La Evolución de los Métodos de Aproximación Literaria
La evolución de los métodos de aproximación literaria responde a transformaciones históricas, filosóficas y estéticas que han condicionado la manera en que se concibe tanto la literatura como su estudio.
Orígenes del Pensamiento Crítico Moderno: Neoclasicismo y Romanticismo
En los inicios del pensamiento crítico moderno, bajo los parámetros del neoclasicismo, la literatura se interpretaba según una concepción normativa grecolatina. Por ejemplo, la Poética de Aristóteles proponía una mera reflexión que acabó por convertirse en algo prescriptivo: el arte debía ser bello. En contraste, Horacio sostenía que el arte debía ser bello y útil. Se trataba de un arte sujeto a reglas, cuya calidad estaba determinada por el grado de conformidad con los modelos clásicos. La originalidad no era aún un valor esencial.
Sin embargo, con la llegada del Romanticismo se produjo una ruptura radical en la comprensión de la literatura. La obra literaria pasó a entenderse como un vehículo para la expresión de la interioridad del autor, quien se concebía como un genio individual y sensible, capaz de crear desde su subjetividad. Así, la literatura dejó de ser una mímesis de la realidad externa para transformarse en una manifestación del mundo interior. Tal cambio implicó una nueva sensibilidad hacia la emoción, la espontaneidad y la autenticidad, desplazando los moldes formales clásicos que eran considerados artificiales.
Primeros Métodos de Análisis Literario
En este contexto emergieron los primeros métodos de análisis propiamente literarios:
- El método biográfico, cuyo origen se asocia a Sainte-Beuve. Este enfoque concede gran importancia a las circunstancias vitales del autor como clave interpretativa del texto. Según esta perspectiva, entender la vida del autor permite desentrañar mejor el sentido de sus obras, especialmente en géneros íntimamente ligados al yo como la poesía lírica, los diarios o las memorias. La literatura adquiere aquí un valor documental, pues se convierte en testimonio de las vivencias individuales.
- El método histórico-positivista, que surge influido por el pensamiento positivista de Auguste Comte.
- El método impresionista, que busca un acercamiento a la literatura desde lo intuitivo, asociado a figuras como Jules Lemaître.
Sin embargo, estas formas de análisis serían duramente criticadas en el siglo XX por corrientes que apostaron por la autonomía del texto, como el formalismo ruso y el estructuralismo.
El Formalismo Ruso: La Ciencia del Texto
El formalismo ruso, surgido en la Rusia prerevolucionaria hacia 1915, supuso una ruptura con el biografismo y el impresionismo literario, al proponer una crítica científica del texto. Figuras como Víktor Shklovski, Román Jakobson y Vladímir Propp redefinieron el campo de estudio de la literatura, desplazando el interés hacia los procedimientos que hacen literario un texto.
Conceptos Fundamentales del Formalismo
- Uno de los conceptos fundamentales del formalismo es el de «desautomatización«, desarrollado por Shklovski en su célebre ensayo El arte como artificio. En él plantea que la función del arte es hacer ver la realidad de forma diferente, extrañando lo habitual. Para ello, la literatura emplea recursos que rompen la percepción mecánica y devuelven a los objetos su singularidad. Así, la literatura no imita la realidad ni expresa sentimientos, sino que trabaja con el lenguaje de forma específica para desautomatizarlo.
- Otro aporte fundamental del formalismo es la distinción entre fábula y trama. Mientras que la fábula refiere al contenido narrativo en su orden lógico o cronológico, la trama es la disposición concreta que adopta en el texto. Esta separación, tomada de la tradición aristotélica, permite estudiar cómo la organización del relato influye en su efecto estético.
Aplicación del Formalismo: Vladímir Propp
Un claro ejemplo de la aplicación formalista se encuentra en la obra de Vladímir Propp, quien en La morfología del cuento analizó una amplia muestra de cuentos populares rusos y descubrió que todos compartían una estructura narrativa profunda. Propp identificó 31 funciones narrativas básicas y una serie de roles actanciales (el héroe, el villano, el ayudante, el donante, etc.) que se combinan de manera invariable. Así, demostró que, más allá de las diferencias superficiales, los cuentos respondían a patrones estructurales recurrentes.
