Transformaciones Culturales y Sociales en la España del Siglo XIX
El siglo XIX, en el campo de las mentalidades, se caracteriza por producirse una serie de cambios que tienen como causas principales la industrialización, la urbanización de la sociedad, la mejora de las comunicaciones y de los medios de transporte. Estos fenómenos produjeron cambios en las costumbres, las formas de conocer el medio y relacionarse con él, y las señas de identidad de las personas.
Cambios Clave en las Mentalidades
En primer lugar, aparece la idea de progreso como un proceso histórico en el cual el ser humano introduce innovaciones tecnológicas que le permiten un mayor control sobre el medio. Se llega a la convicción de que el ser humano puede controlar todo lo que se proponga a través de la ciencia y la técnica (se desarrollan equipos de investigación y hay una búsqueda intencionada de nuevos avances). Por esta razón, se piensa que todo es posible (son sintomáticas de la mentalidad de la época obras como Viaje a la luna o Viaje al centro de la Tierra).
En segundo lugar, se pasó de una cultura de parámetros rurales a una cultura de parámetros urbanos. Esto provocó la lenta desarticulación de las comunidades rurales. Se rompieron pautas y costumbres tradicionales: relaciones de protección, relaciones de subordinación, relaciones personales y clientelares. La persona pasó de tener una identidad y unos sistemas de valores definidos, a formar parte de una masa anónima con relaciones interpersonales más difusas. Esto llevó a una secularización de las prácticas culturales. Así, no es extraño que cambiara el concepto de familia, apareciera el feminismo o los anticonceptivos. Por otro lado, es ahora cuando el sentimiento nacional o de afecto por un club de fútbol va a tener un peso importante en la identidad de las personas.
En tercer lugar, se van a dar otros cambios. El ritmo de vida es mucho mayor, por lo que el tiempo se exprime mucho más. Hay sistemas de información nuevos: son los fenómenos de opinión los que informan a las masas, no el párroco, el cacique o el señor feudal. Por otra parte, en el mundo urbano es donde se significan los cambios técnicos, la socialización de los inventos y la idea del cambio. Los nuevos inventos cambiaron cuestiones como el vestido, la dieta o los medios de información.
En cuarto lugar, a lo largo del siglo se desarrolló un conflicto entre los partidarios de lo tradicional y los que apoyaban una cultura abierta a las novedades del pensamiento europeo (darwinismo, racionalismo, positivismo) para superar el atraso cultural y científico. Entre los segundos, hubo algunos que tendieron hacia posturas de laicización de la sociedad (clases medias), mientras otras fueron más allá manteniendo posturas revolucionarias y anticlericales (clases bajas).
Arte, Museos y Bibliotecas
Arte
En el ámbito del arte, durante la primera mitad del siglo XIX llegaron a España el Neoclasicismo y el Romanticismo y, durante la segunda mitad, el Realismo y Naturalismo. Además, el régimen liberal permitió que artistas e intelectuales pudieran contagiarse de las corrientes que había en Europa.
Museos y Bibliotecas
El siglo XIX es el siglo de museos y bibliotecas, emancipados del poder real y eclesiástico gracias a procesos como la exclaustración y la desamortización. Durante la Guerra de Independencia se despierta un interés por estos bienes. La riqueza pictórica fue a parar al Museo Josefino (Madrid), al Museo Napoleón (París), o fue adquirida por particulares. Se van estableciendo en Madrid los museos nacionales: El Museo del Prado (1819), Museo Arqueológico Nacional (1867), Museo Naval (1843). Surge además la Biblioteca Nacional. Destaca también el mecenazgo ministerial, con algunas colecciones privadas. Destaca Goya, y a su muerte Mariano Fortuny.
La Educación en el Siglo XIX
Respecto a la educación, la alfabetización va a crecer poco, siendo el porcentaje de un 24 % en 1860 y un 28 % en 1877. Esto nos da como conclusión que, a pesar de la Ley Moyano de 1857, que obligaba a la escolarización infantil, fue incumplida sistemáticamente. Las ciudades más alfabetizadas eran Vitoria y Madrid, con un 63 % en esta última, del cual un 52 % eran mujeres.
