El Teatro Español Después de la Guerra Civil: Evolución, Tendencias y Autores

El Teatro Español Después de la Guerra Civil: Evolución y Tendencias

Durante la Guerra Civil, el teatro sirvió como instrumento de agitación política en ambos bandos enfrentados. Proliferaron organizaciones teatrales que ofrecían espectáculos propagandísticos o de entretenimiento.

Al término de la Guerra Civil, el panorama teatral se presentó muy empobrecido: muchos dramaturgos habían muerto (Valle-Inclán, Lorca), otros estaban exiliados (Max Aub, Alejandro Casona) y los viejos maestros, como Benavente o Arniches, producían piezas de escaso valor. El impacto de la Guerra Civil fue más fuerte que en otros géneros. A los condicionamientos comerciales que afectaban a este género, se le añadieron condicionamientos ideológicos por medio de la censura, que no solo afectaba al texto, sino también a la representación. Si estas limitaciones ya existían en el teatro anterior a 1936, se agravaron tras la guerra. Por ello, podemos hablar de un teatro visible (autores de diversión que no tenían problemas para llevar sus obras a escena) y un teatro soterrado (autores que se abrirían camino con muchas dificultades).

En el teatro posterior a 1936 es posible distinguir varias etapas y tendencias, paralelas a las que se producen en la novela y la poesía:

Etapas y Tendencias del Teatro de Posguerra

Años 40 y Principios de los 50: Posguerra y Búsqueda de Nuevos Caminos

Durante los años 40 y parte de los 50 (la posguerra en su sentido más estricto), prevalece la continuación de tendencias tradicionales, sin intención crítica, cuya finalidad principal es entretener. Pero, a la vez, se advierte la búsqueda de otros caminos. En general, se destacan las siguientes líneas o tendencias:

  • Alta comedia (en la línea del teatro benaventino): José María Pemán, Luca de Tena, Joaquín Calvo Sotelo, Edgar Neville, entre otros.
  • Teatro cómico: Una de las tendencias más interesantes de aquellos años, con figuras como Jardiel Poncela (Eloísa está debajo de un almendro, Los ladrones somos gente honrada) y Miguel Mihura (Tres sombreros de copa). Ambos presentan facetas que se han considerado precedentes del teatro del absurdo, por la introducción de un humor disparatado que explota las posibilidades cómicas del lenguaje.
  • Teatro grave, preocupado e inconformista: Una línea muy distinta, con dos fechas clave: 1949, con el estreno de Historia de una escalera de Buero Vallejo, y 1953, con la presentación de Escuadra hacia la muerte de Alfonso Sastre por un teatro universitario. En estas obras predominan las inquietudes existenciales.

Mediados de los 50: Teatro Social y de Protesta

Se pasa a una etapa orientada hacia el teatro social, de protesta y denuncia. Junto a un público burgués, ha aparecido un público nuevo (juvenil y universitario) que pide otro tipo de teatro. Además, la censura se relaja levemente y tolera algunos enfoques críticos. Todo ello sucede cuando triunfa, en el panorama literario, el realismo social. Este tipo de teatro tiene como pioneros a Buero Vallejo y a Alfonso Sastre.

En la trayectoria de Buero Vallejo se distinguen tres etapas:

  1. Etapa existencial (reflexión sobre la condición humana): Historia de una escalera, En la ardiente oscuridad.
  2. Etapa social (denuncia de las injusticias sociales): Un soñador para el pueblo, El tragaluz.
  3. Etapa de innovaciones (utiliza los llamados “efectos de inmersión”): El sueño de la razón, La fundación (1974).

Tras Buero y Sastre, otros autores continuarán en esta línea: Lauro Olmo, Carlos Muñiz, Rodríguez Méndez, Martín Recuerda, entre otros.

Como contraste, existe un teatro comercial representado por autores como Alfonso Paso, Jaime de Armiñán y Ana Diosdado.

Años 60 y Parte de los 70: Teatro Experimental y Vanguardia

A medida que avanzan los años 60, se nota un cansancio del realismo y se producen intentos de un teatro experimental con fuerte carga crítica (por ambas cosas, a menudo es un teatro soterrado) en el que predominan los elementos simbólicos, lo grotesco y lo imaginativo. Se supera el realismo y se asimilan corrientes experimentales del teatro extranjero. Surge así una nueva vanguardia teatral.

En esta línea destacan:

  • Fernando Arrabal: Su obra va desde el teatro del absurdo (Pic-nic) hasta el llamado “teatro del pánico”, desenfrenado y provocador (El jardín de las delicias).
  • Francisco Nieva: Probablemente el más importante de los dramaturgos experimentales de la segunda mitad del siglo. El propio dramaturgo ha subdividido su obra en varios tipos, entre los que destaca el “teatro furioso”, en el que extrema los rasgos de libertad imaginativa y ruptura de todo corsé teatral preestablecido (Pelo de tormenta, Malditas sean Coronada y sus hijas).

Se debe destacar también el papel ejercido por los grupos de teatro independiente (que actúan al margen de las empresas comerciales). Estos grupos han asimilado las tendencias más innovadoras y se dirigen a amplios sectores de público. Junto a enfoques críticos, se preocupan por los aspectos lúdicos del teatro. Algunos ejemplos son: Los Goliardos (Madrid), Akelarre (Bilbao), Els Joglars, Els Comediants, La Fura dels Baus (Cataluña).

A Partir de 1975: Transición y Diversificación

Finalizada la dictadura y eliminada la censura, parecía abrirse una etapa prometedora para el teatro. Pero, por el contrario, ha sido en estos años cuando la crisis del teatro español se ha hecho más evidente. Un fenómeno importante ha sido la creación de instituciones teatrales que dependen de instancias oficiales, tanto del Estado como de comunidades autónomas o municipios: el Centro Dramático Nacional, la Compañía Nacional de Teatro Clásico, entre otros.

La crítica se ha referido al panorama teatral actual con el calificativo de “desorientación” o de “dispersión de tendencias”. Lo más destacado es el retroceso de la vanguardia y el retorno a una línea tradicional, con la intención de captar al público. Un ejemplo de esto es Fernando Fernán Gómez con Las bicicletas son para el verano.

Es significativa la línea que aborda realidades muy actuales (la situación de los jóvenes, la droga, la delincuencia, etc.). Por este camino ha alcanzado gran éxito José Luis Alonso de Santos, con *Bajarse al moro*.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *