El Teatro Español del Siglo XX hasta 1939: Tradición y Renovación
El teatro español del primer tercio del siglo XX (hasta 1939) se caracterizó por la coexistencia de corrientes tradicionales y un incipiente deseo de renovación. Aunque los movimientos teatrales europeos eran conocidos y existían pretensiones de mejoras técnicas, estas no lograron imponerse frente a las estructuras dominantes del teatro español, que a menudo ofrecía obras de escasa calidad. No fue hasta los años 20 y 30 cuando figuras como Ramón María del Valle-Inclán y Federico García Lorca impulsaron un verdadero auge teatral, comparable al de la lírica y la narrativa.
Corrientes del Teatro Tradicional
El teatro tradicional se difundió a través de tres corrientes principales:
El Drama Romántico
Continuación de la línea de Echegaray, era declamatorio y religioso. Se mantuvo en un romanticismo decadente, mezclado con efectos coloristas y la sonoridad del modernismo. Abordaba temas históricos o fantásticos del pasado glorioso español. Destacan Francisco Villaespesa y los hermanos Machado.
La Comedia Burguesa o Benaventina
Cuyo máximo cultivador fue Jacinto Benavente, se caracterizaba por sus ambientes de alta burguesía o, en ocasiones, campesinado. Trataba preocupaciones y prejuicios con ironía y una apariencia de realidad. Su obra más destacada es Los intereses creados (1907). Con influencias de la comedia del arte italiano, otras obras como Señora Ama o La malquerida también tuvieron mucho éxito hasta la Guerra Civil.
El Teatro Cómico
A menudo incluía música, canto y baile, y fue representado por figuras como Carlos Arniches. Arniches cultivó el sainete, con personajes «achulados» y una jerga característica, abordando temas como los celos, el honor, el poder o el ascenso social. También desarrolló la tragedia grotesca, que servía para denunciar injusticias sociales.
Por otra parte, Pedro Muñoz Seca fue el creador del astracán, un género basado en el disparate cómico que buscaba la gracia chabacana y vulgar, los juegos de palabras, el chiste fácil y las situaciones rocambolescas. Su obra más conocida es La venganza de Don Mendo, una parodia en verso de los dramas históricos.
Finalmente, los hermanos Álvarez Quintero crearon una imagen estereotipada de Andalucía y gozaron de gran éxito con diálogos graciosos en obras como Mariquilla Terremoto o El patio.
El Teatro Renovador y de Vanguardia
El teatro renovador, aunque minoritario, tuvo importantes focos. En Cataluña, la inquietud renovadora se manifestó con Adrià Gual, quien creó el Teatre Íntim, donde representaba obras propias y extranjeras. La Escola d’Art Dramàtic, por su parte, enseñaba el oficio a los actores.
Otros autores de la Generación del 98, como Miguel de Unamuno, crearon un teatro «desnudo» de retórica y ornamentación, con pocos personajes y centrado en sus diálogos. Abordaba la lucha entre sentimientos y razón, y la búsqueda del yo (ejemplos: Fedra, 1910; El otro, 1926).
Azorín luchó por un teatro antirrealista, que incluía elementos oníricos y fantásticos. Daba importancia al diálogo natural y a la iluminación, y abordaba temas como la felicidad, el tiempo, la muerte y su misterio, como en su trilogía Lo invisible.
Jacinto Grau recuperó temas literarios y mitos clásicos, adaptándolos a la tragedia, y tuvo éxito fuera de España con obras como El señor de Pigmalión (1921), donde unas marionetas cobran vida y se rebelan.
La Gran Renovación: Valle-Inclán y Lorca
La verdadera renovación, sin embargo, fue llevada a cabo por Ramón María del Valle-Inclán y Federico García Lorca.
Ramón María del Valle-Inclán
Inició su trayectoria con dramas decadentes y modernistas, evolucionando hacia un «teatro en libertad» pensado para ser leído más que representado, con acotaciones de gran valor literario. Su obra se estructura en ciclos:
- Ciclo Mítico y Farsas: Las obras del ciclo mítico, de ambientación gallega y atemporal, incluyen la trilogía de Las Comedias bárbaras y Divinas palabras. En las farsas, Valle-Inclán rompe la realidad introduciendo técnicas cinematográficas y creando parodias como La Reina Castiza.
- El Esperpento: Posteriormente, desarrolló el esperpento, un género que representa la deformación grotesca de la realidad a través de caricaturas cómicas y una visión disconforme. Sus obras más representativas son Luces de bohemia, y las que componen Martes de carnaval (que incluye Los cuernos de Don Friolera, Las galas del difunto y La hija del capitán). En Luces de bohemia, se narra…
Federico García Lorca
Impulsó el teatro, combinando la poesía con innovadores recursos escénicos, acústicos y escenográficos. Su teatro es vanguardista. Su obra dramática se organiza en tres bloques principales, a menudo presididos por un sentimiento de frustración y deseos irrealizables:
- Las Farsas: Incluyen obras de teatro de guiñol, como Tragicomedia de Don Cristóbal y la Señá Rosita, y farsas más complejas como La zapatera prodigiosa. En ellas, a menudo aparecen problemas derivados de los matrimonios de conveniencia.
- El Teatro Surrealista: Obras como Así que pasen cinco años y El público anticipan la ruptura lógica del espacio-tiempo, el desdoblamiento de personajes y múltiples interpretaciones. El público, la más subversiva, defiende el deseo individual y la libertad.
- Las Tragedias de Ambiente Rural: Obras cumbre como Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba. Tienen como protagonistas a mujeres que deben reprimir su amor o sus deseos por imposición social. En Bodas de sangre, la pasión frustra una boda y conduce a la muerte de dos amantes. En Yerma, la mujer es estéril y sufre por ello. En La casa de Bernarda Alba, la sexualidad es negada por el luto y la tiranía materna. Estas obras no son solo dramas de mujeres, sino que denuncian tiranías que coartan la libertad individual, trascendiendo realidades humanas concretas para convertirse en símbolos de la lucha entre la libertad individual y la autoridad impuesta.