Características del Modernismo
A fines del siglo XIX, las personas perdieron la confianza en el progreso, que no resolvía los problemas, y en la ciencia, incapaz de ofrecer verdades absolutas. Se produjo, así, una crisis general que tuvo su reflejo artístico y cultural. En este contexto surgió el modernismo.
El modernismo se desarrolló en todo el ámbito hispánico a finales del siglo XIX y principios del XX.
El modernismo no fue solo una corriente literaria: representó una actitud vital de los artistas que reaccionaron ante el utilitarismo burgués. El movimiento se originó en Hispanoamérica, donde al rechazo de lo burgués se sumó el sentimiento antiimperialista, pues varios países luchaban por su independencia, primero de España y después del influjo estadounidense.
Influencias
Los escritores modernistas recibieron diversas influencias, entre ellas las de dos corrientes poéticas francesas:
- El parnasianismo, que perseguía la expresión de la belleza y la perfección formal.
- El simbolismo, que pretendía sugerir —por medio de símbolos— la verdadera realidad oculta tras las cosas.
Temas y Estilo
Los modernistas reivindicaron la belleza en todas sus formas: la recreación de lugares y objetos hermosos, y la presentación de sensaciones y emociones intensas fueron sus temas esenciales.
- Frente a la vulgaridad, defendieron lo aristocrático (simbolizado en la figura del cisne).
- El rechazo de la realidad en la que vivían los llevó a la evasión en el espacio y el tiempo: hacia épocas pasadas (el mundo clásico y sus mitos, el medieval, el renacentista, el dieciochesco y el pasado hispanoamericano) y hacia tierras lejanas y exóticas.
La búsqueda de la belleza llevó a los modernistas a renovar el lenguaje literario:
- Incorporaron cultismos y palabras elegidas por su sonoridad y su capacidad de sugerir sensaciones (táctiles, olfativas, auditivas…).
- Buscaron la musicalidad, a la que contribuyó el empleo de diversos recursos rítmicos, como la anáfora, el paralelismo, la aliteración…
- Recuperaron las estrofas clásicas modificando el tipo o el número de versos, y junto con ellas, los poetas modernistas cultivaron el verso libre. Los metros preferidos fueron el eneasílabo, el dodecasílabo y el alejandrino.
Rubén Darío (1867-1916)
Nació en Metapa (Nicaragua), hoy Ciudad Darío. Su verdadero nombre era Félix Rubén García Sarmiento. Se inició muy joven como poeta de corte romántico (Epístolas y poemas, 1885) y combinó su actividad literaria con la práctica del periodismo. Viajó a Chile y a Argentina, países en los que conoció las nuevas tendencias literarias europeas. Realizó diversos viajes como diplomático por América y Europa. En sus dos visitas a España conoció a autores como Valle-Inclán y J. R. Jiménez. Murió en León (Nicaragua).
Darío está considerado el iniciador del modernismo literario, que difundió por América y Europa, incluida España. La producción del nicaragüense refleja las influencias parnasiana y simbolista, así como su fe en la superioridad de los poetas, a los que consideraba seres conectados con la divinidad y con las fuerzas de la naturaleza, capaces de interpretar el mundo por medio de la palabra.
Obras destacadas de Rubén Darío
Azul… y Prosas profanas
El primer libro de Darío que refleja los temas y novedades modernistas fue publicado en 1888. En la obra se combinan el verso y la prosa: incluye cuentos breves y algunos poemas, en los que se recrea un mundo de hadas, princesas, seres mitológicos, palacios, cisnes… Todo ello presentado con una adjetivación y unas imágenes sorprendentes.
Prosas profanas, otro de sus libros, se publicó en 1896 y destacó por sus innovaciones métricas y verbales. En la obra se incorporan poemas de inspiración exótica y aristocrática como los de Azul…, aunque aparecen también temas sociales y españoles.
