El Espíritu de las Vanguardias: Principales Corrientes en España
Las corrientes vanguardistas afectaron a España de manera más superficial que en sus países de origen. Así, el Futurismo, nacido en Italia en 1909, y el Dadaísmo, el más radical de todos los movimientos, fundado por Tristan Tzara en 1916, apenas tuvieron un eco profundo entre los escritores españoles. Más fortuna tuvo el Surrealismo, movimiento impulsado en Francia por André Breton, que encontró eco en el cine (Buñuel), la pintura (Dalí) y la poesía de autores de la Generación del 27 como Lorca (Poeta en Nueva York), Aleixandre y Alberti (Sobre los ángeles). Mejor acogida en la España de principios de siglo tuvieron tendencias poéticas como el Ultraísmo y el Creacionismo, netamente españolas y menos radicales que otras vanguardias.
Cabe destacar a Ramón Gómez de la Serna como un gran precursor de las vanguardias en España. Tradujo manifiestos vanguardistas europeos y los dio a conocer en España; es autor de las Greguerías, obra donde se exalta la función de la imagen en la lengua. Fue, sin duda, el gran difusor de las corrientes estéticas europeas.
El Espíritu de las Vanguardias en España: Rasgos y Manifestaciones
Ya desde 1914 se detecta un cambio en la sensibilidad europea que muestra nuevas orientaciones estéticas. Este cambio de valores podría sintetizarse en algunos rasgos de la nueva mentalidad, que en España se manifestaron así:
- Alejamiento progresivo de la Naturaleza: ante la irrupción de la técnica en todos los ámbitos de la vida. Hay una exaltación de la ciudad y del progreso (Lorca escribirá Poeta en Nueva York y Dalí denunciará la necesidad de renunciar «al color local»).
- Menosprecio de lo romántico y de lo trascendente: Hay una inmersión en el optimismo (París, los locos años veinte, el charlestón, la frivolidad…). Este entusiasmo tiene mucho que ver con la fascinación por las máquinas, tan presentes ya en la vida cotidiana. El cine, por ejemplo, es el emblema de una nueva generación («Yo nací, respetadme, con el cine», dice un verso de Alberti). Asimismo, los deportes como exaltación vital y los espectáculos de masas, con la mujer incorporándose tímidamente a las nuevas formas de vida social, cumplen también una función interesante en la nueva sensibilidad.
- Deshumanización: alejamiento del sentimentalismo. En España fue Ortega y Gasset quien diagnosticó este nuevo espíritu de época, que podría resumirse en los postulados de La deshumanización del arte (1925):
- El arte está deshumanizado: no trata asuntos necesariamente anclados en lo humano.
- Se evitan las formas vivas y se procura reflejar lo no natural.
- La obra de arte no intentará imitar a la vida. Solo aspirará a ser arte.
- Carácter lúdico y humorístico. Aparecerá la ironía como eje del poema.
- Intrascendencia de los temas. Y, desde luego, impopularidad del arte nuevo, que se aleja de la fácil comprensión de la gente que a él se acerca.
Estos factores provocan en los artistas una reacción estética cuyos caracteres principales serían el desinterés por el pasado (es la conquista del futuro lo que apasionará a los vanguardistas), el gusto por la sugerencia de las cosas, el culto a la imagen y a la metáfora, la eliminación de todo sentimentalismo (y, por tanto, el culto a la inteligencia o a la ironía en la expresión artística), el humor y la trivialidad en las obras artísticas modernas. El arte, pues, se concibe como provocación (en ocasiones, esta actitud toma posiciones radicales con consecuencias que trascienden la aparente superficialidad de la obra de arte; así, el Futurismo de Marinetti, por ejemplo, acabó sirviendo de soporte al ambiente prefascista de los primeros años treinta con su exaltación de lo joven o lo hermoso).
Penetración de la Vanguardia en España: Etapas Clave
- En un primer momento, la vanguardia literaria exalta los nuevos hallazgos que están revolucionando el mundo. Pedro Salinas, autor de la Generación del 27, cantará a la bombilla o a la máquina de escribir. Es un momento de verdadera fe en la renovación del mundo. Este entusiasmo durará hasta 1925.
- El Surrealismo se impone en torno a 1928. Rafael Alberti con Sobre los ángeles, García Lorca con Poeta en Nueva York y Vicente Aleixandre a través de toda su obra entran sin miedo en el irracionalismo, las asociaciones inesperadas y el mundo onírico del subconsciente.
- A partir de los años 30, las corrientes vanguardistas entran en declive. La explicación está en las sombras sociales y políticas que empiezan a surgir en el horizonte europeo (Hitler y Mussolini planeando un fascismo que llevará a la Segunda Guerra Mundial), así como la división del mundo en dos grandes bloques, propiciados por el comunismo y el capitalismo. En España, esto se dejó sentir con más virulencia. La sociedad se estaba radicalizando, lo que terminaría en la cruenta Guerra Civil de 1936. En esas circunstancias, el poeta Pablo Neruda, que estaba en nuestro país, propone a través de su revista Caballo Verde para la poesía una «rehumanización» para la literatura, abandonando las propuestas deshumanizadoras de la vanguardia y buscando de nuevo temas como la soledad, la esperanza o la solidaridad entre los hombres.
- A partir de 1936 (y más aún a partir de 1939, cuando la mayoría de los intelectuales y artistas españoles tuvieron que ir al exilio), el aliento vanguardista es sustituido por una poesía donde predomina la meditación, el desconsuelo y, en no pocas ocasiones, la esperanza.