La Generación del 27: Vanguardia y Tradición en la Poesía y Teatro Españoles

La Generación del 27: Vanguardia y Tradición

Características y Trayectoria Poética

El término «Generación del 27» se refiere a un grupo de poetas nacidos entre 1891 y 1905, que se destacaron por su participación en la celebración del tercer centenario de la muerte de Luis de Góngora en 1927. Su apogeo ocurrió entre 1920 y 1936, coincidiendo con eventos clave en la historia de España del siglo XX, como la dictadura de Primo de Rivera, la proclamación de la Segunda República y el inicio de la Guerra Civil. Mayormente apoyaron a la República, lo que llevó a muchos a exiliarse para evitar la represión de los vencedores, destacando el fusilamiento de Federico García Lorca al comienzo de la guerra.

La Generación del 27 logró fusionar las tendencias vanguardistas europeas con la tradición poética española, integrando el pasado en nuevas corrientes. Inicialmente influidos por Juan Ramón Jiménez (Diario de un poeta recién casado en 1916), Ramón Gómez de la Serna y Ortega y Gasset, adoptaron la poesía de vanguardia y la tradición de los clásicos castellanos y cancioneros. Luego, evolucionaron hacia el surrealismo, creando una poesía profunda que abordaba los problemas humanos. Destacaron internacionalmente y aún son referentes en la poesía castellana del siglo XX. Tras la guerra, el exilio generó una poesía dolorida.

Entre los poetas notables se incluyen Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Federico García Lorca, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, Rafael Alberti, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre y Miguel Hernández.

Algunos de los Poetas Más Destacados

  • Pedro Salinas, destacado profesor de literatura, inicia con obras vanguardistas como «Seguro azar» (1929), pero alcanza su excelencia en los años 30 con obras como «La voz a ti debida» (1933) y «Razón de amor» (1936), centradas en la intensidad amorosa y caracterizadas por verso breve y austeridad.
  • Jorge Guillén, vallisoletano, inicia con «Cántico» (1928-1950), siguiendo la estética de la poesía pura y celebrando la existencia humana. Posteriormente, en «Clamor» (1957-1963), su tono se torna menos optimista.
  • Gerardo Diego, polifacético autor, se sumerge en el vanguardismo creacionista con «Manual de espumas» (1924) y también muestra maestría en lo clásico con «Alondra de verdad» (1941).
  • Rafael Alberti, dotado de musicalidad incomparable, inicia con poesía neopopular en «Marinero en tierra» (1924) y luego se adentra en el surrealismo con «Sobre los Ángeles» (1929), un poemario trágico que refleja una profunda crisis personal. Finalmente, decantará toda su labor poética al compromiso social y político con obras como (El poeta en la calle) (1930-1936).
  • Vicente Aleixandre, enfocado en el surrealismo, destaca con obras como «Espadas como labios» (1932) y «La destrucción o el amor» (1935), explorando temáticas amorosas. Posteriormente, tras la guerra, aborda temas existenciales en «Sombra del paraíso» (1944).
  • Luis Cernuda, andaluz, inicialmente cercano al surrealismo con «Los placeres prohibidos» (1931) y «La realidad y el deseo» (1936), evoluciona hacia obras de profunda disconformidad como «Desolación de la quimera» (1962).
  • Federico García Lorca, reconocido internacionalmente, fusiona elementos populares de Andalucía con modernidad. Inicia con obras neopopulares como «Romancero gitano» (1928) y «Poema del cante jondo» (1931). Sin embargo, su obra cumbre es «Poeta en Nueva York» (publicada póstumamente en 1940), que aborda la degeneración de la condición humana tras la recepción del surrealismo.

Estos poetas del 27 han dejado un legado significativo en la poesía española del siglo XX.

El Teatro Lorquiano

Federico García Lorca, además de su destacada poesía, incursionó en el teatro con innovadoras propuestas. Inicialmente, enfrentó dificultades con «El maleficio de la Mariposa» (1920) y logró cierto renombre con el drama histórico «Mariana Pineda» (1927). Experimentó con la farsa en «La zapatera prodigiosa» (1930) y el «teatro imposible,» influenciado por el surrealismo, con obras como «Así que pasen cinco años» (1931) y «El público» (1930), que abordaba temas tabúes como la homosexualidad.

A partir de 1933, Lorca encontró éxito al cultivar el drama rural llevándolo a tragedias como «Bodas de sangre» (1933) y «Yerma» (1934), explorando deseo irrefrenable y final funesto. Su última obra, «La casa de Bernarda Alba» (1936), critica la hipocresía y autoridad frente al ansia de libertad de su hija Adela. Estas tragedias, escritas en 1936, destacan por la verdad de los personajes, la simbología cuidada y la representación de mujeres como protagonistas absolutas.

El impacto de Lorca es innegable. Sus obras han sido representadas y estudiadas ampliamente en España, influyendo en generaciones posteriores de dramaturgos y actores. Su capacidad para explorar temas profundos y universales a través de la lente del drama rural ha sido elogiada y analizada en el contexto de la cultura española.

Conclusión

La Generación del 27, liderada por poetas talentosos como Lorca, fusionó vanguardia y tradición, dejando un legado en la poesía y teatro, cuyas obras continúan siendo referentes en el ámbito español y universal.

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