Comentario de Texto Literario
Tema y Tipología Textual
Tema: Idea o concepto en torno al cual gira la acción. Se expresa por medio de sustantivos abstractos (los celos, el azar, la soledad…).
Tipología o modalidad textual: (con frecuencia, narración, descripción y diálogo)
Pasajes Narrativos
El uso del pretérito perfecto simple (hablé, hablaste) o el presente de indicativo (hablo, hablas) y de complementos circunstanciales de tiempo y lugar.
Pasajes Descriptivos
El uso del pretérito imperfecto de indicativo (hablaba, hablabas) y la abundancia de adjetivos calificativos.
Pasajes Dialogados
Los rasgos propios de las funciones conativa y expresiva.
Literatura Española: Obras Clave
La Celestina: Autoría, Ediciones, Género y Personajes
En uno de los textos preliminares de La Celestina (el prólogo del autor «a un su amigo»), Rojas afirma haber encontrado el primer acto de una obra anónima que, por sus cualidades formales y su carácter ejemplar, decidió continuar.
Aunque podría tratarse de un recurso literario (la técnica del manuscrito encontrado), diversos argumentos confirman la doble autoría, principalmente las diferencias lingüísticas que se observan entre las partes en las que se divide la obra. La Celestina fue compuesta, pues, por dos autores: Rodrigo de Cota o Juan de Mena (citados en el prólogo) escribieron, tal vez, el acto I, y Fernando de Rojas, el resto.
La primera versión de la obra, titulada Comedia, que constaba de dieciséis actos, apareció en torno a 1499. La segunda, llamada Tragicomedia, presenta ya los veintiún actos definitivos y fue publicada hacia 1502. Los cambios introducidos entre ambas versiones son significativos:
Alargamiento de la Historia Amorosa
En la primera versión, los amantes tienen solo un encuentro, que termina con la muerte fulminante de ambos. En la segunda, se refieren citas a lo largo de un mes, con lo que el castigo a la joven pareja se retarda y el propósito ejemplarizante se atenúa.
Introducción de una Nueva Trama
La segunda versión incorpora la venganza urdida por las pupilas de la Celestina tras la muerte de esta, con la ayuda de un nuevo personaje, el bravucón Centurio.
Género de La Celestina
La estructura enteramente dialogada de la obra (sin intervención de un narrador), la división en actos y escenas, y el empleo de técnicas dramáticas (monólogo, aparte…) han llevado a algunos estudiosos a considerarla una obra de teatro. Sin embargo, su desmedida extensión permite concluir que no fue escrita para ser representada, sino para ser leída en voz alta. Aun así, La Celestina se inscribe, en realidad, en la tradición de la comedia humanística, género cultivado en los ambientes académicos del siglo XV. Se trata de obras concebidas para la lectura dramatizada, que se inspiraban en las comedias de Plauto y Terencio y se escribían normalmente en latín. La Celestina podría entenderse como una comedia humanística en lengua vulgar.
Personajes de La Celestina
Aunque todos los personajes de La Celestina tienen antecedentes literarios, los autores recrean arquetipos de manera original. Dos aspectos resultan radicalmente novedosos: la atención y el trato singularizado que reciben los personajes de baja condición social, y la evolución de algunos de ellos a lo largo de la obra, circunstancia que les aporta verosimilitud psicológica.
La Celestina: Aspectos Formales e Interpretación
Intención Paródica
Como ya se ha dicho, el personaje de Calisto —construido sobre el modelo del Leriano de Cárcel de amor— constituye una parodia del amante cortés. Por primera vez, esta «religión del amor» se enfrenta con un mundo de sórdidas realidades, de modo que el personaje resulta cómico, en vez de trágico.
Importancia de la Lengua
El lenguaje que utilizan los personajes de La Celestina está saturado de recursos estilísticos, alusiones históricas, refranes y sentencias tomadas principalmente de Séneca y Petrarca. Esta variedad no refleja, pues, el habla real de la época. Sin embargo, la obra transmite una intensa ilusión de realidad. A ello contribuyen la complejidad y verosimilitud psicológica de los personajes y el encadenamiento creíble de los sucesos.
Técnicas Dramáticas en La Celestina
La Celestina se caracteriza por el uso de procedimientos propios de los textos dramáticos; los más importantes son:
- Diálogos: En los diálogos de La Celestina se alternan intercambios rápidos y parlamentos extensos. Para indicar el cambio de escenario, se recurre a veces a los diálogos de cambio, que mantienen los personajes mientras se dirigen de un lugar a otro.
- Monólogos: Sirven para expresar las dudas o vacilaciones de los personajes sobre qué hacer o decir, o el temor respecto a lo que ocurrirá en el futuro.
- Apartes: Sirven como cauce de expresión de la deslealtad, en particular, del desprecio de los criados hacia sus amos.