Cantos de vida y esperanza
Esta obra, publicada en 1905, significó un cambio en el planteamiento literario de Rubén Darío. En Cantos de vida y esperanza, Darío abordó nuevos motivos temáticos y empleó un tono más personal, íntimo y reflexivo. Estilísticamente, en esta obra Darío atenúa la búsqueda de una belleza externa y ornamentada, aunque no prescinde de las innovaciones formales. Temáticamente, este poemario se centra en dos líneas fundamentales:
- Las preocupaciones filosóficas, reflejadas en temas como el paso del tiempo, la pérdida de la juventud y el sentido de la existencia.
Los Escritores de Fin de Siglo
A finales del siglo XIX, el influjo del modernismo, especialmente de Rubén Darío, se tradujo en los escritores españoles en una literatura más intimista que la del nicaragüense. Además, inició su producción una serie de escritores e intelectuales que volcaron en sus textos sus preocupaciones filosóficas y sus reflexiones sobre la realidad del país.
Los escritores de fin de siglo fueron Antonio Machado, Miguel de Unamuno, Pío Baroja, José Martínez Ruiz (Azorín) y Ramón M. del Valle-Inclán. Algunos de estos autores se iniciaron en el modernismo, pero pronto abandonaron el preciosismo, la ornamentación y la evasión, características de este movimiento, y evolucionaron hacia una literatura más personal centrada en los problemas existenciales y en el tema de España.
Antonio Machado (1875-1939)
Nació en Sevilla. A los ocho años se trasladó a Madrid, donde estudió con su hermano Manuel. En 1902 viajó a París, donde conoció a Darío. En 1907 obtuvo la cátedra de Francés en un instituto de Soria y en 1909 se casó allí con Leonor Izquierdo, quien murió tres años después. Machado se trasladó entonces a Baeza, donde fue profesor. Partidario de la República, en los últimos momentos de la Guerra Civil partió al exilio y murió, poco después, en el pueblo francés de Collioure.
Aunque escribió prosa didáctica (Juan de Mairena) y obras teatrales con su hermano Manuel (La Lola se va a los puertos), Antonio Machado fue, sobre todo, un gran poeta. Comenzó su actividad literaria publicando versos modernistas, pero más subjetivos e intimistas que los de Darío. La obra más representativa del modernismo machadiano es Soledades, galerías y otros poemas, cuyo tema esencial es la angustia existencial. En Soledades (1903, aumentada y corregida en 1907), Machado describe paisajes decadentes —jardines, plazas, fuentes…— con los que, a menudo, dialoga y en los que la voz poética proyecta su estado de ánimo. La angustia del emisor se plasma en el uso de distintos símbolos.
En Campos de Castilla (1912, aumentada en 1917) recogió ya temas políticos y sociales. El paisaje castellano, contemplado con emoción, sus habitantes, su historia… le sirven para mostrar la conducta de los españoles: por un lado, critica a quienes envidian y no trabajan, y, por otro, alaba a aquellos que con su esfuerzo hacen avanzar el país. La obra incluye poemas de lamento por la muerte de Leonor y breves reflexiones filosóficas.
Miguel de Unamuno (1864-1936)
Nació en Bilbao, allí recibió una profunda formación religiosa. Pasó la mayor parte de su vida en Madrid, donde estudió Filosofía y Letras, y en Salamanca, en cuya universidad fue catedrático de Griego y de la que llegó a ser rector. En 1924 fue desterrado por oponerse a la dictadura de Primo de Rivera. Tras ser indultado, se exilió voluntariamente a París. Durante la Segunda República, llegó a ser diputado, pero se sintió defraudado con el Gobierno republicano. Al estallar la Guerra Civil, se opuso a las fuerzas sublevadas, por lo que debió cumplir un arresto domiciliario durante el cual murió.
