En España, el ensayo conoció uno de los momentos más brillantes de su historia durante el primer tercio del siglo XX. Fue entonces cuando nuestro país contó con un número importante de ensayistas de primer orden y se asentaron algunas de las características del género.
La Generación del 98
El Desastre del 98 actuó como una llamada de atención sobre un grupo de intelectuales que vieron que la decadencia de España tocaba fondo. La del 98 fue una generación con el ánimo de criticar positivamente y de intentar remediar los males que aquejaban a la sociedad española. España fue el gran tema de este grupo de ensayistas, pero también lo fueron las preocupaciones existenciales. Destacan, entre otros:
- Miguel de Unamuno: Las bases de su pensamiento remiten a una conciliación imposible entre el racionalismo y las pulsiones religiosas. Entre sus ensayos más importantes se encuentran: En torno al casticismo, Vida de don Quijote y Sancho, Del sentimiento trágico de la vida y La agonía del cristianismo.
- Pío Baroja: Aunque esencialmente novelista, también destacó como periodista de ideas. Disertó sobre variados temas, ofreciendo siempre una visión radical de cuanto merecía su atención: fue un denunciador de las lacras sociales, un crítico severo de las instituciones políticas y defensor de un anarquismo individualista como vía de liberación total.
- Azorín (José Martínez Ruiz): Reflexionó sobre los problemas sociales, glosó los valores estéticos del paisaje y realizó una importante labor como crítico literario. Entre sus ensayos figuran: La ruta de don Quijote, España, El alma castellana, El político, entre otros.
- Antonio Machado: Su libro ensayístico más significativo fue Juan de Mairena; en él, este profesor inventado dialoga con sus alumnos sobre los temas más variados: arte, literatura, filosofía, religión, folclore, política… Toda su obra respondió a una defensa de la solidaridad humana, a una crítica de las actitudes huecas y pedantes, a una defensa del antirromanticismo y a un deseo de que España saliera de la incultura provinciana en que estaba sumida.
La Generación Novecentista (Generación del 14)
También conocida como Generación del 14, tuvo una mayor vocación europeísta que la Generación del 98. Todos sus componentes cultivaron preferentemente el ensayo y mostraron una importante preocupación por los problemas de España. Destaca por encima de todos José Ortega y Gasset, quien abordó una vasta gama de temas (ideas políticas, literatura, arte, caza, toros…). El Espectador (ocho volúmenes de ensayos aparecidos entre 1916 y 1934) es una de sus obras más conocidas. Otras obras destacadas incluyen: España invertebrada, La rebelión de las masas y Meditaciones del Quijote.
Otros autores relevantes de esta época fueron Ramón Pérez de Ayala, preocupado por la vida social y política española, y Eugenio D’Ors, pensador y crítico de la cultura y la sociedad, muy enfocado en la claridad e inteligibilidad de su mensaje.
La Generación del 27 y el Ensayo
Entre los escritores de esta generación predominó la lírica. No obstante, los llamados “poetas catedráticos” cultivaron también el discurso teórico y la reflexión en prosa, dedicada sobre todo a los estudios literarios, tanto sobre autores clásicos como contemporáneos, como a la propia reflexión sobre las peculiaridades del lenguaje literario. Se caracterizaron por la publicación en numerosas revistas y periódicos. Entre los autores que cultivaron el ensayo, cabe mencionar a Pedro Salinas (Literatura española siglo XX, El Defensor), Jorge Guillén (Lenguaje y poesía), Dámaso Alonso (Poesía española, En torno a Lope) y Luis Cernuda (Estudios sobre la poesía española contemporánea, Poesía y Literatura).
La Generación de 1936 y el Impacto de la Guerra Civil
La Guerra Civil supuso un corte profundo en la España del siglo XX. En lo que respecta al ensayo, este se vio afectado en al menos tres sentidos: el conflicto determinó la muerte o el exilio de gran cantidad de filósofos, científicos, sociólogos e investigadores; la guerra en sí misma dio lugar a numerosas reflexiones, estudios y ensayos; y, a partir de 1939, España quedó profundamente marcada por el severo control de la libertad de pensamiento ejercido por los vencedores.
Durante los cuarenta años de la dictadura franquista, se asistió a un primer momento (aproximadamente hasta 1955) en que España fue un “páramo intelectual”; posteriormente, poco a poco, fue surgiendo una cierta liberalización en los años 60, que derivó en un enfrentamiento con las fuerzas progresistas hacia el final de esta década y hasta la muerte del dictador (1975).
Durante esta época, las revistas tuvieron una notable importancia como cauce de expresión (Espadaña, Proel, Garcilaso, Cántico, Caracola…). Nombres destacados fueron María Zambrano, Francisco Ayala, José Luis López-Aranguren, Julián Marías o Julio Caro Baroja.
La Generación de 1956: Compromiso y Pensamiento Crítico
En los años 50, en España comenzó a ser leída y asimilada la obra de Karl Marx y Jean-Paul Sartre, dos clásicos del pensamiento de izquierda. Comenzó a manifestarse de forma clara la idea de que el pensamiento no debía limitarse a formular la realidad, sino que debía modificarla. Esta idea se complementó con la de que el intelectual debía adoptar una posición de compromiso. Fueron, pues, los años en España de la novela social, la poesía social, el teatro social…, y, en el campo del pensamiento, de una nutrida presencia de ensayistas y pensadores progresistas. Entre los nombres a destacar figuran: Enrique Tierno Galván, Carlos Castilla del Pino, Agustín García Calvo, Salvador Pániker y Rafael Sánchez Ferlosio.
El Ensayo Español en la Transición y la Actualidad
Tras la muerte de Franco, comenzó la Transición a la democracia, un proceso que condujo a la homologación de España con las democracias occidentales.
En cuanto a la producción ensayística, convivieron autores de las generaciones anteriores (como Francisco Ayala) con aquellos que comenzaron a publicar en la década de los 50 (Carlos Castilla del Pino, Agustín García Calvo). A ellos se unió una serie de nombres que empezó a darse a conocer en la década de los 60, incorporándose a la vida intelectual del país cuando la censura ya era historia.
Los caminos ensayísticos son muy variados: filosofía, estudios literarios, historia del pensamiento y crítica social. Sin duda, es preciso señalar al conjunto de autores que colaboran en la prensa diaria y que a menudo publican también ensayos o literatura de creación: Antonio Gala, Francisco Umbral, Manuel Vázquez Montalbán, Manuel Vicent, Juan José Millás, Rosa Montero, Maruja Torres, Manuel Rivas, Javier Cercas, entre otros. En sus obras, se observa siempre una voluntad de estilo con un sesgo moralizante muy acusado, al hilo de la actualidad: denuncia de la impostura, crítica a las falsedades de la sociedad, análisis de la vida política y parlamentaria, y denuncia de abusos y corrupciones.
Finalmente, dentro de una línea más cercana a la creación literaria, han dejado su impronta novelistas y poetas que son al mismo tiempo ensayistas ocasionales: Antonio Muñoz Molina, Luis García Montero, Felipe Benítez Reyes, entre otros.
En cuanto al ensayo hispanoamericano del siglo XX, cabe destacar al argentino Jorge Luis Borges (Historia de la eternidad) y al poeta mexicano Octavio Paz (Los hijos del limo).