Tendencias Literarias del Siglo XVIII
El siglo XVIII marca el límite entre el Antiguo Régimen y el mundo contemporáneo. Se produce una revolución del pensamiento y un intento de renovación de las ideas. Así nace un movimiento político, filosófico y cultural que constituye la esencia del pensamiento europeo, basado en la sustitución de la tradición por el racionalismo y el empirismo.
La Ilustración en España hizo compatible la crítica y la razón con la tradición cristiana. Los objetivos del Despotismo Ilustrado responden al «todo por el pueblo, pero sin el pueblo». Los autores de esta época consideraban que la literatura debía hallarse al servicio de las transformaciones que impulsaba la Ilustración en todas las esferas de la vida.
El Posbarroco
A partir de la muerte de Calderón, el Barroco entra en periodo de decadencia. Se mantienen solo características formales más externas. El Posbarroco es una pura caricatura del Barroco. La orientación posbarroca informa la mayor parte de la literatura hasta mediados del siglo XVIII, momento en que comienzan a imponerse las corrientes del Neoclasicismo con la llegada de los Borbones al trono. El Posbarroco irá languideciendo, aunque gozando de fervor popular. Dentro de esta tendencia destacaron novelas como las del Padre Isla. En el teatro destacan Antonio Zamora y José de Cañizares.
El Neoclasicismo
Coincide con el movimiento cultural de la Ilustración. Entra en España sobre todo a partir de la implantación de la dinastía Borbónica. Esta corriente estética, que abarca mayor parte del siglo, es la más característica de este periodo. Es un estilo que busca la elegancia y que antepone la razón a la imaginación. Este movimiento se caracteriza en el teatro por el respeto a las tres unidades, por su número, similitud y por su intención didáctica. En la poesía se adoptan temas pastoriles, anacreónticos, filosóficos o didácticos; nada debe dejar traslucir intimidad. En este apartado habría que incluir al subgénero de la fábula, que encierra el ideal de enseñar entreteniendo. Destacan Félix María de Samaniego y Tomás de Iriarte.
El Prerromanticismo
Se produce en la última década del siglo XVIII. Sin abandonar las ideas reformistas de la Ilustración, supuso una reacción con la estética neoclásica, con la que convivió muchos años. Se opone al Neoclasicismo en los siguientes rasgos: afirma el predominio del sentimiento frente a la razón. Los escritores expresan su intimidad, se muestran recelosos ante las reglas (aunque muchos prerrománticos las aceptan) y, frente a la naturaleza arreglada y tranquila de los neoclásicos, prefieren espectáculos chocantes y hasta horrendos. El Prerromanticismo se manifiesta ya en algunas obras de Jovellanos o de Cadalso.
Géneros Literarios en el Siglo XVIII
La Prosa del Siglo XVIII
La principal manifestación de la prosa es el ensayo, pues es el género que mejor se ajusta a los intereses didácticos y utilitarios de los ilustrados. La prosa ensayística trae consigo un nuevo estilo caracterizado por ser directo, natural y preciso. No busca despertar la emoción del lector, sino que busca la reflexión.
Los autores más destacados son:
- Benito Jerónimo Feijoo: Uno de los grandes intelectuales de la época, cuyo propósito fue «sentir la verdad» valiéndose de la razón. Sus obras más importantes son Teatro Crítico Universal y Cartas Eruditas y Curiosas.
- José Cadalso: Su obra más importante es Cartas Marruecas, en la que hace una crítica intencionada y satírica de España, pero desde un punto de vista comprensivo. Como buen ilustrado, recomienda el amor a la verdad, al trabajo y a la virtud.
- Jovellanos: En todos sus temas manifiesta las aspiraciones, inquietudes y tendencias de la época. Su estilo sobrio y elegante fue el mejor tipo de prosa del siglo XVIII.
La novela es un género en decadencia, ya que el elemento didáctico trata de suplir los valores imaginativos. Los más destacados son el Padre Isla y Vicente Rodríguez de Arellano (Villaraso), con un estilo preciso y conceptual, de gran riqueza verbal y lleno de ritmo y sonoridad.
La Poesía Lírica del Siglo XVIII
En la primera mitad del siglo, con orientaciones posbarrocas, no se producen obras importantes. En la segunda mitad se impone la corriente neoclásica. La imaginación del poeta queda frenada por los criterios de corrección, equilibrio y afán didáctico. Los principales autores son Ignacio de Luzán con su Poética, Diego de Torres de Villarroel con sus romances y los poetas madrileños que se reunían en torno a Nicolás Fernández de Moratín y que cultivaron la fábula y la anacreóntica.
El Teatro del Siglo XVIII
El teatro adquirió un desarrollo notable y fue uno de los espectáculos que más interés generó en la población. Durante la primera mitad del siglo, triunfa el teatro que continúa con las formas de Calderón, con autores que repetían los temas y argumentos, pero complicando la intensidad y el montaje.
En la segunda mitad se produce una fuerte oposición de los ilustrados contra este teatro por razones estéticas y sociales. El nuevo teatro se caracterizará por el respeto escrupuloso a la regla de las tres unidades (espacio, tiempo, acción), por la verosimilitud y por su intención didáctica. Los ilustrados conciben el teatro como medio fundamental para la educación y propaganda política.
Luzán inicia con su Poética la reacción contra el teatro del Siglo de Oro, que culminará con la prohibición de los autos sacramentales por Carlos III.
