Contexto Histórico: El Inicio del Siglo XX
La Europa de inicios del siglo XX vive una situación confusa. La Primera Guerra Mundial (1914-1918) marca el inicio de un nuevo tiempo que conllevó la ruina generalizada, así como el fin de la mayor parte de las democracias parlamentarias de signo burgués. Tras la firma del Tratado de Versalles, se abrió un periodo de entreguerras que supuso la extensión del fascismo por todo el continente. Mientras tanto, Estados Unidos se convertía en la gran potencia mundial, y la Revolución rusa favorecía la expansión de los movimientos obreros.
Pese a su posición neutral en la Gran Guerra, España tampoco vivía una situación favorable. El Desastre del 98 había desatado un auténtico colapso económico y social. A ello se unía el agotamiento político, pues el sistema de la Restauración borbónica era incapaz de resolver los problemas del país. Por ello, en 1923, Miguel Primo de Rivera impone un régimen dictatorial amparado por Alfonso XIII. En este contexto histórico, surgieron nuevas corrientes literarias.
El Novecentismo o Generación del 14
En el caso de nuestro país, debemos hablar, en primer lugar, del Novecentismo o Generación del 14, que es un conjunto de escritores cronológicamente situados entre las generaciones del 98 y del 27. Aunque no tuvieron conciencia de pertenecer a un grupo, estos autores comparten rasgos comunes:
- Gozan de una sólida formación académica.
- Aspiran a la perfección estética, produciendo una literatura culta y exquisita, destinada a minorías intelectuales.
- Dada su actitud europeísta y renovadora, tienen el objetivo de aproximar la cultura europea a nuestras letras.
- Se siguen preocupando por el tema de España, pero frente al dramatismo noventayochista, el enfoque novecentista es moderado, racionalista y práctico.
El Ensayo y la Figura de Ortega y Gasset
Entre los autores de esta generación se encuentran grandes pensadores, que se sirvieron del ensayo para examinar varios aspectos del saber. Algunos de ellos son Eugenio d’Ors, Gregorio Marañón o Manuel Azaña.
Pero, sin duda, el máximo representante de los ensayistas es José Ortega y Gasset, quien es el líder intelectual del Novecentismo, además del filósofo español más importante del siglo XX. Fundó varios medios periodísticos, como la Revista de Occidente, que resultaron fundamentales para la divulgación ideológica.
En su vasta obra ensayística, abordó temas políticos e históricos (como en Meditaciones del Quijote y La rebelión de las masas), pero también trató la ciencia, la educación o el arte. En este último ámbito, se inscriben La deshumanización del arte e Ideas sobre la novela. El hilo conductor en su producción es el estilo, siempre brillante y cuidado, preocupado por la precisión, el orden y la claridad expresiva.
La Novela Novecentista
Junto a los ensayistas, destacaron autores que impregnaron la novela de intelectualidad. En este sentido, encontramos a Gabriel Miró, el creador más genuino de la novela lírica. En su obra abunda la sensibilidad y la descripción exhaustiva. Claro ejemplo es Las cerezas del cementerio, así como las narraciones ambientadas en la opresiva atmósfera de Oleza: Nuestro Padre San Daniel y El obispo leproso.
La crítica a la moral tradicional también está presente en las novelas de Ramón Pérez de Ayala. Este autor experimentó con innovadoras técnicas narrativas, jugó con la ironía y el humor, y otorgó a su prosa una gran riqueza léxica, reflejo del habla popular. Tinieblas en las cumbres y Troteras y danzaderas forman parte de su primera etapa, de carácter autobiográfico. Más adelante, escribió textos de mayor carga intelectual, entre los que destacan Belarmino y Apolonio y su continuación, Tigre Juan.
También incluimos dentro de esta generación a Vicente Blasco Ibáñez, partidario de los dictados naturalistas de Zola, que publicó en sus inicios una serie de novelas inspiradas en la tierra valenciana como La barraca, Entre naranjos y Cañas y Barro. A ellas siguieron otras novelas de tema social.
El gallego Wenceslao Fernández Flórez es otro escritor de esta época que en novelas como Volvoreta muestra las consecuencias de una educación sexual represiva. Su obra más trascendente es El bosque animado, donde predominan la fantasía y el humor.
