La Novela Española de 1939 a 1975
1. La novela durante la dictadura y el exilio
La Guerra Civil supuso un corte drástico en el desarrollo de la cultura en España. Durante la dictadura, la anulación de las libertades básicas, el establecimiento de la censura y el aislamiento internacional supusieron un freno en la normalización de la narrativa contemporánea en comparación con el resto de países democráticos.
2. La novela en los años cuarenta
En los años cuarenta, tras la Guerra Civil, se continuó escribiendo novela relacionada con el conflicto. Muchas obras apoyaban al ejército sublevado y exaltaban los valores falangistas, mientras criticaban a los oponentes. Ejemplos son Javier Mariño (1943) de Gonzalo Torrente Ballester o Frente de Madrid de Edgar Neville.
Sin embargo, las dos tendencias principales de esta década fueron la novela existencial y la novela tremendista:
- Novela existencial: Surge como respuesta al ambiente triunfalista del régimen. Refleja una realidad triste y asfixiante, marcada por el fracaso y la desesperanza personal (no tanto por crítica política). Los personajes viven angustiados y enfrentan la muerte como un problema central. Ejemplos claros son Nada (1944) de Carmen Laforet y La sombra del ciprés es alargada (1948) de Miguel Delibes.
- Novela tremendista: Es una versión más extrema del existencialismo. Acentúa la violencia, la brutalidad y los episodios truculentos, siguiendo la tradición de la picaresca, el naturalismo y el esperpento de Valle-Inclán. El mejor ejemplo es La familia de Pascual Duarte (1942) de Camilo José Cela.
Dentro de este panorama, destacan dos novelas fundamentales:
Obras destacadas de los años cuarenta
Nada (1944) de Carmen Laforet
Ganadora del Premio Nadal, esta novela representa el existencialismo de la época. Su protagonista, Andrea, llega a Barcelona para estudiar, pero pronto experimenta desencanto y soledad, que culminan en su marcha a Madrid tras el suicidio de su tío Román. Andrea siente que no ha encontrado la vida plena que esperaba.
La familia de Pascual Duarte (1942) de Camilo José Cela
Esta novela tremendista narra en primera persona la vida de Pascual, un hombre condenado a muerte. En su relato, Pascual intenta justificar sus actos violentos, que incluyen varios asesinatos, entre ellos el de su propia madre. La obra muestra la brutalidad y miseria del mundo rural español, reflejando una visión fatalista y desesperanzada de la existencia.
3. Profundización en las tendencias narrativas de posguerra
Novela existencial
En la primera posguerra, algunas novelas reflejan una realidad asfixiante en la que se impone la sensación de fracaso. Predominan la desesperanza y la angustia individual, marcadas por la experiencia de la guerra.
Nada de Carmen Laforet (1944)
La escritora muestra en esta novela una atmósfera asfixiante que simboliza no solo el empobrecimiento de la familia, entendida como tal, sino también su degeneración moral y la funesta falta de salidas hacia el futuro. Revela una realidad social degradada y empobrecida, tanto en el aspecto material como en el moral. La novela, a pesar de su tono intimista, muestra las profundas heridas que la guerra había producido en la sociedad.
La sombra del ciprés es alargada de Miguel Delibes (1948)
Narra la historia, ambientada en Ávila, de un huérfano y su maestro. Esta novela establece ya el espacio de toda su futura obra: el medio rural castellano y la pequeña ciudad de provincias, donde las tensiones y las desigualdades de la España de posguerra se hacen aún más evidentes.
Novela tremendista
Es una manifestación extrema de la novela existencial, que lleva al extremo la angustia y la desolación, convirtiéndolas en atrocidad y violencia.
La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela (1942)
Plasma con crudeza la inhumanidad y violencia de la España rural. Pascual, condenado a muerte, narra su vida en primera persona, donde trata de justificar sus crímenes. La extrema miseria, la violencia y la falta de educación en la que se ha criado hacen que estos sucesos parezcan inevitables. En la obra se busca denunciar los efectos del primitivismo, aunque lo esencial es la visión fatalista y determinista de la existencia.
