La Generación del 98: Contexto, Temas y Autores Fundamentales
La Generación del 98 puede definirse como un conjunto de escritores, pensadores, científicos y artistas con similares preocupaciones e inquietudes existenciales y sociales. Se sintieron profundamente afectados por la crisis de valores de fines del siglo XIX y creían que la guerra de 1898, junto con la pérdida de los últimos restos del imperio español, era un momento adecuado para la regeneración moral, social y cultural del país.
Miembros Destacados y Temas Centrales
Formaron parte de esta generación:
- Pío Baroja
- Azorín (José Martínez Ruiz)
- Ramiro de Maeztu (quienes firmaron un manifiesto en 1901, considerado el origen del grupo)
- Miguel de Unamuno
- Antonio Machado
- Ramón María del Valle-Inclán
En todos ellos, la preocupación por España fue una cuestión central. Se interesaron por la vida de los pueblos, sus gentes y el paisaje castellano, símbolo del alma española y su pasado. También sintieron curiosidad por el pensamiento extranjero (Schopenhauer, Nietzsche), el sentido de la existencia, la fugacidad de la vida y la angustia por la muerte, entre otros temas.
El grupo del 98 cultivó principalmente la prosa, la novela y, sobre todo, el ensayo, como género adecuado para dar rienda suelta a sus inquietudes.
Autores Representativos y sus Obras Clave
Miguel de Unamuno
Las obras de Unamuno reflejan su compleja personalidad. Sus ensayos giraron en torno a dos preocupaciones esenciales: el tema de España y el sentido de la vida humana. En su primer libro, En torno al casticismo (1902), indagó sobre la esencia del alma castellana y defendió el concepto de “intrahistoria”: la vida cotidiana y silenciosa de millones de hombres cuya labor oscura y diaria constituía la sustancia del progreso de una nación. En Del sentimiento trágico de la vida (1913) y La agonía del cristianismo (1925), plasmó sus inquietudes filosóficas y existenciales: la preocupación por la muerte y el sentido de la existencia, la relación entre Dios y los hombres, el conflicto entre la razón y la fe, etc. Dado que la crítica atacó sus novelas, él se inventó el término «nivola», que utilizó por primera vez en Niebla (1914). El protagonista de San Manuel Bueno, mártir (1933) es un sacerdote que oculta a todos que ha perdido la fe, pero continúa ejerciendo su ministerio, ayudando con abnegación a sus feligreses para que ellos sigan creyendo en Dios.
José Martínez Ruiz, Azorín
Los dos temas principales de la obra de José Martínez Ruiz, Azorín, fueron la preocupación por el tiempo y la descripción del paisaje y de los pueblos de España. Como Unamuno, prefirió centrarse en lo intrahistórico. El carácter autobiográfico predominó en sus novelas La voluntad (1902) y Las confesiones de un pequeño filósofo (1904). La acción y la intriga eran mínimas, pues plasmó, junto a recuerdos de su infancia y juventud, la descripción de ambientes, tipos y paisajes del país.
Pío Baroja
Pío Baroja, desde su subjetividad pesimista y amarga, trató de reflejar en sus novelas la realidad de la sociedad española con un estilo personal aparentemente descuidado, pero dinámico, vigoroso y sugestivo. Sus personajes proyectaban la visión del autor (influido por Nietzsche): inadaptación, nihilismo, crítica a la sociedad llena de convencionalismos, injusticias y prejuicios que provocaba la frustración de los individuos. En El árbol de la ciencia (1911) narra la vida de Andrés Hurtado, personaje sensible y reflexivo que se vuelve cada vez más antisocial por su desencanto ante la realidad y el país que observaba: atraso científico, mezquindad, hipocresía, falta de honradez y valores.
Antonio Machado
Antonio Machado fue uno de los grandes poetas españoles del siglo XX. Soledades, galerías y otros poemas (1907) se enmarcó dentro del Modernismo intimista, que solía plasmar a través de símbolos. Los temas predominantes fueron los recuerdos de la infancia, la juventud perdida, las evocaciones del paisaje (jardines sombríos, otoño melancólico, el ocaso), el problema de la muerte y, sobre todo, el paso del tiempo. Pero fue Campos de Castilla (1912) el que representó plenamente el ideario de la Generación del 98. Machado se volcó con la realidad (el paisaje y la gente que lo habita) y los problemas que esta planteaba desde una postura de compromiso con la época que le había tocado. Evocó el paisaje castellano, constatando con desencanto, pero también con sobria emoción y un hondo patriotismo, la diferencia entre la España gloriosa del pasado y la decadencia actual reflejada en la pobreza de sus habitantes, sus viejos pueblos y sus ciudades ruinosas.
Ramón María del Valle-Inclán
La obra de Ramón María del Valle-Inclán fue sumamente original y de difícil clasificación. Cultivó todos los géneros, pero brilló especialmente en el teatro. De 1920 a 1936 creó el esperpento, hito fundamental en la historia del teatro contemporáneo. El esperpento fue una estética que ofreció una visión trágica y grotesca de la realidad. Supuso una crítica hacia el mundo y la sociedad burguesa, reflejando de forma corrosiva y despiadada sus aspectos más degradados e inauténticos. Según la crítica, “los personajes y la realidad se presentaban sistemáticamente deformados, exagerando sus rasgos y su comportamiento, con la intención de ofrecer la auténtica verdad”. La primera obra del ciclo esperpéntico fue Luces de bohemia (1924), drama en el que el poeta ciego Max Estrella y don Latino de Hispalis recorrieron, a lo largo de una noche, diferentes calles y escenarios de Madrid, espejo deforme de una España miserable, cruel, opresiva y empobrecida.
Conclusión
En suma, los escritores del 98 reflejaron en sus obras la indignación por la indiferencia en la que había caído el país tras el fin del imperio español y se preocuparon por buscar la verdadera esencia o alma de España y por el sentido de la vida.