Educación Primaria
La educación primaria se empieza a reglamentar con las Cortes de Cádiz, sobre los principios de universalidad, obligatoriedad y gratuidad. No obstante, esta primera reglamentación es poco realista, pues no tiene en cuenta que el Estado español no posee recursos suficientes para escolarizar a toda la población infantil. Ante esto, se tratará de solucionar con la Ley Moyano de 1857, donde se mantiene la obligatoriedad pero no la gratuidad. A pesar de esta nueva ley, se sigue produciendo absentismo escolar por dos razones: la oferta de escuelas no es suficiente, y por otro lado no existía la conciencia por parte de los padres de que los hijos tuviesen que ir al colegio. No obstante, la Ley Moyano conseguirá aspectos positivos: en primer lugar, se triplica el número de niños escolarizados y, en segundo lugar, se produce un aumento de escuelas, en especial las femeninas.
Educación Secundaria
La reglamentación de la enseñanza media va a tener un peso importante en el plan de educación de José Pidal (1845). Presenta una serie de características:
- Se ordena el plan educativo por provincias, en las que había un instituto público en torno al cual se organizaban los colegios privados.
- Se determina el plan de estudios a cursar.
- El Estado determina las materias de las cuales debía examinarse el alumno en las reválidas.
Había además un número de estudiantes de colegios privados no vinculados al instituto que estudiaban las materias allí impartidas. El éxito será para los colegios de religiosos. Con la Ley Moyano (1857) se hace una primera reglamentación: se matiza el sistema de 1845 y se clarifican cuestiones como el profesorado y el régimen y gobierno de los centros escolares. El principal éxito fue lograr el agrado de todos los partidos que deseaban una reforma en la educación.
Educación Universitaria
Respecto a la universidad, se organiza en torno a la universidad central en Madrid, habiendo un centro universitario en cada provincia, del que dependía el instituto. Aparte de la universidad, también se podía cursar la carrera militar o eclesiástica.
Crisis de Fin de Siglo y Generaciones Intelectuales
La nueva mentalidad va a empezar a tener sus detractores, surgiendo lo que se ha dado en llamar la crisis de fin de siglo. Se empiezan a cuestionar las glorias del progreso continuo. Se percibe cierto tono de agotamiento en la creencia en que el progreso continuo es la clave de la felicidad, ya que los efectos no han sido tan positivos como se esperaba y no siempre habían sido tangibles. En la práctica, se cree que el cambio es posible, pero que solo es tangible para unos pocos. Esta crisis va a culminar en la I Guerra Mundial. Se había creído en una Europa dominadora de todo, orgullosa. Con la guerra se pasa a hablar de la “decadencia de Occidente”.
No obstante, van a ser los autores de esta crítica quienes den lugar a la Edad de Plata de la cultura española, destacando las generaciones del 98, 14 y 27. La Generación del 98 criticó los defectos del sistema político de la Restauración (decadencia nacional y oligarquía en el poder) pero no hicieron propuestas políticas alternativas coherentes (cosa que trató de hacer la Generación del 14). Destacaron ensayistas como Joaquín Costa y Ramiro de Maeztu, o escritores y periodistas como Miguel de Unamuno, Pío Baroja y Ramón María del Valle-Inclán. Por otra parte, a partir de 1898, los intelectuales lograron una fuerte proyección pública interviniendo en la vida política y social mediante la firma de manifiestos, la colaboración en periódicos y revistas, la celebración de conferencias (Ateneo de Madrid), la creación de asociaciones (Liga de la Educación Política) o, incluso, la participación en las elecciones (Pérez Galdós y Pío Baroja).
Conclusión
En conclusión, a lo largo del siglo XIX, hay un conjunto de transformaciones en la mentalidad de los españoles, causadas fundamentalmente por las nuevas circunstancias históricas del liberalismo y la industrialización. No obstante, en España seguirá habiendo reminiscencias culturales del Antiguo Régimen. Por otra parte, hubo una preocupación por parte del Estado Liberal de mejorar la calidad cultural de la nación, sobresaliendo el esfuerzo en materia educativa.