Literatura Medieval Española: Características y Géneros Clave

Características de la Literatura Medieval

Teocentrismo y Religiosidad

La vida y la literatura medievales están claramente marcadas por la religión, por la relación del ser humano con Dios. Lo religioso está íntimamente unido a lo profano. La posición cultural dominante de la Iglesia impone su visión del mundo: la vida como un tránsito de sufrimiento hacia la vida eterna, considerada una recompensa. El transcurrir de la Edad Media supuso un proceso de paulatina desacralización, que nunca llegó a ser completa en la cultura occidental. Esto dio paso al antropocentrismo.

Predominio de la Oralidad

La mayoría de las manifestaciones literarias tenían un origen oral o se concebían para su lectura en público. A pesar de ello, gran parte ha llegado hasta nosotros gracias a que fueron posteriormente escritas.

Didactismo

La literatura medieval buscaba habitualmente una utilidad práctica: la difusión de una enseñanza moral y religiosa. Se consideraba la mejor manera de difusión ideológica, ya que la mayoría de la población era analfabeta.

Mestizaje Cultural

En la España medieval coexistieron tres culturas: la cristiana, la musulmana y la judía, con frecuentes influjos mutuos. A finales del siglo XV, solo la cristiana sería reconocida oficialmente. Las otras dos quedarían prohibidas y relegadas.

Géneros y Obras Destacadas de la Literatura Medieval

Las Jarchas

Las jarchas son una manifestación lírica que consta de estrofas breves escritas en romance mozárabe. Se incluían al final de una moaxaja árabe o hebrea, y surgían cuando un poeta se sentía atraído por una letrilla popular y escribía una moaxaja de introducción. Las primeras no se descubrieron hasta 1948, pero las más antiguas se encuentran datadas en el siglo X. Las jarchas, al igual que el resto de las formas tradicionales, suelen desarrollar con brevedad un contenido amoroso expresado desde el punto de vista femenino. Es muy frecuente el motivo de queja por la ausencia del amado.

El Mester de Juglaría

Los cantares de gesta son obras de género épico que narran, en verso, hazañas de héroes. En España, aparecen hacia el siglo XIII (fecha de la composición del Cantar de mio Cid). La difusión oral de estas historias correspondía a los juglares, actores y cantores errantes que iban de lugar en lugar actuando. Su espectáculo solía incluir música, mímica, malabarismo, entre otros elementos, para mantener la atención del público.

El oficio de los juglares se denomina mester de juglaría, que posee un estilo propio de expresión:

  • Una serie indefinida de versos de arte mayor (en torno a las 16 sílabas), con pausa interna y rima asonante.
  • Uso de llamadas de atención al público y fórmulas juglarescas (alusión a adverbios de presencia y referencias visuales).
  • Repeticiones constantes para facilitar la recitación y memorización.
  • Predominio de oraciones simples y coordinadas, que permitían la improvisación y eran inherentes al castellano de la época.
  • Uso del presente indicativo para acelerar la acción para los oyentes.
  • Petición final de «soldada» (un sueldo por actuación).

El Cantar de mio Cid

Es el cantar de gesta que narra en verso las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador. Se trata del más antiguo de los cantares de gesta conservados y el único casi íntegro. Se estructura en tres partes o cantares:

Cantar del Destierro

El Cid es desterrado de Castilla por el rey Alfonso VI y pierde su honra. Aunque no se menciona la causa explícitamente, se sabe que se vierten una serie de acusaciones contra el héroe, como haberse apropiado de los tributos de los moros destinados al rey de Castilla. El Cid se ve obligado a abandonar a su mujer, Doña Jimena, y a sus hijas, Elvira y Sol, así como sus pertenencias. Deja Castilla con sus soldados más fieles. Pronto participa en una serie de batallas para recuperar su honor y poder volver a casa, destacando la victoria sobre el conde de Barcelona.

Cantar de las Bodas

El Cid conquista Valencia, lo que supone su principal victoria. Desde allí, envía presentes al rey para ganar su favor, y se conciertan las bodas de sus hijas con los infantes de Carrión. El Cid recupera así su reputación militar y pasa a disfrutar de una situación completamente honrosa, tanto en el ámbito público como en el familiar.

Cantar de la Afrenta de Corpes

Los infantes de Carrión, por su cobardía, son objeto de burla de los guerreros del Cid, especialmente cuando aparece un león suelto en palacio mientras Rodrigo duerme; ellos se esconden aterrados. Cuando el Campeador se despierta, lo reduce y acorrala, ya que este estaba domado. Al sentirse humillados, deciden vengarse de las hijas del Cid, maltratándolas y abandonándolas en el Robledo de Corpes. Esto devuelve la deshonra al héroe.

El Cid pide ayuda al rey y consigue que se celebren cortes en Toledo. Allí, los infantes son vencidos por hombres de confianza del Cid. Finalmente, las hijas del Cid se casan con los infantes de Navarra y Aragón, quedando como familiares del rey de España y recuperando así su honra.

El Mester de Clerecía

En la primera mitad del siglo XIII, surge el mester de clerecía. Se denomina así a la escuela de los escritores cultos (clérigos) que eligen el romance como lengua literaria. Los clérigos compondrán una literatura mucho más regular que la juglaresca, con mayor cuidado de los aspectos formales. La cuaderna vía será la estrofa característica: cuatro versos alejandrinos que riman entre sí en consonancia. Los temas tratados son principalmente religiosos e históricos. Aunque el mester de juglaría y el mester de clerecía son opuestos en estilo, coexistieron. El lenguaje de estas composiciones se caracteriza por ser cuidadoso y selecto, aunque debido a su afán didáctico y divulgador, emplea un tono menos elevado que el épico.

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