Novela en el exilio
Dos son los ejes temáticos principales de los escritores en el exilio:
- Las causas, el desarrollo y las secuelas de la Guerra Civil: Obras como Réquiem por un campesino español (1953) de Ramón J. Sender, donde se reflexiona sobre la barbarie y el cainismo hispánico, pero sobre todo sobre la posición de la Iglesia en este conflicto. También destaca Max Aub con su serie El laberinto mágico (1943-1968), seis novelas que conforman un panorama completo del conflicto bélico. En ellas se relatan los sucesos de la contienda (el horror del frente, las atrocidades perpetradas a la población civil y el hambre), pero, además, se indaga en las causas que llevaron a la guerra: el radicalismo, la falta de cultura cívica y el fanatismo.
- La reflexión autobiográfica: En el desarraigo, los autores sienten la necesidad de dar testimonio de su vida. Destacan Crónica del Alba (1942-1966) de Ramón J. Sender, y Barrio de Maravillas (1976) de Rosa Chacel, donde su interés por el recuerdo y la memoria la lleva a escribir esta novela de corte autobiográfico, estructurada en secuencias y con frecuentes elipsis, lo que proporciona al relato un ritmo ágil y personal.
4. La novela en los años cincuenta: el auge del realismo social
Las novelas publicadas en los años cincuenta ofrecen un testimonio crítico de la sociedad española. Dos de sus rasgos característicos son la temática social y su vinculación con la tradición literaria del realismo.
4.1 La Colmena de Camilo José Cela (1951): un punto de inflexión
Este cambio se constata con esta novela de Camilo José Cela (C.J.C.), publicada en Buenos Aires en 1951 debido a la censura. En ella se retrata la vida cotidiana de Madrid durante unos días de diciembre de 1943.
Las principales técnicas narrativas que utiliza son el protagonista colectivo, con el que refleja las rutinas y miserias de una multitud de personajes (más de trescientos) que luchan por sobrevivir en un entorno de soledad y frustración. No hay un protagonista único; la acción se centra en el conjunto de la vida madrileña. Otras técnicas empleadas son el fragmentarismo y el contrapunto (donde se desarrollan alternativamente diversas historias o líneas argumentales). La obra se compone de numerosos fragmentos breves estructurados en seis capítulos y un epílogo, en los que se desarrolla un tejido de líneas argumentales donde estos personajes entran y salen continuamente de la acción.
4.2 Temas de la novela social
En este momento, se considera que la literatura debe tener un valor instrumental y servir para transformar la realidad. Los temas principales son la falta de libertad, las injusticias sociales y las penosas condiciones de vida de la población en general.
4.3 Técnicas narrativas: el objetivismo
Se intenta romper con la narrativa anterior a través de una técnica innovadora llamada objetivismo. Esta consiste en describir la realidad de manera aparentemente imparcial, como si fuera la grabación de una cámara de cine, por medio de un narrador en tercera persona que se limita a registrar las acciones y diálogos de los personajes, sin intervenir ni interpretar.
Esta técnica se relaciona con el neorrealismo italiano de la época, que se caracteriza por su desnudez formal y por la voluntad de contribuir a la transformación de las estructuras sociales.
4.4 Autores y obras representativas de los cincuenta
Dentro de los autores, destacan dos grupos:
- Aquellos que muestran un claro compromiso social y político, inscritos en el denominado realismo social, como Alfonso Grosso con La zanja (1961) o Jesús López Pacheco con Central eléctrica (1958).
- Un grupo de autores más preocupados por la construcción y las cualidades estéticas de sus obras, donde la crítica social no es tan explícita. Destacan Ana María Matute con Primera memoria (1960) y Carmen Martín Gaite con Entre visillos (1957).
