La Crisis de Fin de Siglo y la Edad de Plata
A finales del siglo XIX, el sistema de valores de la sociedad burguesa se resquebraja y los intelectuales desarrollan unas corrientes de pensamiento que pretenden renovar la situación política y social y, con ello, las tendencias artísticas imperantes que, debido a su variedad y riqueza, constituirán la Edad de Plata de la literatura española.
El Modernismo
El Modernismo es un movimiento literario que nace en Hispanoamérica y está influenciado por el parnasianismo, el simbolismo y el posromanticismo de Bécquer. Se caracteriza por el escapismo, el exotismo, el cosmopolitismo y el amor a la elegancia. Posee un estilo lleno de musicalidad, para lo que recurre a nuevos metros y estrofas de procedencia francesa o en desuso, junto a un léxico brillante y sugerente, repleto de metáforas e imágenes. Se trata, en su vertiente escapista, de una defensa del «arte por el arte». Es el nicaragüense Rubén Darío quien introduce en España este movimiento y marca su evolución con sus obras Azul…, Prosas profanas y Cantos de vida y esperanza.
La Generación del 98
El modernismo español tiene un carácter más intimista, como se observa en Arias tristes de Juan Ramón Jiménez, obra de su primera etapa en la que muestra una obsesión por el paso del tiempo y por la llegada de la muerte. Antonio Machado es un poeta dominado por la melancolía; se sitúa dentro del modernismo simbolista en Soledades, galerías y otros poemas, pero en su segunda etapa se convierte en el representante poético de la Generación del 98 con Campos de Castilla.
A su tendencia intimista se suma la preocupación por España, propia de una generación que, tras la pérdida de las últimas colonias ultramarinas en Puerto Rico, Cuba y Filipinas en 1898, se centra en la denuncia de los males del país y sus conflictos existenciales con el empleo de un lenguaje sencillo y sobrio. La prosa es la forma de expresión predilecta de esta nueva generación que busca despertar las conciencias e intentará cultivar un teatro innovador que no consigue el beneplácito de los empresarios.
Autores Destacados de la Generación del 98
Miguel de Unamuno
Es su guía intelectual, quien aborda en sus ensayos la angustia ante la muerte (Del sentimiento trágico de la vida) y el problema de España (Vida de don Quijote y Sancho). Es el creador de un nuevo subgénero narrativo, la nivola, que rompe las normas de una novela, como en Niebla, en la que su protagonista, Augusto Pérez, se resiste a ser considerado un peón en la historia del propio Unamuno. Como dramaturgo, escribe un teatro de carácter intelectual y simbolista que se acerca a los clásicos griegos y con el que pretende que el espectador reflexione sobre los mismos temas que aparecen en el resto de su obra (la angustia frente a la muerte, la religión, el sentido de la vida…), como en El otro.
José Martínez Ruiz, «Azorín»
Las novelas de José Martínez Ruiz, «Azorín», (La voluntad, Antonio Azorín) se caracterizan por una descripción minuciosa de sentimientos frente a los sucesos externos. Como ensayista, se centra en buscar los valores de España en obras como La ruta de don Quijote.
Pío Baroja
Para Pío Baroja, la novela es un «cajón de sastre» en el que cabe todo lo que sirva para narrar. Destacan las trilogías: La lucha por la vida, La tierra vasca y La raza, en la que se incluye El árbol de la ciencia, con cuyo personaje, pasivo y pesimista, se identifica el autor.
Ramón María del Valle-Inclán
Evoluciona a lo largo de tres etapas. En la primera escribe Sonatas, cumbre de la prosa modernista por su visión artística y musicalidad. En Comedias bárbaras presenta el mundo rural gallego, pero su máximo logro son los esperpentos, en los que se retrata de manera deformada la sociedad de la época mediante elementos grotescos. Se inicia con la novela El ruedo ibérico y llega a su máximo esplendor en Luces de bohemia, en la que el inolvidable personaje de Max Estrella, sarcástico, agudo, brillante y, a la vez, patético, insignificante y ridículo, propiciará la crítica social de la España de inicios del siglo XX.
El Teatro Anterior a 1936
El último dramaturgo innovador que nos interesa y queda fuera de la clasificación de la Generación del 98 es el maestro Alejandro Casona, cuya obra se caracteriza por poseer un marcado carácter educativo al que se une una profunda raíz poética para jugar con la realidad, el sueño y la fantasía e intenta reflexionar sobre la naturaleza humana (Nuestra Natacha).
Por otro lado, dentro del teatro comercial se diferencian varias tendencias:
- Drama burgués realista: Con amable crítica de costumbres, su máximo representante es Jacinto Benavente, premio Nobel en 1922, con la obra Los intereses creados.
- Teatro poético modernista: Intenta llevar al teatro la fantasía poética en verso, como Eduardo Marquina en Las hijas del Cid o los hermanos Machado en La Lola se va a los puertos, de estilo más sencillo y popular.
- Teatro cómico: Heredero de la tradición costumbrista, se aborda desde diferentes subgéneros:
- Pedro Muñoz Seca: Inventa la astracanada, parodia del teatro modernista que aparece en La venganza de don Mendo.
- Carlos Arniches: Desarrolla la tragedia grotesca en La señorita de Trevélez, pero se especializa en el sainete de costumbres madrileñas en El santo de la Isidra.
- Hermanos Álvarez Quintero: En obras como Mariquilla, presentan una visión típica de Andalucía que entusiasmaba al público.
Conclusión: Dos Caras de una Misma Renovación
Modernismo y Generación del 98 buscan una renovación estética para lo que se sirven de diferentes herramientas. No son movimientos contrapuestos, aunque presentan diferencias. Con ellos comienza la Edad de Plata de las letras españolas, que será concluida, de manera abrupta, por la llegada de la Guerra Civil.
