El Teatro Comercial: Tradición y Éxito de Público
Los dramaturgos de esta época se enfrentaban al penoso dilema de adaptarse ideológicamente a los gustos del público. Así, el teatro que triunfaba en los escenarios era de corte tradicional y estaba representado por las siguientes tendencias:
La Comedia Burguesa
Representada por Jacinto Benavente. Su teatro presenta una crítica amable de las preocupaciones y prejuicios burgueses, a través de una suave ironía. Benavente sustituye la acción por la narración, la alusión y el diálogo, y los momentos álgidos de sus dramas siempre acontecen fuera de escena o entre un acto y otro. Destacan obras como Los intereses creados, Señora ama y La malquerida.
El Teatro Poético
Representado por Francisco Villaespesa y Eduardo Marquina. Esta tendencia supone un intento de aproximación del género dramático a la poesía lírica. Con el tiempo, lo que triunfa es un teatro histórico en verso en el que se recrean asuntos de la historia nacional. Se destaca Las hijas del Cid.
El Teatro Cómico
Con autores y obras muy populares como Carlos Arniches, recreador del ambiente madrileño; los hermanos Álvarez Quintero, que nos muestran la Andalucía tópica y sentimental (El patio); o Pedro Muñoz Seca, creador del “astracán”.
Teatro de los Años 40: El Teatro del Humor y el Absurdo
La manifestación más interesante de este período es la de un teatro que busca la risa, intentando provocarla mediante lo absurdo. Se alejaba de la realidad inmediata mediante la presentación de obras intrascendentes. Destacan dos autores:
Enrique Jardiel Poncela
Cuya producción teatral se caracteriza por la incorporación de lo inverosímil, con ingredientes de locura y misterio.
Miguel Mihura
Autor de un teatro cercano al absurdo, aunque siempre con intencionalidad crítica.
Teatro de los Años 50: El Realismo Social y la Denuncia
Al igual que en otros géneros, el teatro de los años cincuenta presenta una serie de obras que pretenden denunciar las injusticias sociales. Algunos dramaturgos atenúan sus críticas usando metáforas y alusiones para burlar la censura (como Antonio Buero Vallejo), mientras que otros pretenden expresarse con total libertad, aunque la censura impida que sus obras se representen (como Alfonso Sastre). Los primeros se denominan “posibilistas”; los segundos, “imposibilistas”.
Teatro de los Años 60: La Vanguardia y la Experimentación
En los años 60, algunos autores crean un teatro novedoso y vanguardista, influido sobre todo por el teatro del absurdo y de la crueldad de Antonin Artaud. Continúan, en parte, temas de la etapa anterior —la crítica al régimen, la denuncia social, la nueva sociedad consumista—, pero ahora se considera el teatro como un espectáculo donde el texto literario es un ingrediente más y no necesariamente el más importante. De ahí la importancia que cobran los efectos especiales, la escenografía, la mímica, etc. Asimismo, se pretende romper con la división entre el escenario y los espectadores, convirtiendo la sala en un espacio dinámico que invita al público a participar en la función. Los autores más significativos de esta línea son:
Fernando Arrabal
Destaca por sus elementos surrealistas, el uso del lenguaje infantil o la ruptura con la lógica. Obras notables incluyen El triciclo y Pic-nic.
Francisco Nieva
Presenta como tema fundamental la represión social que degrada al hombre y utiliza técnicas cinematográficas, lenguaje popular y pinceladas del teatro del absurdo. Un ejemplo es Pelo de tormenta.
Finales del Siglo XX: Realismo y Diversidad
El teatro español de finales del siglo XX presenta una variedad de tendencias. En términos generales, podemos decir que el teatro se inclina por temas contemporáneos, de estética realista. Los dramaturgos más destacados son:
José Sanchís Sinisterra
Ha escrito numerosas y muy divertidas obras basadas en textos literarios previos, como Moby Dick.
José Luis Alonso de Santos
Mezcla en sus obras ingredientes de la comedia tradicional con el tono humorístico y satírico propio del sainete. Un ejemplo es Bajarse al moro.
Fernando Fernán Gómez
Destaca por su logrado drama realista Las bicicletas son para el verano, ambientado en el Madrid de la Guerra Civil.
Teatro del Siglo XXI: Nuevos Horizontes y el Teatro de Calle
En general, se produce un retroceso en este género por parte del público, que encuentra nuevas formas de diversión a través de la televisión e internet. Los teatros siguen reponiendo obras de etapas anteriores con la incursión de otras nuevas. Sin embargo, lo más destacado es el teatro en la calle, que busca acercar la cultura al público que no frecuenta los teatros convencionales. Entre los dramaturgos que se han dado a conocer en las dos últimas décadas, señalamos a Ernesto Caballero, Paloma Pedrero o Juan Mayorga.
El Teatro Innovador: Alternativas a la Escena Comercial
Frente al teatro que triunfaba en las salas comerciales, surgieron otras tendencias más innovadoras que, a menudo, no alcanzaron el mismo éxito de público por no adaptarse a los gustos burgueses:
El Teatro de la Generación del 98 y del Novecentismo
Principalmente representado por Ramón María del Valle-Inclán. Estos autores crearon un teatro intelectual y complejo que enlazó con las tendencias filosóficas y teatrales más renovadoras del panorama occidental de la época.
El Teatro de la Generación del 27
Con figuras como Federico García Lorca, renovadores del teatro humorístico que alcanzarían su plenitud tras la Guerra Civil.
La Evolución del Teatro Lorquiano
La obra de Federico García Lorca se puede dividir en tres momentos clave:
Las experiencias de los años 20: Con obras simbolistas como El maleficio de la mariposa o La zapatera prodigiosa.
La experiencia vanguardista de principios de los años 30: Un ejemplo de esta etapa es El público.
La etapa de plenitud en sus últimos años: A la que pertenecen sus tragedias y dramas más populares, donde la mujer y su situación de marginación social ocupan un puesto central. Bodas de sangre, por ejemplo, recoge la pasión amorosa por encima de los odios familiares y de las normas sociales, desembocando en una tragedia.
El Teatro Durante la Guerra Civil
Durante la Guerra Civil, continuaron algunas líneas dramáticas como los sainetes y la comedia burguesa, el drama testimonial de la época y el teatro de circunstancias.
