El Siglo XVIII: Contexto Histórico e Ideológico
El siglo XVIII se caracteriza por ser un periodo de profundos cambios que afectaron a todos los ámbitos del hombre y la sociedad. Estos fueron impulsados por la Ilustración, un movimiento ideológico centrado en la búsqueda de la libertad, la igualdad y la fraternidad de los seres humanos.
Durante este siglo, llamado también Siglo de las Luces, la razón predomina sobre otras fuentes de conocimiento, como la tradición o la revelación, y a través de ella se busca una nueva organización social que consiga la felicidad de los ciudadanos. Se intentó también cambiar la mentalidad del país y perfeccionar la industria, la agricultura o la enseñanza mediante reformas emprendidas por reyes y gobiernos absolutistas. Esto desencadena en el Despotismo Ilustrado, cuyos principios quedan resumidos en el lema: «Todo para el pueblo, pero sin el pueblo».
La Ilustración tuvo en España un desarrollo progresivo e hizo que se plantease el tema de la europeización de España, que supone la modernización de la sociedad y el cambio de sus costumbres. Estas ideas se transmitieron a lo largo del siglo a través de las academias y tertulias, que tuvieron una gran importancia.
El Neoclasicismo y la Creación Artística
El arte del Siglo de las Luces retomó el modelo clásico grecolatino y siguió los principios del Neoclasicismo. Persiguió un propósito didáctico y se caracterizó por ser un arte sometido a normas fijas, controladas por las instituciones del Estado. Por este motivo, los autores literarios encontraron limitaciones a la hora de crear nuevos escritos. Así, renunciaron a la expresión de sus sentimientos íntimos e intentaron conseguir que sus obras ayudaran a los ciudadanos a alcanzar la felicidad. Debido a este propósito, se prefirió el ensayo por ser este el género más adecuado para sus fines.
La Literatura Ilustrada
Durante el siglo XVIII, la novela y la lírica se cultivaron poco y se produjeron pocas obras de calidad. Entre ellas destacan títulos como La Vida de Diego Torres Villarroel o El Eusebio de Pedro Montengón Otero.
La Prosa y el Ensayo
Uno de los grandes prosistas de la época fue Benito Jerónimo Feijoo, quien, a diferencia de Jovellanos, destinó su obra a un público amplio, al pueblo. Entre otros, se escribieron obras fundamentales del periodo como Cartas Marruecas y Noches Lúgubres.
El ensayo fue el género predilecto de los ilustrados, y su extensión y estructura eran muy variadas. Se empleó la técnica epistolar, las memorias, el informe y los libros de viajes. A través de ellos, los escritores opinaban sobre temas científicos y de pensamiento. La prensa estuvo muy relacionada con el desarrollo del ensayo, ya que sirvió de vehículo de las nuevas ideas y marcó las bases del periodismo del siglo XIX.
El Teatro y la Poesía
En el teatro del siglo XVIII se distinguen dos vertientes:
- La que defiende la continuación de los estereotipos barrocos, representada por Ignacio de Luzán.
- La que apoya una renovación neoclásica, donde destaca la figura de Leandro Fernández de Moratín.
La poesía ilustrada, a su vez, encuentra diferentes vías de expresión:
- La anacreóntica: una poesía amorosa y sensual.
- La fábula: de intención didáctica y crítica.
- La poesía ilustrada y filosófica: donde destacan Elegías y Epístolas de Juan Meléndez Valdés.
Gaspar Melchor de Jovellanos: Figura Central
Gaspar Melchor de Jovellanos fue uno de los más importantes ilustrados españoles. En su legado destacan los ensayos destinados a los grupos dirigentes de la sociedad, aunque también abarcó la poesía y el teatro con obras como El delincuente honrado y Epístola de Jovino a sus amigos de Salamanca.
En sus ensayos, Jovellanos manifiesta su preocupación, la cual está muy presente en el Informe sobre la Ley Agraria, donde expresa su deseo de libertad en el desarrollo de la economía agraria, y en la Memoria sobre espectáculos y diversiones públicas, que defiende la existencia de diversiones para el pueblo. Su estilo es sencillo y claro, alejado de la literatura barroca. A lo largo de sus obras, Jovellanos muestra un gran interés por la educación, la formación humanística y el aprendizaje de idiomas.
La Memoria sobre espectáculos y diversiones públicas
La Memoria sobre espectáculos y diversiones públicas de Jovellanos contiene buena parte de las características de la prosa del XVIII. En un estilo claro y conciso, plantea en el prólogo las ideas ilustradas de defensa del ocio y los juegos y espectáculos públicos para conseguir la felicidad de los ciudadanos. En ese preámbulo, nos muestra una ciudad triste y embrutecida, perezosa y pobre, a la que se le han prohibido las reuniones y diversiones públicas.
Ante este panorama, Jovellanos defiende la utilidad de las diversiones, siempre que estas estén reglamentadas y sirvan para mejorar las ideas y costumbres de los pueblos. Hace después un repaso de las distintas distracciones, tales como romerías, bailes, toros, teatro, etc. De cada una de ellas muestra una breve historia y luego hace una defensa de su reforma o reglamentación, e incluso su prohibición. Así, defiende la existencia de diversiones para el pueblo.
Propuestas de Reforma
En el caso del teatro, pretende una dignificación del género y propone como medidas para lograrlo:
- La creación de una escuela de actores.
- La puesta en escena de obras didácticas.
- Un ambiente teatral que excluya al público inculto.
En cuanto a los toros, considera que no se pueden definir como fiesta nacional porque ni a nivel histórico se justifica esta afirmación. Considera que es un espectáculo bárbaro, primitivo y tosco que no aporta ninguna mejora, por lo tanto, aboga por su prohibición.