El Estructuralismo: Sistemas de Significación
A partir de las ideas formalistas se desarrolló el estructuralismo, corriente que adquirió especial relevancia en Francia durante los años 50 y 60. Si el formalismo había centrado su atención en los procedimientos técnicos del texto, el estructuralismo amplió esa mirada hacia los sistemas generales de significación. Influido por la lingüística de Saussure, el estructuralismo parte de la idea de que el lenguaje es un sistema de signos cuya relación es diferencial y no referencial. Así, el significado de un signo no depende de una referencia externa, sino de su posición dentro del sistema. En literatura, esto se traduce en que el sentido de un texto no es producto de la intención del autor ni de su relación con la realidad externa, sino de las relaciones internas entre los elementos del texto y de su pertenencia a sistemas culturales más amplios.
Figuras Clave del Estructuralismo
- Román Jakobson, puente entre el formalismo ruso y el estructuralismo francés, fue una figura clave en esta transición. En su ensayo Lingüística y poética, propone un modelo de las funciones del lenguaje en el que destaca la función poética como aquella que pone el foco en el mensaje mismo. Según Jakobson, la poesía se caracteriza por un uso del lenguaje en el que la forma adquiere primacía, y donde la organización fónica, rítmica y sintáctica del discurso genera significados múltiples. Su análisis del poema Los gatos de Baudelaire es una muestra clara de cómo el estructuralismo busca desentrañar las estructuras internas que generan sentido, en lugar de acudir al contexto biográfico o histórico.
- Otro de los grandes estructuralistas fue Roland Barthes, quien comenzó su trayectoria adscribiéndose a esta corriente para luego transitar hacia el posestructuralismo. En Crítica y verdad, Barthes rechaza la idea de una interpretación única y aboga por la pluralidad de sentidos. Esta posición se radicaliza en La muerte del autor, donde plantea que el sentido del texto no está determinado por la intención del autor, sino por el lector que lo interpreta. Barthes señala que el autor debe desaparecer como figura de autoridad, y que el lector, con su horizonte de expectativas y su contexto, se convierte en el verdadero productor de significado. Esta idea tendría una enorme repercusión en la teoría de la recepción.
La Teoría de la Recepción: El Lector como Creador de Sentido
La teoría de la recepción, desarrollada en las décadas de 1960 y 1970 por autores como Hans Robert Jauss y Wolfgang Iser, propone que el sentido de una obra literaria no es fijo, sino que se construye en la lectura.
- Para Jauss, toda obra entra en diálogo con el horizonte de expectativas de sus lectores, que está determinado por factores históricos, sociales y culturales. La lectura, entonces, no es un acto pasivo, sino una interpretación activa que puede confirmar, modificar o subvertir esas expectativas. Esta interacción entre texto y lector convierte a la literatura en un fenómeno histórico, dinámico y siempre abierto.
- Iser, por su parte, introduce el concepto de “vacíos de indeterminación” para referirse a los espacios del texto que deben ser completados por el lector. Estos vacíos son fundamentales para la experiencia literaria, ya que permiten múltiples interpretaciones y estimulan la imaginación del lector.
- Stanley Fish lleva esta idea aún más lejos con su noción de comunidades interpretativas. Para Fish, no hay interpretación objetiva posible, ya que toda lectura está determinada por la comunidad a la que pertenece el lector. Así, el sentido de una obra no depende del texto en sí, sino del marco interpretativo desde el cual se lo aborda. Esta concepción radicaliza la subjetividad de la lectura y pone en cuestión la idea de un significado intrínseco.
La Crítica Sociológica: Literatura y Sociedad
Otra de las corrientes fundamentales para el estudio de la literatura en el siglo XX ha sido la crítica sociológica, que analiza la producción literaria como parte de un sistema social. Pierre Bourdieu es sin duda una de las figuras más influyentes en este campo.
El Campo Literario según Bourdieu
En sus estudios sobre el campo literario, Bourdieu sostiene que la literatura no puede entenderse como una práctica autónoma, sino como un espacio de lucha simbólica. El campo literario forma parte del campo social general y está regido por relaciones de poder, capital y legitimidad. En este campo, los distintos agentes (autores, críticos, editores, lectores, instituciones) luchan por la consagración y la distinción simbólica.
- Uno de los conceptos centrales de Bourdieu es el de “capital simbólico”, que se refiere al prestigio o reconocimiento que un autor o una obra puede acumular dentro del campo. Este capital no siempre coincide con el capital económico, es decir, el éxito comercial, y puede entrar en tensión con él.