- Procedimientos de Acotación: No existen en la obra acotaciones teatrales propiamente dichas, pero sí diversas estrategias para indicar qué gestos hace el personaje, qué objetos tiene en la mano o dónde se halla.
Interpretación de La Celestina
Si se tienen en cuenta los textos preliminares y la conclusión de la obra, La Celestina tendría un propósito moralizador: la intención de Fernando de Rojas habría sido advertir de los peligros del loco amor —entendido como pasión que conduce a la ruina y la muerte—, así como de la maldad de alcahuetas y sirvientes. Sin embargo, La Celestina va más allá de un reprobatio amoris, pues la obra transmite una concepción marcadamente pesimista de la vida y del mundo, que se refleja en el tratamiento de sus principales temas:
- Las bajas pasiones, principalmente la codicia y la lujuria, que gobiernan y esclavizan la vida de los seres humanos.
- El paso del tiempo y la muerte.
- La traición y la violencia, que preside en las relaciones personales.
- La falta de sentido y la arbitrariedad de los sucesos del mundo.
El nihilismo de las palabras finales de Pleberio podría relacionarse con el origen converso del autor, quien, por medio de su obra, ajustaría cuentas con una sociedad depravada de la que se siente excluido.
El Quijote de Cervantes: Personajes, Narrador y Perspectivismo
Características de los Personajes Principales
La profundidad y el dinamismo de los personajes de El Quijote —en particular, de los protagonistas, que no viven tanto aventuras como experiencias que los transforman— permiten afirmar la radical modernidad de la novela.
Don Quijote y Sancho son figuras complementarias, que reflejan, en conjunto, la complejidad del ser humano. Conviene, sin embargo, huir de visiones simplificadoras que asocian a Don Quijote con la locura, la fantasía o el idealismo, y a Sancho con la sensatez o el realismo.
Don Quijote
El rasgo principal de este, tal vez, sea la ambigüedad: el personaje oscila de continuo entre la locura y la cordura. La dualidad entre lucidez y disparate hace de él un ejemplo de «loco cuerdo», que suscita, a la vez, risa y admiración. De hecho, la caracterización inicial del hidalgo como un simple loco se desmiente en el capítulo V, cuando exclama «yo sé quién soy», afirmación que hace pensar en una decisión voluntaria, consciente, de vivir intensamente y huir de la realidad: serán otros personajes (los duques) los que tratarán de confundirlo.
Al final de la obra, Don Quijote oscilará también entre la audacia y la prudencia. En el episodio de los leones, desafía a un animal que, perezosamente, lo ignora. Sin embargo, cuando se enfrenta a aventuras reales tras su encuentro con Roque Guinart, su ardor se desmorona, subrayando el carácter de juego literario de su valor y su locura.
Sancho Panza
Sancho cumple, en principio, la función de sombra burlesca del protagonista, a la manera del gracioso de la comedia lopesca: un consejero y ayudante que, con humor, dice las verdades y resulta necio y listo a la vez.
Pero Sancho es, además, el personaje que permite al lector conocer los estados de ánimo de Don Quijote a través de su conversación y de contrastar el sueño caballeresco con la realidad tangible. Su afecto hacia Don Quijote crece a medida que avanza el relato, así como su ingenio. En algún momento de la segunda parte, parecen invertirse los papeles y es él, y no su amo, quien deforma la realidad.
Narrador, Perspectivismo y Voces Narrativas en El Quijote
Una de las aportaciones más originales de El Quijote es el llamado perspectivismo o multiplicación de los puntos de vista: en la obra no existe una única voz narrativa, ni se ofrece un único punto de vista sobre los hechos narrados.
Hasta el final del capítulo VIII, habla un primer autor anónimo que se presenta como recopilador de fuentes diversas y que interrumpe su relato en pleno combate entre Don Quijote y un vizcaíno. Aparece entonces un segundo autor que se encuentra en Toledo un cartapacio de la historia del hidalgo, escrita en árabe y que contrata a un morisco aljamiado para traducir el texto. Con este hallazgo se introduce la técnica del manuscrito encontrado y, desde ahí, se entrecruzan distintas voces narrativas.
Voces Narrativas de El Quijote
- Cide Hamete Benengeli: Autor del manuscrito encontrado, es citado tanto en estilo directo como en indirecto. Su figura constituye una parodia del sabio autor de una historia antigua y venerable, que relataba así las hazañas del héroe en las novelas de caballería.
- Morisco Aljamiado: Aunque aparece como traductor del manuscrito, no deja de expresar sus opiniones, en especial en la segunda parte.
- Narrador o Segundo Autor: Es quien encuentra el cartapacio con el manuscrito. Elogia a Cide Hamete por ser «historiador muy curioso y muy puntual en todas las cosas», pero también le censura cuando no es tan preciso.
- Voces de los Personajes: Algunos personajes se erigen en narradores para contar, en primera persona, su propia historia.