El Modernismo y la Generación del 98
El Modernismo busca la renovación y la perfección formal, destacando por su énfasis en los sentimientos humanos. La poesía modernista en España comienza con la llegada de Rubén Darío. Desde el punto de vista temático, se caracteriza por la inquietud existencial, fusionando el cosmopolitismo y el casticismo. Formalmente, presenta un léxico rico y busca el arte de la sugerencia, empleando diversas formas métricas. Destacan Manuel Machado, Juan Ramón Jiménez y Antonio Machado. En teatro y novela, sobresale Valle-Inclán con «Sonatas».
La Generación del 98 impulsa una regeneración social, abordando temas históricos y morales. La poesía de Unamuno se caracteriza por su tono reflexivo y su desasosiego existencial. La novela pretende romper con las formas realistas y naturalistas, explorando el sentido de la vida y los problemas sociales con un estilo sobrio y preciso. Destacan Azorín, Unamuno y Pío Baroja, quien critica la corrupción social.
El Novecentismo y las Vanguardias
El Novecentismo adopta una actitud optimista, con una ideología liberal. En el ensayo destaca Ortega y Gasset, quien abordó temas filosóficos (introduciendo el raciovitalismo), estéticos (sosteniendo que el arte nuevo debe ser elitista y alejarse de la realidad) y sociológicos (señalando que el movimiento obrero y el nacionalismo han puesto el poder en «hombres masa» débiles). En poesía, Juan Ramón Jiménez supera el modernismo en su primera época; en la segunda, se aleja de los alardes formales del modernismo; en la tercera, alcanza la depuración máxima de su estilo, adoptando el verso libre. En novela, Gabriel Miró estiliza la realidad e idealiza la naturaleza. Ramón Pérez de Ayala se orienta hacia una novela donde los elementos narrativos se supeditan al propósito del autor. Ramón Gómez de la Serna introducirá las vanguardias.
Las Vanguardias en España, Hispanoamérica y Europa
Las Vanguardias son movimientos artísticos que rechazan el arte anterior y afectaron a todas las manifestaciones artísticas.
- Futurismo: Venera las máquinas y los avances tecnológicos, buscando nuevas formas de expresión. Destaca Pedro Salinas con obras de teatro y Alberti con un poema dedicado a un futbolista.
- Cubismo: Descompone la realidad en figuras geométricas, adoptando una visión discontinua. Destacan Jorge Guillén y Luis Cernuda.
- Dadaísmo: Promueve una actitud subversiva, regresando a la inocencia, la lógica absurda y la infancia. Tuvo poca relevancia en España.
- Expresionismo: Aborda el sufrimiento y la alienación, usando un lenguaje distorsionado. Se caracteriza por romper con la representación de la realidad.
- Ultraísmo: Fusiona elementos futuristas y valora lo plástico. Destaca «Hélices» de Guillermo de la Torre.
- Creacionismo: Pretende reflejar la naturaleza desde su afán de explorar nuevas formas de expresión. Destacan Juan Larrea y César Vallejo.
- Surrealismo: Busca el sentido último de la realidad, reivindicando el subconsciente y el sueño. Destaca Alberti con «Sobre los ángeles» y Lorca con «Poeta en Nueva York».
La Generación del 27
La Generación del 27 surge tras un homenaje a Góngora. Se caracteriza por su ideología liberal, progresista y laica, y por su alto nivel académico. Se distinguen tres etapas:
- Primera etapa: Pretende deshumanizar y estilizar el arte. Incluye la poesía vanguardista (inspirada en el ultraísmo y el creacionismo), la poesía pura (orientada hacia una poesía esencial) y el neopopularismo (que rehumaniza la poesía, buscando expresar sentimientos profundos).
- Segunda etapa: Se vive un proceso de rehumanización, con la poesía surrealista (influida por el dadaísmo), el neorromanticismo (influido por la poesía amorosa de Bécquer) y la poesía social y política (que aborda temas de la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial).
- Tercera etapa: Surge un humanismo con dos vertientes: la poesía clasicista (retoma el clasicismo formal, exaltando las glorias del pasado español) y la poesía desarraigada (denuncia los horrores de la guerra).
Miguel Hernández pasó por etapas influidas por las vanguardias, el amor y la poesía social. El teatro lorquiano tiene tres etapas: la primera, de teatro modernista en verso; la segunda, de búsqueda de nuevas formas, cultivando la farsa, un drama surrealista y comedias imposibles (destacando «Bodas de sangre»); y la tercera, en la que lleva a cabo tragedias rurales y dramas trágicos en sus obras de madurez (destacando «La casa de Bernarda Alba»).
Lírica y Teatro Posteriores a 1936
Lírica
La lírica posterior a 1936 se divide en dos corrientes: la poesía arraigada, destacada por escritores alineados con el régimen franquista, que incluye temas como el amor y la patria (Luis Rosales); y la poesía desarraigada, que refleja el caos y la angustia, denunciando injusticias («Hijos de la ira» de Blas de Otero). Otras generaciones incluyen la Generación del 50 (poesía reflexiva y cercana a lo cotidiano, destacando Ángel González) y los Novísimos (vanguardistas y experimentales, destacando Pere Gimferrer). Surgen tendencias como la poesía del silencio y la poesía de la experiencia.
Teatro
En el teatro posterior a 1936, la censura limitó la producción teatral durante la dictadura, predominando comedias de humor y evasión. Se produce una renovación en los años 50, con el teatro de realismo social (destacando Buero Vallejo con «Historia de una escalera»). En los años 60 y 70, aparece el teatro experimental y el independiente (destacando Fernando Arrabal y Els Joglars, respectivamente). Tras 1975, se revitalizan las salas teatrales, con autores como Francisco Nieva y Juan Mayorga, quienes destacan con propuestas innovadoras y comprometidas.