Hombre de compleja y contradictoria personalidad, Unamuno fue uno de los protagonistas de la vida intelectual de principios del siglo XX. La producción de Unamuno comprende ensayos, novelas, poesía y obras dramáticas, géneros de los que se valió para reflejar sus ideas filosóficas. En sus primeras obras, Unamuno criticó la situación española y propuso tomar Europa como modelo para salir del atraso social, científico y político. Luego, se volcó hacia preocupaciones íntimas, como el sentido de la existencia, la fe religiosa, la pervivencia tras la muerte…
Obras destacadas de Miguel de Unamuno
Ensayos
En ellos expresó sus ideas sobre España y volcó sus reflexiones filosóficas: el conflicto entre razón y fe, la inmortalidad… Destacan En torno al casticismo (1895), Vida de don Quijote y Sancho (1905), Del sentimiento trágico de la vida (1913) y La agonía del cristianismo (1925).
Novelas
Los protagonistas de Amor y pedagogía (1902), Niebla (1914), Abel Sánchez (1917), La tía Tula (1921) y San Manuel Bueno, mártir (1930) encarnan las obsesiones del autor. En estas obras, la acción es escasa: predominan los diálogos y monólogos. Ante las críticas de que sus novelas no podían considerarse como tales, Unamuno las denominó nivolas.
Pío Baroja (1872-1956)
Nació en San Sebastián. Estudió Medicina en Madrid, donde pasó la mayor parte de su vida, dedicado al periodismo y a la literatura. En 1935 ingresó en la Real Academia Española. Tras un breve exilio en Francia, retornó a su tranquila vida madrileña hasta su muerte.
Fue, sobre todo, un gran novelista. Sus narraciones están cargadas de personajes que parecen verdaderos, que se mueven en historias posibles. Incorporan preocupaciones filosóficas que reflejan su visión de la dura lucha por sobrevivir en un mundo hostil. Sus temas principales son la recreación de ese mundo hostil y el análisis del individuo. La crítica social se manifiesta en la alabanza de quienes luchan contra la sociedad, del hombre de acción o del escéptico que ha perdido la fe en cambiarlo.
Sus novelas aparecen agrupadas en trilogías, conjuntos de tres novelas unidas por los personajes y el tema. Entre estas, destacan:
- Tierra vasca: La casa de Aizgorri (1900), El mayorazgo de Labraz (1903) y Zalacaín el aventurero (1907).
- La raza: La dama errante (1908), La ciudad de la niebla (1909) y El árbol de la ciencia (1911).
- La lucha por la vida: La busca (1904), Mala hierba (1904) y Aurora roja (1905).
En su obra sobresale la capacidad del autor para plasmar lugares con plasticidad, y la viveza y naturalidad del diálogo.
Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936)
Nació en Villanueva de Arosa (Pontevedra). Su espíritu aventurero lo condujo a México, país en el que contactó con el modernismo. De vuelta a España, se instaló en Madrid. Tras vivir en Francia como corresponsal de guerra, volvió a Madrid para ocupar una cátedra en la Escuela de Bellas Artes. Más tarde fue nombrado director de la Academia Española de Roma. En 1935 regresó a Galicia, donde murió.
Valle-Inclán fue poeta, novelista y, sobre todo, un excelente dramaturgo. Se inició literariamente en el modernismo, período en el que sobresalen las Sonatas, un ciclo de cuatro novelas líricas que presentan un mundo en decadencia. Están protagonizadas por el marqués de Bradomín, «un donjuán feo, católico y sentimental».
La trascendencia de Valle-Inclán en la literatura universal procede, sin embargo, de la creación del esperpento. El esperpento consiste en abordar asuntos graves desde una perspectiva burlesca. Al combinar la seriedad de los asuntos con la risa, brota lo grotesco.
En sus esperpentos, Valle presenta la realidad deformándola: cosifica y animaliza a los personajes, que pierden su condición de humanos; personifica animales y objetos; selecciona los aspectos más indignos y los mezcla con los más delicados; une el lenguaje lírico a la expresión más soez… Todo ello para denunciar la realidad social y política de España.
Valle aplicó la técnica del esperpento al teatro en obras como Luces de bohemia, Martes de carnaval y Los cuernos de don Friolera, y también a la novela, en Tirano Banderas y El ruedo ibérico.
