e imprime viveza narrativa al relato de batallas y aventuras, como la del león. Asimismo, hay que destacar los siguientes rasgos del estilo épico:

  • Pervivencia de arcaísmos: Destaca el uso de la -e paragógica, que es la conservación de la -e átona final por necesidades métricas (ejemplos: señore, dolore, razone).
  • Epíteto épico: Se asigna un rasgo identificador a personas, animales o cosas (ejemplos: «Mio Cid, el que en buen hora nació», «Babieca el corredor», «Valencia la clara»). Son fórmulas fijas con una finalidad memorística.
  • Libertad en el uso de los tiempos verbales: Se alterna el pretérito con el presente para evitar la monotonía y animar el relato.
  • Dualidades o bimembraciones: Emparejamiento de palabras o frases por razones rítmicas (ejemplo: «burgueses e burguesas»).
  • Repetición anafórica y uso del pleonasmo: Por ejemplo, la repetición de «tanto» en las enumeraciones descriptivas («Tanta gruessa mula e tanto palafré de sazón/ tanta buena arma,/ e tanto buen caballo corredor») o expresiones como «de los sos ojos tan fuertemientre plorando».
  • Estilo oral formulario: Consecuencia de la transmisión oral, se emplean procedimientos propios de la lengua hablada, como el uso del vocativo y de formas verbales en segunda persona del plural con los que el juglar se dirige a los oyentes para mantener su atención (ejemplo: «fablaba mio Cid, como oiredes contar»).

La prosa medieval

Las primeras manifestaciones de prosa romance aparecen en la primera mitad del siglo XIII. Son colecciones de cuentos, un subgénero narrativo de gran éxito en el Medievo europeo y asiático.

Sin embargo, se considera a Alfonso X el Sabio el auténtico creador de la prosa castellana, ya que debemos a su labor (no como autor, sino como impulsor y coordinador) la creación de importantes tratados históricos, científicos o jurídicos, como la General Estoria o las Partidas.

Esta será la línea que continuará en el siglo XIV su sobrino, don Juan Manuel. Su obra principal es El conde Lucanor, una colección de cincuenta cuentos de procedencia clásica u oriental, y también de tradición popular, escritos con una finalidad didáctica.

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