Los géneros más cultivados fueron la tragedia y la comedia.
- Tragedia Neoclásica: Luzán considera que el objetivo de esta es el escarmiento de los reyes y personajes principales. Se decantan por tragedias ejemplificantes de tema histórico que divulguen la ideología liberal. El teatro de Nicolás Fernández de Moratín no tuvo mucho éxito (ni tragedias ni comedias), pero sus quintillas y romances fueron muy populares. Vicente García de la Huerta escribió Raquel, tragedia con endecasílabos de tema tradicional con rasgos barrocos.
- Comedia Neoclásica: Destacan Leandro Fernández de Moratín, autor de comedia de carácter urbano, crítico e intelectual, deseoso de reformar ciertas costumbres. En sus obras denuncia la hipocresía burguesa, los matrimonios concertados por conveniencia (El sí de las niñas), la educación represiva o la mediocridad literaria.
- Teatro Tradicional: Destaca Ramón de la Cruz y su gusto por lo popular y castizo, volcado en el sainete.
- Teatro Romántico: Se inaugura con El delincuente honrado de Jovellanos, donde el autor vuelca su sensibilidad emotiva y sentimental.
Análisis de La vida es sueño de Calderón de la Barca
Lope de Vega crea el Teatro Nacional, estableciendo sus líneas fundamentales. Calderón da un paso más, incorporando los recursos más extremados del Barroco, y sus convicciones ideológicas están más próximas a los siglos XVI y XVII. Calderón se atiene a nuevas fórmulas teatrales más acordes con otros principios del Barroco.
La Obra
Ofrece dos modalidades distintas, no son sucesivas sino paralelas. En su primer estilo, Calderón ordena y condensa lo que pudiera resultar confuso, elimina lo accesorio y se concentra en torno a un tema central, y estiliza las notas costumbristas propias de las comedias de capa y espada. En un segundo estilo, lo ideológico y escenográfico adquiere una importancia enorme y los elementos realistas casi desaparecen para dejar paso a lo simbólico, fantástico y poético, y un gran despliegue de recursos ornamentales que enriquecen la obra y cuyo núcleo es filosófico.
Monólogos de la Obra
Hay tres tipos de monólogos:
- El monólogo de Clotaldo: se debate entre la lealtad y su condición como padre.
- El monólogo de Basilio: el rey solo. Son monólogos narrativos.
- El monólogo de Segismundo: es el más conocido y fundamental.
Los diálogos, aunque menos extensos que los monólogos, existen como tales; destacan los diálogos amorosos.
Espacio
Aunque Calderón sigue la poética de Lope, no está tan claro que se incumplan las unidades en La vida es sueño, porque hay dos espacios: la torre y el palacio, que son lugares físicos y simbólicos.
Tiempo
La acción de la obra se desarrolla en un máximo de 3 a 4 días. Algunos críticos se basan en la liberación de Segismundo por la rebelión popular y afirman que no podría triunfar si el tiempo fuera mayor y quedaría ocasión al ejército de Basilio para desbaratar los planes de los insurrectos. De cualquier forma, el tiempo es así. Si nos fijamos en los acontecimientos del primer y segundo acto, aunque no se especifique, deducimos que todo ocurre en el mismo día. Por lo tanto, tampoco se incumple plenamente la unidad de tiempo.
Acción
Realmente no existen en La vida es sueño acciones tal y como las conocemos, ya que están sustentando ideas o conceptos filosóficos. Aun así, las dos ideas principales son el libre albedrío y «vivir es soñar», que se traducen en el entramado principal de la obra. Son temas que vinculan a personajes como Segismundo y Basilio. Otros temas secundarios que derivan de los principales sustentan las características de los personajes secundarios como Rosaura, Astolfo, Estrella y Clarín. Clotaldo es el personaje que actúa como puente entre estas acciones.
Forma y Técnica Teatral
En la expresión observamos las dos modalidades barrocas: el conceptismo y el culteranismo. Hay sutilezas, antítesis y conceptos expresados de forma ingeniosa, juegos de palabras (conceptismo) y, por otra parte, hay metáforas, alusiones mitológicas propias del culteranismo y ornamentación retórica. Recogida de la lengua se manifiesta la compleja escenografía que sirven de marco. La técnica teatral de Calderón subordina los elementos dramáticos a un tema o motivo central.
Estructura
En cuanto a la estructura, está dividida en tres actos o jornadas: exposición, nudo y desenlace. La acción primera y segunda llegan a fusionarse como dos historias que acaban siendo la misma y que plantean el conflicto de la recuperación de un bien perdido, ya sea el honor o la libertad. Clotaldo, padre de Rosaura y carcelero de Segismundo, es un eje de conexión entre ellos.
Segismundo se caracteriza por representar la lucha interior, su cualidad (como si fuese un monstruo) a medio camino. Es el representante del ser humano, aunque esté individualizado y medite sobre sí mismo y sobre el destino. Decide obrar bien ante la única realidad de la muerte. Rosaura también ha perdido su identidad. A pesar de ser mujer, actúa como un hombre en busca de su honra. Basilio trata de desvelar el futuro, olvidándose del libre albedrío. Basilio representa el conflicto entre el deber del rey y la propia conciencia. Se produce la confusión entre la realidad y la ficción. El despertar de Segismundo representa la muerte y su drama representa el drama humano.