- De hecho, Bourdieu señala que existen dos polos en el campo literario: el de la autonomía (donde se privilegia el arte por el arte) y el de la heteronomía (más cercano al mercado y a los valores extraliterarios). La posición de un autor dentro del campo depende de su trayectoria, sus alianzas, sus estrategias simbólicas y su capital acumulado.
El análisis del valor literario desde esta perspectiva permite cuestionar la idea de que hay obras valiosas de forma intrínseca. Para Bourdieu, el valor de una obra se construye históricamente y responde a las disputas dentro del campo. Así, la crítica literaria no es neutral, sino que interviene en la configuración del canon, legitima ciertas obras y excluye otras. Esta visión sociológica permite entender la literatura como una práctica situada, atravesada por intereses y condicionamientos sociales.
La Crítica Marxista: Ideología y Producción Literaria
La crítica marxista constituye uno de los enfoques más influyentes en la teoría literaria del siglo XX. Su punto de partida es la idea de que la literatura no puede desligarse de las condiciones materiales e ideológicas en las que se produce. Karl Marx y Friedrich Engels reflexionaron sobre el arte y la literatura en relación con la infraestructura económica de la sociedad. Para ellos, la superestructura, que incluye la cultura, el arte, la religión y las leyes, refleja, de forma más o menos compleja, la base material de la sociedad, es decir, sus relaciones de producción. Desde esta perspectiva, la literatura forma parte de un entramado ideológico que reproduce o subvierte la lógica dominante del sistema capitalista.
Desarrollos de la Crítica Marxista
La crítica marxista se ha desplegado en diferentes direcciones. Una de las más influyentes es la desarrollada por la Escuela de Frankfurt, cuyas figuras principales, Theodor Adorno, Max Horkheimer y Walter Benjamin, reformularon el pensamiento marxista incorporando elementos del psicoanálisis, la filosofía y la estética.
- Theodor Adorno, en particular, desconfía del realismo como forma artística privilegiada, pues considera que puede convertirse en un instrumento de afirmación del orden social existente. En cambio, reivindica la vanguardia y el modernismo como estéticas capaces de introducir la negatividad, es decir, de oponerse a la lógica del consumo, del mercado y de la transparencia. Según Adorno, la autonomía del arte es una forma de resistencia precisamente porque no se deja instrumentalizar por el poder. La obra de arte, al no adecuarse completamente a la realidad, se convierte en un espacio de extrañamiento, reflexión y posibilidad.
- Walter Benjamin, por su parte, aborda la cuestión desde una óptica más fragmentaria y política. En su ensayo La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica, analiza cómo la reproducción masiva de las obras transforma su estatus ontológico y social. Con la fotografía y el cine, el arte pierde su “aura”, ese halo de unicidad que lo separaba de la vida cotidiana. Esta pérdida puede ser leída como una decadencia, pero también como una oportunidad de politización. Para Benjamin, el arte reproducido puede llegar a las masas y servir a fines emancipatorios si se libera de las lógicas del espectáculo. Esta tensión entre arte y técnica, entre autonomía y función social, atraviesa toda su obra.
- Otro autor fundamental dentro de esta tradición es Terry Eagleton, quien ha trabajado por articular la crítica marxista con las corrientes contemporáneas de la teoría literaria. Eagleton sostiene que la ideología está inscrita en todos los niveles del texto: no solo en su contenido temático, sino en sus formas, géneros y modos de enunciación. A partir de esta premisa, examina cómo los textos literarios naturalizan ciertas estructuras de poder o bien las ponen en crisis. Su mirada combina una lectura crítica de las condiciones de producción de la obra con una atención al dispositivo estético.
La Crítica Marxista en América Latina
En América Latina, la crítica marxista ha sido enriquecida por perspectivas locales que piensan la literatura desde la historia de las luchas sociales y las formas de dominación poscolonial. Juan Carlos Rodríguez, por ejemplo, propone en su ensayo La formación del objeto literatura abandonar la idea de que la literatura es un objeto ahistórico o autónomo. Para él, tanto el escritor como el crítico están atravesados por la ideología. Conocer un texto no es interpretarlo neutralmente, sino comprender cómo ha sido producido, qué valores reproduce y en qué contexto histórico se inscribe. Rodríguez aboga por un análisis ideológico consciente y por una crítica que no se refugie en la ilusión de la neutralidad académica.