El Jarama de Rafael Sánchez Ferlosio (1955)
Obra clave del neorrealismo y máxima expresión del objetivismo, ganadora del Premio Nadal en 1955 (publicada en 1956). Cuenta la historia de un grupo de jóvenes madrileños que disfrutan de un día festivo en un paraje del río Jarama. Refleja también el entorno y las gentes del merendero, donde se encuentran representadas la España rural y la urbana. Sus extensos diálogos, casi siempre intrascendentes, reflejan el habla coloquial de la época y en ellos se muestra el tedio y la falta de inquietudes de los jóvenes protagonistas.
5. La novela en los años sesenta: la experimentación narrativa
A principios de la década de los sesenta, se produjo en España un amplio movimiento de renovación narrativa. Este estuvo marcado por el agotamiento de las fórmulas de la novela social y por la necesidad de modernizar la narrativa española, poniéndola en sintonía con las corrientes literarias europeas (especialmente el Nouveau Roman francés), hispanoamericanas (el boom) y norteamericanas (Faulkner, Hemingway).
5.1 Características de la renovación narrativa
Esta renovación implicó una mayor complejidad estructural, experimentación con el punto de vista narrativo, incorporación del monólogo interior, ruptura de la linealidad temporal y un lenguaje más elaborado y ambiguo.
Tiempo de silencio de Luis Martín-Santos (1962)
Ambientada en el Madrid de posguerra, narra la historia de Pedro, un prometedor médico que investiga sobre el cáncer utilizando ratas que le consigue su ayudante en una barriada de chabolas. Allí se ve involucrado en un aborto clandestino, es detenido y pierde su puesto como investigador. La novela consta de 63 secuencias o párrafos extensos sin numerar donde se utilizan técnicas narrativas experimentales como el monólogo interior (los pensamientos del personaje se expresan directamente, en primera persona, tal como se generan en su mente), el estilo indirecto libre, la segunda persona narrativa o digresiones irónicas y cultas sobre temas diversos.
El fracaso vital de Pedro representa, en realidad, la claudicación de todo un país, abocado a aceptar con resignación el opresivo y mediocre «tiempo de silencio» que le ha tocado vivir. El subdesarrollo, el retraso de la ciencia, la hipocresía y el deseo de medrar a toda costa de las clases medias configuran un retrato desolador de la época.
Cinco horas con Mario de Miguel Delibes (1966)
Se trata de un extenso soliloquio (técnica similar al monólogo interior) de Carmen Sotillo, conocida como Menchu, una mujer de provincias de mentalidad conservadora que rememora su vida en común mientras vela el cadáver de Mario, su marido, catedrático de instituto y de ideología progresista. A lo largo de este monólogo, que reproduce sus reproches y justificaciones ante el cuerpo presente de Mario, se confrontan dos visiones del mundo: la de Mario, un intelectual íntegro y comprometido, y la de Menchu, quien encarna los valores de la España más conservadora (materialismo, aparencialidad, desprecio por la cultura, catolicismo intransigente, obsesión por el estatus social). El resentimiento hacia su marido se trasluce finalmente en la frustración de la protagonista, mostrándola como víctima de una sociedad machista que impone a la mujer el rol de esposa y madre.
Volverás a Región de Juan Benet (1967)
La acción de esta novela se ambienta en Región, un espacio mítico, inventado y simbólico que, en realidad, representa una España detenida en el tiempo, en ruinas morales y físicas tras la Guerra Civil, y sin expectativas. Es un territorio en decadencia, sacudido por una guerra fratricida y habitado por personajes derrotados y aislados, cuyo orden es garantizado por la figura cruel y enigmática de Numa, el guardia. Dos personajes, el doctor Daniel Sebastián y Marré (una misteriosa mujer que llega a casa del doctor), alternan monólogos extensos y entrecruzados, evocando sus experiencias y recuerdos fragmentarios antes, durante y después de la guerra. Para ello, el autor utiliza un estilo muy elaborado y complejo, con extensos periodos oracionales, una sintaxis laberíntica y una cuidada selección léxica, que dificulta la comprensión pero crea una atmósfera densa y opresiva.