Contexto histórico, social y cultural en la Península Ibérica Medieval
Nuestra historia, sociedad y cultura están basadas en el intercambio entre distintos pueblos, razas y creencias. La convivencia en la Península no siempre fue fácil, sobre todo en los territorios fronterizos, pero las relaciones, interacciones y tolerancia impulsaron el nacimiento de nuestra entidad hispana. Ejemplo de todo esto es nuestra lengua, el castellano, donde podemos encontrar huellas de todos los pueblos que en alguna ocasión habitaron a este lado de los Pirineos. Sobre todo a partir de 1492, existió una literatura aljamiada, escrita por moriscos (musulmanes obligados a convertirse al cristianismo), en la que escribían sus textos en romance o en castellano, pero con caracteres árabes.
La literatura medieval y el origen del castellano
El castellano comienza a ser lengua de uso alrededor del siglo X, fecha en que están datadas las Glosas Emilianenses: unos apuntes en castellano primitivo de un estudiante al que ya le costaba entender el latín y traducía a su lengua algunos fragmentos.
Panorama de la literatura castellana medieval
Las Glosas, aunque no puedan ser consideradas piezas literarias, son las primeras manifestaciones del castellano y abren el camino como lengua de cultura para ser empleada en la transmisión artística.
Lírica medieval: Tradiciones y Corrientes
A la tradición latina hay que sumarle el influjo de los árabes, que llegan a la Península en el 711 y convierten la lírica hispana en la primera manifestación poética en Europa en lengua romance. Su evolución va a producir dos corrientes que conviven y se interfieren continuamente: la popular y la culta. La diferencia principal entre ellas se basa en la presencia o ausencia de un autor culto que elabora de forma refinada los contenidos.
La lírica es la expresión de los sentimientos y emociones del autor a través del texto, oral o escrito, mediante la poesía (verso). El verso es mucho más fácil de memorizar que la prosa, por eso los juglares lo utilizaban para narrar sus historias en público. Podemos encontrar textos escritos en prosa pero que, por su temática y los recursos expresivos empleados, pueden ser caracterizados como líricos. Estaríamos, pues, ante ejemplos de prosa poética.
Focos de desarrollo de la lírica
A partir del siglo XI vamos a encontrar varios focos geográficos de desarrollo de la lírica. El primero de ellos se encuentra en Al-Ándalus. Allí, los poetas cultos de la España musulmana (árabes o judíos) escribían dos tipos de poemas estróficos cuyo tema central, en ambos casos, era el amor: el zéjel y la moaxaja. La diferencia está en su forma y la lengua utilizada.
Además del anonimato, esta lírica popular presenta otras características:
- Transmisión oral.
- Brevedad.
- Variedad en la temática popular.
Cronológicamente, la evolución del zéjel cantado por los villanos dio paso a otro tipo de composición: el villancico popular.
Por otro lado, entre los siglos XII y XIV se van a desarrollar las «cantigas de amigo», las de amor y las de «escarnio o maldezir», próximas al sirventés provenzal.
Composiciones cultas y poesía trovadoresca
También hubo composiciones cultas que nos han llegado. En el siglo XII surge en Provenza (región del sur de Francia) la poesía trovadoresca, que se asentó plenamente en la Península a través de Cataluña. Se caracterizaba por una peculiar concepción del tema amoroso: el amor cortés. El poeta se enamora de una dama inaccesible a la que promete fidelidad. Esta no surge de forma aislada, sino que está relacionada con la lírica hispanoárabe y las canciones populares europeas.
Dentro de esta poesía escrita en provenzal destacan dos subgéneros:
- Cansó: es la composición más utilizada, de tema amoroso, desarrollada en varias estrofas.
- Sirventés: generalmente satírico, sobre tema político, moral o crítica literaria.
Los juglares y los trovadores fueron los protagonistas de la música popular durante la Edad Media. Los trovadores fueron los encargados de dedicarse a la composición, aunque solo en determinadas ocasiones interpretaban sus propias obras, como lo hacen en la actualidad los cantautores. El término juglar, por su parte, se refería a los cantores, pero también a equilibristas, domadores, etc.
Narrativa medieval: Héroes y Leyendas
La narrativa medieval es la que recoge las leyendas y los cuentos. Podemos encontrar historias de caballeros tanto en poesía como en novela o cuento. En estos momentos, Europa era un continente especialmente apto para la formación y el desarrollo del espíritu heroico (luchas, enfrentamientos, cruzadas, etc.) llevadas a cabo por héroes legendarios. El espíritu combativo se hallaba ligado a la sociedad medieval, una sociedad que se encontraba especialmente sensibilizada.
Mester de Juglaría: El Arte de los Juglares
En esta época, la mayoría del pueblo no sabía leer ni escribir. Los juglares eran los encargados de recitar las hazañas de los héroes; lo hacen a través de una fórmula que les ayude a recordar las historias y mantener la atención del público. Se trata del cantar de gesta.
Surge así un nuevo mester, el de juglaría, y un nuevo género narrativo: el cantar de gesta, composiciones de carácter popular-improvisado.
Características del Cantar de Gesta y el Estilo Juglaresco
El cantar de gesta no obedecía a una forma estrófica concreta. El poeta hacía rimar en asonante una tirada variable de versos según el tema que tratase dentro del cantar. Otro recurso frecuente del juglar era el uso del epíteto épico: complemento del nombre que acompaña al personaje para destacar sus cualidades. Por ejemplo: «Cid, el Campeador». Junto a esto, encontramos el conocido estilo oral formulario, es decir, el empleo de fórmulas que el juglar repite continuamente. Se observan fórmulas de la voz narradora cuando el narrador repite dirigiéndose al público: «sabed…» o exclamaciones dramatizadas. Aunque el único cantar de gesta conservado es el Poema de Mio Cid, se pueden encontrar huellas de gestas en otros documentos.
Convivencia con el Mester de Clerecía
Pero la llegada del «nuevo oficio» (mester de clerecía) no desplaza al mester de juglaría, pues conviven en el espacio y en el tiempo. Los temas de clerecía son una evolución culta de los cantares épicos. El contenido ahora es más variado: vida de santos, obras marianas, litúrgicas, novelescas, etc. Entre las obras más destacadas, podemos mencionar, además de El libro de Alexandre (dedicado a la figura de Alejandro Magno), El libro de Apolonio, Poema de Fernán González, etc.
Otro recurso frecuente del juglar era el uso del epíteto épico: complemento del nombre que acompaña al personaje para destacar sus cualidades. Por ejemplo: «Cid, el Campeador». Junto a esto, encontramos el conocido estilo oral formulario, es decir, el empleo de fórmulas que el juglar repite continuamente. Se observan fórmulas de la voz narradora cuando el narrador repite dirigiéndose al público: «sabed…» o exclamaciones dramatizadas. Aunque el único cantar de gesta conservado es el Poema de Mio Cid, se pueden encontrar huellas de gestas en otros documentos. Pero la llegada del «nuevo oficio» (mester de clerecía) no desplaza al mester de juglaría, pues conviven en el espacio y en el tiempo. Los temas de clerecía son una evolución culta de los cantares épicos. El contenido ahora es más variado: vida de santos, obras marianas, litúrgicas, novelescas, etc. Entre las obras más destacadas, podemos mencionar, además de El libro de Alexandre (dedicado a la figura de Alejandro Magno), El libro de Apolonio, Poema de Fernán González, etc.