Jornada Primera – El regreso del conde y el inicio del conflicto
La obra comienza en el jardín de la casa de Doña Lucrecia Richmond, con los criados Jerónima y Venancio comentando la inesperada llegada del conde Don Rodrigo de Arista-Potestad, quien ha vuelto tras años de ausencia. La conversación gira en torno a la razón de su regreso: averiguar cuál de las dos niñas criadas por Lucrecia es su nieta legítima, hija de su difunto hijo.
Cuando aparece Don Rodrigo, se muestra envejecido, enfermo y obsesionado con la honra de su apellido. Siente que debe asegurarse de que su linaje no se pierda sin dejar un heredero digno. Su criado Senén intenta convencerlo de que deje el tema, pero él insiste: quiere la verdad antes de morir.
Cuando finalmente se encuentran Lucrecia y el conde, mantienen una conversación educada pero tensa. Él le exige saber cuál niña es su nieta biológica. Ella se niega rotundamente, argumentando que ambas niñas han sido criadas como hijas y que revelar la verdad sólo causaría sufrimiento. El conde no acepta esa respuesta y declara que la descubrirá por sí mismo.
Idea clave:
Se plantea el conflicto central: la obsesión del conde por la legitimidad y el honor frente a la voluntad de Lucrecia de proteger la estabilidad emocional de las niñas.
Jornada Segunda – La búsqueda por observación y el fracaso inicial
La escena se traslada al interior de la casa. El conde, solo, escribe una carta en la que expresa su desilusión con la frialdad de Lucrecia y su creciente ansiedad por la incertidumbre. Aparece Senén, quien insinúa que podría averiguar algo a cambio de dinero, mostrando su carácter oportunista. Don Rodrigo lo rechaza con firmeza: no quiere sobornos ni engaños, sino una verdad limpia.
Más tarde, el conde conoce por fin a las niñas, Dolly y Nelly. Las observa cuidadosamente mientras les habla, buscando algún gesto o rasgo que le indique cuál es su nieta. Pero no encuentra ninguna diferencia clara entre ellas. Ambas son tiernas, educadas y cariñosas.
Después, vuelve a hablar con Lucrecia. Le expresa su frustración: no ha logrado deducir nada. Ella insiste en que no debe seguir con su búsqueda, que eso sólo provocará daño. El conde, abatido, comienza a dudar de su capacidad para descubrir la verdad por sí mismo.
Idea clave:
El conde intenta resolver el enigma por medios racionales, pero fracasa al ver que el amor que siente por ambas niñas es igual.
Jornada Tercera – Dudas, desgaste y primeras señales de cambio
La jornada comienza con Senén tramando un plan para beneficiarse económicamente del deseo del conde. Conversa con Venancio y Jerónima, quienes lo escuchan con recelo. Senén dice estar en posición de espiar y descubrir secretos, mostrando su lado más bajo y manipulador.
Mientras tanto, Don Rodrigo sigue observando a las niñas con atención. Les pide que lean en voz alta para detectar diferencias en su comportamiento. Pero nuevamente, no encuentra ninguna pista certera. Habla con cada una por separado, les hace preguntas emocionales, pero ambas le parecen sinceras y adorables.
Frustrado y cansado, el conde reconoce ante Lucrecia que su búsqueda ha sido inútil. Ella, por primera vez, muestra compasión por su dolor. Le sugiere que, si no puede distinguir a una de la otra, tal vez eso signifique que ambas son igual de suyas.
Idea clave:
El conde empieza a comprender que su vínculo con las niñas es más afectivo que biológico, aunque aún desea saber la verdad.
Jornada Cuarta – La revelación y la transformación del conde
El conde aparece abatido, exhausto, acompañado por Senén, quien sigue intentando sonsacarle dinero a cambio de información. Don Rodrigo lo rechaza otra vez, defendiendo su orgullo y principios: no quiere saber la verdad por medios indignos.
Cuando aparece Lucrecia, el conde le suplica, ahora con humildad, que le diga la verdad. Está desesperado por obtener esa respuesta que le dará paz antes de morir. Lucrecia, ya más sensible al sufrimiento del anciano, accede finalmente a revelárselo, pero con una condición: que no haya ninguna diferencia en el trato hacia las niñas. El conde promete solemnemente cumplirlo.
Lucrecia le dice cuál es su nieta biológica, pero el lector no lo sabrá nunca, porque Galdós lo mantiene en secreto. El conde se sorprende, pero acepta la verdad con dignidad. Cumple su promesa: abraza a las niñas sin mostrar preferencia, como si ambas fueran igualmente suyas.
Idea clave:
Aquí se produce el clímax emocional de la obra: el conde conoce la verdad, pero elige el amor y la igualdad por encima del orgullo de linaje.
Jornada Quinta – Reconciliación final y paz interior
La jornada comienza con Senén frustrado al saber que ya no tiene poder para sacar provecho de la situación. Se queda fuera del conflicto principal, representando la inutilidad de la codicia.
Venancio y Jerónima reflexionan sobre lo ocurrido. Intuyen que algo importante ha pasado, pero no saben cuál niña es la legítima. Lo que sí notan es el cambio en el conde, que ahora está sereno, afectuoso, en paz.
Don Rodrigo se despide de las niñas y de Lucrecia, que regresa a Madrid. Hay un momento de reconciliación entre ambos. Ya no hay hostilidad, solo respeto. El conde les desea lo mejor, y promete recordar esos días como los más valiosos de su vida.
Finalmente, el conde se queda solo, pero ya no está desesperado: ha comprendido que lo importante no es la sangre, sino el amor. Cierra la obra con un gesto de profunda humanidad, hablándole al lector de la redención a través del cariño y el perdón.
Idea clave:
Final redentor. El conde encuentra la paz al renunciar a su orgullo y aceptar a ambas niñas como su legado emocional y moral.