También destaca en esta época Elena Fortún, autora de la saga juvenil cuya protagonista es una niña de clase media llamada Celia. La última novela de la saga, Celia en la revolución, es un fiel testimonio de la Guerra Civil Española.
La Poesía: Juan Ramón Jiménez
El poeta más destacado de la Generación del 14 es Juan Ramón Jiménez, galardonado en 1956 con el Premio Nobel de Literatura. Su obra representa una de las más altas cimas de la lírica del siglo XX. En ella, sintetiza su ideal de vida, afán de belleza ideal y absoluta dedicación a la poesía.
Las primeras publicaciones de Juan Ramón Jiménez están influenciadas por Rubén Darío; Rimas, Arias tristes y Jardines lejanos ponen de manifiesto una poesía modernista. Tras el fallecimiento de su padre, inicia la búsqueda de una perfección estética capaz de alcanzar la eternidad. Esta obsesión se constata en Diario de un poeta recién casado, libro imprescindible que inaugura la lírica contemporánea. En él, encontramos una poesía profunda, estilizada y depurada de ornamentación.
Es aquí donde, por primera vez en nuestro idioma, aparece el verso libre y el poema en prosa. Ahora bien, otra de las piezas esenciales de la obra juanramoniana es la narración lírica de Platero y yo.
Las Vanguardias Europeas: Los Ismos
Mientras se desarrollaba la literatura novecentista en España, a nivel europeo emergía una explosión cultural y artística. El periodo de entreguerras dio lugar a la sucesión rápida y atropellada de numerosos movimientos estéticos, conocidos como Vanguardias o Ismos. Todos ellos partían del rechazo a la cultura tradicional.
Las vanguardias defendían una revolución radical que aportase aires nuevos, de libertad y experimentación, a todas las manifestaciones artísticas, incluida la literatura. Tenían en común la reivindicación de la incoherencia, el juego literario e incluso, la provocación. Algunos de estos ismos fueron el futurismo, el cubismo, el expresionismo o el dadaísmo.
Principales Corrientes Vanguardistas
Futurismo
El futurismo reivindica el arte dinámico que busca formas nuevas de belleza en la acción, el movimiento y la velocidad. Los nuevos temas incluyen el maquinismo o las nuevas expresiones artísticas como el cine. Los textos futuristas rompen con las formas tradicionales, como en el uso de tipografías variadas, los signos matemáticos, la supresión de adjetivos, adverbios y conectores.
Cubismo
El término cubismo hace referencia al movimiento pictórico integrado por Pablo Picasso, Braque o Juan Gris, que buscaban descomponer la realidad y recomponerla en formas geométricas. Los poemas se caracterizan por ser objetos autónomos y visuales en los que se eliminan los conectores y las normas ortográficas y se utiliza la técnica del caligrama.
Dadaísmo
El dadaísmo asumía la negación total para tratar de destruir el sistema de valores, liberando energías creadoras de cualquier norma.
Surrealismo
La vanguardia de mayor trascendencia, junto con el expresionismo, es el Surrealismo, cuya influencia fue especialmente relevante en España. Este es el movimiento más fecundo, aún hoy vivo, que impulsa lo irracional y lo onírico mediante la expresión del subconsciente.
La Recepción de las Vanguardias en España
Las corrientes europeas sufren una reelaboración hispánica y son conocidas como Creacionismo y Ultraísmo. Esto fue posible gracias a Ramón Gómez de la Serna, quien impulsó las vanguardias en España. Su obra rompe con las convenciones gracias a la insólita originalidad y al espíritu lúdico. Este es autor de ensayos, piezas teatrales y novelas. Estas últimas reflejan su carácter crítico y sarcástico, en obras como El torero Caracho o El caballero del hongo gris. Lo más destacable en la obra de Gómez de la Serna es la greguería, un género propio, que con una sentencia ingeniosa y breve reinterpreta la realidad de una forma subjetiva y humorística.
Conclusión
En definitiva, la literatura novecentista y vanguardista abrió una nueva dimensión para las letras castellanas, y supuso un caldo de cultivo sin precedentes. La obra novecentista y juanramoniana abrió el camino a una nueva corriente poética que será explotada por la Generación del 27. A la influencia de los ismos le debemos que hoy convivan todo tipo de tendencias y concepciones artísticas; y no solo en la literatura, sino también en el cine, la música o la pintura.
